Ant¨®n Ch¨¦jov, el relojero
El volumen con 240 piezas escritas entre 1880 y 1885, con decenas de in¨¦ditos en espa?ol, inicia la publicaci¨®n de los cuentos completos del gran escritor ruso
Si el alma fuera un reloj, Ch¨¦jov ser¨ªa el relojero. Alguien que conoce perfectamente sus entra?as y que sabe c¨®mo es cada una de sus piezas y c¨®mo funcionan sus engranajes. Lo que hizo a lo largo de su vida fue estar metido dentro, contando lo que ocurre, c¨®mo opera ese mecanismo y qu¨¦ sucede con esas criaturas condenadas un d¨ªa a morir y que, mientras tanto, se afanan en ir llenando el hueco de las horas. P¨¢ginas de Espuma, con edici¨®n de Paul Viejo, se ha embarcado ahora en publicar en cuatro vol¨²menes, de unas 1.200 p¨¢ginas cada uno, sus cuentos completos. El primero est¨¢ a punto de llegar a las librer¨ªas: re¨²ne 240 piezas de su primera ¨¦poca.
?Ch¨¦jov no fue solo escritor, sino tambi¨¦n m¨¦dico, as¨ª que al conocimiento de las tormentas espirituales a?ad¨ªa una fina percepci¨®n sobre la salud f¨ªsica. Nacido en 1860 en Taganrog, public¨® su primer cuento cuando ten¨ªa 20 a?os. Desde entonces ya no par¨® hasta morir de tuberculosis, en 1904, en Badenweiler. Todos los cuentos y piezas c¨®micas que escribi¨® hasta 1882 aparecieron firmados con seud¨®nimo y solo a partir de 1883 utiliz¨® su nombre. Public¨® su primer libro en 1884: Cuentos de Melp¨®mene. En el relato que Raymond Carver dedica a sus ¨²ltimos d¨ªas, Tres rosas amarillas, recoge un comentario que Ch¨¦jov hizo tras una visita de Tolst¨®i. Puesto que no ten¨ªa ¡°una visi¨®n de la vida¡±, ten¨ªa que conformarse con describir la forma en que sus personajes ¡°aman, se desposan, procrean y mueren. Y c¨®mo hablan¡±. Eso fue lo que hizo.
Para Paul Viejo, el gran desaf¨ªo de reunir los cuentos completos es ofrecerle la oportunidad al lector espa?ol de seguir la evoluci¨®n de Ch¨¦jov de manera cronol¨®gica. ¡°Ahora por fin se puede ver c¨®mo fue creciendo y convirti¨¦ndose en ese maestro absoluto que nos fascina en sus obras m¨¢s redondas¡±. ?In¨¦ditos? ¡°Sobre todo de la primera ¨¦poca¡±, explica. ¡°Hay unos 60 textos que es pr¨¢cticamente seguro que no se han traducido nunca, aunque podr¨ªan llegar a 90: no es f¨¢cil comprobar si a alguien no se le ocurri¨® hacer la versi¨®n de una pieza para una revista, pongamos, de Paraguay. Ch¨¦jov tuvo que amoldarse al espacio que le ofrec¨ªan los medios donde publicaba: 15 l¨ªneas¡, pues cuentos de 15 l¨ªneas¡±. ?Y las traducciones? ¡°Su obra se ha traducido muy bien en Espa?a, por lo que, m¨¢s que encargar una nueva versi¨®n de los casi 650 cuentos que reuniremos finalmente, hemos cre¨ªdo que era una buena idea juntar tambi¨¦n a todos sus traductores. Digamos que estos cuatro vol¨²menes son tambi¨¦n una historia de la traducci¨®n de Ch¨¦jov en Espa?a: los pioneros, los que lo llevaron al gran p¨²blico, los que se incorporaron despu¨¦s y los m¨¢s recientes, entre los que me incluyo¡±.
Ch¨¦jov, ese endemoniado y preciso relojero, supo dar cuenta de cada uno de los sutiles dilemas morales a los que se enfrentan los hombres, pero lo hizo atrapando las cosas que suceden en cada momento, las peque?as y enormes calamidades, los j¨²bilos y placeres. Viv¨ªa en Mosc¨² cuando, en parte por las dificultades econ¨®micas de su familia, decidi¨® enviar algunos de sus relatos a las revistas de entonces. Su prioridad era la medicina, pero no le ven¨ªan mal los cinco kopecs que pagaban por cada l¨ªnea. Por fin La lib¨¦lula le acept¨® una de sus piezas. Carta a un vecino erudito, el texto que abre este volumen, muestra las ¨ªnfulas de un viejo suboficial cosaco que le escribe a un cient¨ªfico que se ha instalado en el vecindario. ¡°Si el hombre¡±, le dice, ¡°procediera de un simio tonto e ignorante, tendr¨ªa rabo y una voz salvaje¡±.
La brevedad, un punto de humor y salvar los escollos de la censura. Si Ch¨¦jov aceptaba esas reglas de juego tendr¨ªa sus kopecs. Las acept¨®. Una gran parte de los textos de sus primeros a?os tienen un aire juguet¨®n, bromista, desenfadado. Simula los ejercicios de una colegiala, habla de los temperamentos, parodia los anuncios de aquella ¨¦poca, escribe las divagaciones ociosas de un cadete, resume una vida a trav¨¦s de preguntas y exclamaciones. Desde el principio emergen ya esos personajes que tan bien supo trazar con dos pinceladas y, poco a poco, entre los pliegues de cada sonrisa se introduce una min¨²scula sacudida.
En 1882 quiso hacer una antolog¨ªa con sus mejores textos, pero aquel libro, Travesura, no lleg¨® a publicarse nunca. Su t¨ªtulo revela sus maneras de entonces. Poco a poco, sin embargo, fue haci¨¦ndole m¨¢s sitio al dolor, a la tristeza, a la piedad. Flores tard¨ªas, de ese a?o, ya contiene el pulso firme de un maestro: la decadencia de la familia de un pr¨ªncipe, el triunfo del descendiente de uno de sus siervos, el hijo d¨ªscolo y la hija enamorada, y una pasi¨®n que surge tarde y que resulta in¨²til. El joven Ch¨¦jov de este primer volumen de sus obras completas anuncia al que vendr¨¢ despu¨¦s. Es f¨¢cil reconocer ya las finas habilidades de ese relojero, que ajusta con precisi¨®n los engranajes para marcar con exactitud los temblores del tiempo que pasa.
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