El terreno de la vida hecha palabra
Luis Goytisolo est¨¢ en su absoluto derecho a extra?ar en la contemporaneidad se?ales alentadoras
Si la novela fue siempre y sigue siendo el arte de se?alar las heridas esenciales de la condici¨®n humana, a partir del siglo XX esa b¨²squeda fue paralela a la de los instrumentos ret¨®ricos que hicieran m¨¢s genuinas, profundas y perecederas esas heridas. Ning¨²n arte novel¨ªstico que se precie de tal se conjura para borrar o disimular esas heridas, esas llamadas a los lectores para que piensen su existencia, el sentido ¨²ltimo de sus vidas. Como pocos novelistas en nuestro pa¨ªs, Luis Goytisolo transfigura en escritura el pulso de la vida, civil y privada, con sus m¨¢scaras, sus banales enso?aciones y suicidios ideol¨®gicos. Luego del inevitable peregrinaje por el paisaje realista de los a?os sesenta, Goytisolo inicia en los setenta la aventura de la novela como territorio de la autoconciencia narrativa. El territorio de la vida hecha palabra.
En 1973 se inicia el ciclo de su tetralog¨ªa titulada Antagon¨ªa (Recuento, 1973; Los verdes de mayo hasta el mar, 1976; La c¨®lera de Aquiles, 1979, y Teor¨ªa del conocimiento, 1981). El escritor y ensayista catal¨¢n vuelca en esa obra sus preguntas sobre c¨®mo el arte de la novela tiene que llevarse con la vida. La rutina burguesa, la inacci¨®n vital, la hipocres¨ªa social, el desbarajuste ideol¨®gico son algunas de las enfermedades incurables que deben convertir a la novela no en su b¨¢lsamo, sino en su inc¨®moda tensi¨®n, en su filosa conciencia. El concepto de autoconciencia de la narrativa es un elemento capital en nuestro autor. Solo a partir de la conciencia de los instrumentos ret¨®ricos para transfigurar la realidad accedemos a un verdadero conocimiento de nosotros y del mundo.
Luis Goytisolo gan¨® este a?o el Premio Anagrama de Ensayo con Naturaleza de la novela. Deja casi para el final del libro su diagn¨®stico (que ¨¦l afirma alejado de cualquier tono apocal¨ªptico). No obstante, sus palabras no dejan dudas acerca del futuro de la novela: estamos asistiendo probablemente a sus ¨²ltimas etapas tal como la conocemos. El que esto firma no est¨¢ de acuerdo con esta sensaci¨®n de final, pero es bueno que el autor de Las afueras le apriete las tuercas a la novela actual. Para los novelistas americanos de los sesenta y parte de los setenta, la novela caducaba irremisiblemente si no se la refund¨ªa desde su propia tradici¨®n, adem¨¢s de insuflarle aliento con otros g¨¦neros desde la iron¨ªa, incluso desde el pastiche. Escritores de la talla de John Barth, Thomas Pynchon o Kurt Vonnegut mostraron un camino distinto, renovador. Goytisolo est¨¢ en su absoluto derecho a extra?ar en la contemporaneidad se?ales alentadoras. Razones no le faltar¨ªan. Pero soy de los que piensan que a este gran novelista la sumisi¨®n de las formas narrativas de gran calado a la intriga, a los argumentos de sof¨¢, le dan tanto miedo como se lo daban en cierta manera a Juan Benet: un miedo pavoroso a que la novela, una vez vencida su fuerza renovadora y experimental, termine en un g¨¦nero y no fundida en gran literatura. El tiempo dir¨¢. Pero no deja de ser un lujo que un novelista de la jerarqu¨ªa del flamante Premio Nacional de las Letras mantenga viva una discusi¨®n esencial para el futuro de la novela.
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