?Por qu¨¦ las mujeres son el ¨²nico primate con los pechos aumentados?
Un nuevo estudio cuestiona el origen del pecho femenino por selecci¨®n sexual, ya que existir¨ªan otros factores como la cantidad de receptores de estr¨®genos, como ocurre en el caso de las hembras chimpanc¨¦s
Nos encanta ahondar en los aspectos que diferencian al ser humano del resto de primates y animales. Por ejemplo, la postura b¨ªpeda, el cuerpo desnudo de pelo, un mayor ¨ªndice de encefalizaci¨®n, una gran cultura acumulativa, el lenguaje. Sin embargo, solemos pasar por alto un aspecto que es de lo m¨¢s evidente: a la mayor¨ªa de las mujeres nos crecen dos grandes protuberancias en el pecho al alcanzar la pubertad, cosa que no ocurre en otros primates. Lo realmente interesante es entender por qu¨¦.
Desmond Morris ya lo intent¨® explicar en 1967 en su influyente libro El Mono Desnudo. Sus ideas se fijaron en el imaginario colectivo como una costra dif¨ªcil de arrancar, pues eran innovadoras, llamativas, intuitivas y f¨¢ciles de entender. Pero tambi¨¦n eran pura especulaci¨®n, que con el tiempo se ha ido desinflando a la sombra de la investigaci¨®n.
Morris sugiri¨® que los pechos femeninos aparecieron junto con el bipedismo porque se parec¨ªan a las nalgas. En el resto de primates que andan a cuatro patas, las se?ales sexuales son muy visibles en el trasero. En cambio, en la posici¨®n erguida de los humanos la mayor¨ªa de las interacciones son cara a cara y las nalgas no se ven tanto, as¨ª que ?por qu¨¦ no llevarlas al pecho? Si los hombres se sienten atra¨ªdos por los culos, siempre ser¨¢ mejor tener dos, uno delante y otro detr¨¢s.
M¨¢s tarde, otros autores plantearon que los pechos podr¨ªan resultar atractivos porque anuncian la madurez sexual de la mujer. Ya sea por este motivo o por el que plante¨® Morris, la selecci¨®n sexual del pecho femenino ha sido la hip¨®tesis m¨¢s sonada. Por eso podemos encontrar un amplio n¨²mero de estudios que exploran la opini¨®n que tiene el g¨¦nero masculino sobre el atractivo de esta parte del cuerpo. Los resultados son de lo m¨¢s variados.
Los hombres prefieren los pechos medianos y grandes, pero no demasiado grandes, porque entonces ya no est¨¢n firmes. Los hombres prefieren los pechos peque?os. A los hombres les gustan m¨¢s unos pechos u otros dependiendo de la cultura. Los hombres pobres prefieren pechos m¨¢s grandes que los hombres ricos. A los hombres les da igual el tama?o del pecho. Los hombres de Mali creen que sentir atracci¨®n sexual por los pechos es de pervertidos. Y podr¨ªamos seguir as¨ª durante todo el art¨ªculo.
En 2021, Bogus?aw Paw?owski y Agnieszka Zelazniewicz, de la Universidad de Wroclaw, en Polonia, publicaron una revisi¨®n bibliogr¨¢fica en la que criticaban el origen evolutivo del pecho femenino por selecci¨®n sexual. Seg¨²n ellos, es poco probable que las mamas agrandadas se percibieran como atractivas al principio, ya que en los primates est¨¢n m¨¢s hinchadas en los periodos de menor fertilidad: la lactancia y el embarazo.
Adem¨¢s, les extra?a que este rasgo tan arbitrario evolucionara simplemente para atraer a los hombres. En la naturaleza, la elecci¨®n de los machos se basa a menudo en caracter¨ªsticas que representan un beneficio directo para el individuo, como la disposici¨®n para aparearse, la salud o el potencial reproductivo. En cambio, existe evidencia de que el tama?o de las mamas no correlaciona con ninguna de estas caracter¨ªsticas. De hecho, las mujeres empiezan a desarrollar el pecho antes de ser f¨¦rtiles.
Paw?owski y Zelazniewicz reconocen el evidente papel de las mamas en la vida sexual del ser humano, pero creen que este no tuvo por qu¨¦ ser la causa de su origen. En la evoluci¨®n, a menudo ocurre que un rasgo aparece por un motivo y acaba sirviendo para otro, es lo que se conoce como exaptaci¨®n. En su lugar, el pecho femenino pudo ser un subproducto del incremento de la grasa subcut¨¢nea del ser humano.
La mayor¨ªa de los estudios sobre el desarrollo de las mamas de los primates se han llevado a cabo en macacos, por su utilidad como modelos en el estudio del c¨¢ncer de mama. En estos animales las gl¨¢ndulas mamarias tambi¨¦n se desarrollan durante la pubertad, pero su volumen apenas incrementa. Por tanto, el pecho de las mujeres no es diferente porque se desarrolle antes, sino porque acumula mayor cantidad de grasa. De hecho, aunque hay mucha variabilidad, existe una correlaci¨®n positiva entre el tama?o de los pechos y el ¨ªndice de grasa corporal.
Los datos moleculares y arqueol¨®gicos apuntan a que, hace aproximadamente 2 millones de a?os, Homo ergaster empez¨® a aumentar su nivel de grasa subcut¨¢nea. Esto permiti¨® a los reci¨¦n nacidos tener energ¨ªa para desarrollar m¨¢s el cerebro y a los adultos adaptarse a climas fr¨ªos. A su vez, los incrementos de estr¨®geno en las mujeres durante la pubertad aumentaron m¨¢s sus niveles de grasa, prepar¨¢ndolas para el embarazo.
Pero, ?por qu¨¦ un mayor nivel de grasa en los pechos frente a otras partes del cuerpo? La distribuci¨®n de la grasa est¨¢ relacionada con la cantidad de receptores de estr¨®genos. Seg¨²n argumentan Paw?owski y Zelazniewicz, las chimpanc¨¦s hembra tienen m¨¢s densidad de estos receptores alrededor de los genitales, en el ¨²tero y en los pechos. Por lo tanto, es probable que en nuestro antecesor com¨²n ya se diese esta distribuci¨®n, que foment¨® un mayor incremento de las mamas.
La acumulaci¨®n de grasa en pechos y caderas pas¨® a ser un rasgo distintivo entre hombres y mujeres, lo que pudo propiciar, seg¨²n estos autores, que se convirtiera en un atrayente. Es entonces cuando la selecci¨®n sexual empezar¨ªa a actuar sobre los pechos femeninos, lo que explicar¨ªa que existan mujeres con un bajo ¨ªndice de grasa corporal que tienen los pechos grandes y viceversa. De hecho, se han identificado dos locus (lugar donde se ubica un gen en el cromosoma) responsables del tama?o de las mamas, independientemente de la cantidad de grasa subcut¨¢nea. Aunque estos locus apenas explican el 1% de la variaci¨®n de este rasgo.
A¨²n se necesita m¨¢s investigaci¨®n para que la hip¨®tesis de Paw?owski y Zelazniewicz sea aceptada, pero cuenta con evidencias y supone un paso adelante frente a las especulaciones que se hac¨ªan en el siglo pasado. No obstante, llama la atenci¨®n que en los debates sobre el origen evolutivo del pecho apenas se mencione su importancia en la vida sexual de las mujeres.
La funci¨®n de los pechos agrandados no termina en la atracci¨®n, ya que su adecuada estimulaci¨®n durante el sexo resulta placentera. Un estudio document¨® que al 80% de las mujeres les excita que les toquen los pechos y algunas pueden tener orgasmos solo con eso debido a la conexi¨®n nerviosa que existe entre los pezones y el ¨²tero. Tambi¨¦n hay bastantes estudios sobre c¨®mo recuperar la sensibilidad del pez¨®n tras una mastectom¨ªa, dada su relevancia en la sexualidad femenina.
Adem¨¢s, la estimulaci¨®n del pez¨®n provoca la liberaci¨®n de oxitocina, tanto si es por parte de una pareja sexual como si es por el beb¨¦ que se amamanta. Seg¨²n el psiquiatra Larry Young, lo que llamamos amor rom¨¢ntico es en realidad el resultado de una adaptaci¨®n evolutiva de los circuitos neuronales que impulsan el v¨ªnculo maternal. Por tanto, los pechos femeninos colaborar¨ªan en la activaci¨®n de este circuito a trav¨¦s de la oxitocina que se libera cuando mantenemos relaciones sexuales.
El origen de la atracci¨®n de los pechos puede que no resida tanto en su tama?o, forma, color o supuesta similitud con las nalgas. Quiz¨¢s, todo comenz¨® cuando una curiosa Homo ergaster con las mamas abultadas descubri¨® junto a su pareja que eran una maravillosa autopista hacia el placer, el deseo y el amor.
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