De la saga a la farsa
El corte a negro ¡ªque no fundido a negro¡ª que cerr¨®, de manera magistral, el discurso de Los Soprano ¡ªla m¨¢s relevante aportaci¨®n al subg¨¦nero de la saga mafiosa tras los cl¨¢sicos cinematogr¨¢ficos de Coppola y Scorsese¡ª fue valorado e interpretado de maneras dispares por unos espectadores divididos entre la reverencia y la perplejidad. Hubo quien, sin estar necesariamente en lo cierto, interpret¨® el asunto as¨ª: la vida sigue, pero, eso s¨ª, dominada en todo momento por la paranoia, por el sostenido estado de alerta, por la posibilidad de que, en cualquier momento, llegue eso que nunca ves venir. Ese modelo de vida es el que parece estar reservado, desde el primer minuto de metraje de Malavita,para los Blake, antes Manzoni, una familia de mafiosos italoamericanos que, acogidos al programa de protecci¨®n de testigos, llegan a un pueblo normando tras agotar las posibilidades de otro destino provisional.
Adaptaci¨®n de la novela Malavita ¡ªeditada en nuestro mercado por Lengua de Trapo¡ª del todoterreno Tonino Benacquista, la ¨²ltima pel¨ªcula de Luc Besson funciona como ilustraci¨®n, en clave de espect¨¢culo para multisalas, de la frase marxiana seg¨²n la cual toda tragedia se repite como farsa. Malavita coge uno de los fundamentos de Los Soprano ¡ªcontar la Familia partiendo de la familia: o sea, la Mafia a partir de la intimidad familiar¡ª para construir una comedia negra que se queda varios palmos por debajo de los modelos de Tarantino y Martin McDonagh. Aqu¨ª, la autoconciencia es casi coqueter¨ªa l¨²dica: una de las secuencias m¨¢s memorables ocurre en un peque?o cineclub normando, donde el personaje interpretado por Robert De Niro glosa Uno de los nuestros (1990), pel¨ªcula protagonizada por ¨¦l y dirigida por Scorsese, productor ejecutivo de Malavita. M¨¢s que ante un juego metaling¨¹¨ªstico estamos ante algo parecido a un automasaje.
MALAVITA
Direcci¨®n: Luc Besson.
Int¨¦rpretes: Robert De Niro, Michelle Pfeiffer, Tommy Lee Jones, Dianna Agron, John D. Leo.
G¨¦nero: comedia. EE UU, Francia, 2013.
Duraci¨®n: 111 minutos.
No hay que buscar en Malavita ninguna indagaci¨®n de gran calado sobre la amoralidad de los personajes al modo de Los Soprano: aqu¨ª, la violencia sugiere una irrefrenable pulsi¨®n inconsciente, pero solo se coloca al servicio del slapstick m¨¢s o menos cruento. La pel¨ªcula se cierra con la imagen de un coche perdi¨¦ndose lentamente en la oscuridad: una respuesta al corte a negro de Los Soprano que quiz¨¢ anticipa una secuela, como la tuvo la novela original (Malavita encore).
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