Salvador P¨¢niker: ¡°La muerte solo preocupa a los j¨®venes¡±
El pensador contin¨²a su autobiograf¨ªa camuflada con ¡®Diario de oto?o¡¯, una vuelta sobre sus vivencias de finales de los noventa
Hace un tiempo, alguien present¨® a Salvador P¨¢niker (Barcelona, 1927) como ¡°fil¨®sofo, ingeniero, escritor, editor¡±, con una ¡°vena m¨ªstica y otra pr¨¢ctica¡±, en alusi¨®n a que su padre era originario de India y su madre catalana. A ¨¦l no le gust¨® y lo cuenta en su ¨²ltimo libro, Diario de oto?o (Mondadori). Se trata de una ¡°tipificaci¨®n cultural¡±, escribe. Pero lo cierto es que, en la medida en que alguien sea sus propios actos, P¨¢niker ha sido todo eso y m¨¢s, a lo largo de una vida llena de diversidad.
Ha cultivado la ciencia, la filosof¨ªa, la m¨ªstica. Ha sido hombre de negocios y de ocio y, dice ¨¦l mismo, con una buena vida, sentimentalmente satisfactoria, en la que ha podido hacer casi todo lo que se ha propuesto. En sus libros en forma de diario narra lo que ha visto discurrir a su lado y, tambi¨¦n, c¨®mo lo ha interpretado. El ¨²ltimo de esos vol¨²menes (de momento) acaba de aparecer, pero hay otros esperando, seg¨²n confiesa ¨¦l mismo, que ve este tipo de escritura como autoterapia. Diario de oto?o sigue la senda iniciada con Primer testamento (1985) y Segunda memoria (2000). El volumen cubre los a?os que van de 1996 a 2000 e incluye la muerte de una de sus hijas, lo que hace que el hecho de la muerte tenga un papel central en sus p¨¢ginas. Tan central, que en diversos momentos P¨¢niker repite que se trata ahora de superar el tab¨² de la muerte, una vez que se ha conseguido superar el del sexo.
Figura esencial de la cultura espa?ola de las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas, fund¨® en 1964 Kair¨®s, ¡°editorial enfocada en las tradiciones de Oriente, psicolog¨ªa profunda, di¨¢logo entre ciencia y m¨ªstica y en el ensayo en general¡±, que ahora dirige su hijo Agust¨ªn. Durante a?os presidi¨® la asociaci¨®n Derecho a Morir Dignamente y con una referencia a su actividad a favor de la eutanasia se abre precisamente el libro. ¡°Algo se ha avanzado, pero poco¡±, explicar¨¢ durante la entrevista. ¡°Al principio ten¨ªamos en contra a la Iglesia, al cuerpo m¨¦dico y al jur¨ªdico. La Iglesia oficial sigue igual, lo que no deja de ser un esc¨¢ndalo. El cuerpo jur¨ªdico ha cambiado mucho y est¨¢ bastante a favor. La clase m¨¦dica est¨¢ dividida, aunque, quiz¨¢s, un poco m¨¢s a favor que en contra. La postura de los m¨¦dicos es muy importante. En Holanda se despenaliz¨® cuando el 80% de los m¨¦dicos estuvieron a favor¡±.
Pregunta. Usted, que acepta tener una cierta religiosidad, marca serias distancias respecto a Iglesia, a la que encuadra en el ¡°integrismo religioso¡±.
Notas biogr¨¢ficas
Nacido en Barcelona en 1927, es fil¨®sofo, ingeniero, escritor y editor. Ha sido profesor de metaf¨ªsica y de filosof¨ªa en la Universidad de Barcelona. Presidi¨® casi dos d¨¦cadas la asociaci¨®n Derecho a Morir Dignamente, desde la que defendi¨® la eutanasia.
Adem¨¢s de la trilog¨ªa de sus diarios, entre sus ¨²ltimos ensayos sobre filosof¨ªa figuran Aproximaci¨®n al origen (Kair¨®s, 2009) y Asimetr¨ªas (Debate, 2008), donde desgrana un sistema filos¨®fico propio que trata de conciliar contrarios.
Respuesta. Me tengo por un religioso raro, me defino como un agn¨®stico m¨ªstico. Con m¨ªstico quiero decir que tengo o¨ªdo para la trascendencia. No soy ateo porque el ate¨ªsmo no es compatible con Juan Sebasti¨¢n Bach. Yo creo que hay algo trascendente, aunque no s¨¦ lo que es. De hecho, creo?que los grandes esp¨ªritus, incluidos los religiosos, han sido agn¨®sticos. Entre un m¨ªstico y un agn¨®stico hay una secreta afinidad. Yo tengo un club propio en el que hay escritores y tambi¨¦n m¨²sicos, casi siempre agn¨®sticos. Brahms, por ejemplo. Bach no, pero se podr¨ªa hacer un recuento de santos que fueron m¨ªsticos.
P. En ese club apenas hay literatos.
R. Yo soy un escritor b¨¢sicamente musical. Los literatos envejecen antes que los m¨²sicos. Hoy puedo escuchar un compositor del siglo?XV, pero pocos literatos me siguen hablando directamente. Y como en mi club est¨¢n los autores cuya antorcha deseo recoger, me siento m¨¢s identificado con los m¨²sicos. Hay autores que resisten: Shakespeare, Homero. Contados.
P. Volviendo a la muerte...
R. A pesar de mi avanzada edad, que har¨ªa suponer que me paso el d¨ªa pensando en la muerte, la verdad es que apenas pienso en ella. Un jesuita, Anthony de Mello, dec¨ªa que un s¨ªntoma de que una persona est¨¢ realizada es que le trae sin cuidado lo que vaya a ser de ¨¦l despu¨¦s de muerto. La muerte es m¨¢s una preocupaci¨®n de j¨®venes que de viejos. El joven puede temerla, el viejo ya ha dicho todo lo que ten¨ªa que decir. Lo que me interesa es deshacerme del ego. Hay que dedicar la primera parte de la vida a crearte un ego fuerte o te come el vecino, pero la segunda parte es para deshacerse del ego, porque sino la muerte es un asunto insoluble. Al deshacerme del ego, me reaparece lo trascendente y con ello la muerte se esfuma.
P. Eso no evita que se pregunte cu¨¢ntos a?os le quedan.
R. Yo procuro no pensar en la muerte, pero est¨¢ ah¨ª. En ese momento, mi parte oriental me ayuda a desdramatizar el asunto. La postura de Occidente respecto a la muerte es un poco hist¨¦rica y yo creo haberla superado. Y si las cosas van muy mal, espero tener el recurso de la eutanasia. Esto siempre tranquiliza.
P. Da la impresi¨®n de temer m¨¢s al envejecimiento que a la muerte.
R. Eso es cierto. La vejez es una devastaci¨®n. Claro, la asumo. Yo, en la vida, he tenido mucha suerte. He podido hacer casi todo lo que me he propuesto. Quise ser escritor y lo he sido.?Quise ganar algo de dinero y lo consegu¨ª. Mi vida sentimental ha sido muy afortunada. Mi mayor problema ha sido una salud fr¨¢gil, pero, tocando madera, no temo a la muerte, sino a la decrepitud.
P. Se pregunta usted para qui¨¦n escribe.
R. Yo recomiendo a todo el mundo escribir un diario. Ayuda a verbalizar las propias emociones y sentimientos. Los sentimientos son las emociones pasadas por el tamiz de la reflexi¨®n. Y generalmente, al reflexionar, no se acierta. Escribo como autoterapia. Cuando muri¨® mi hija escrib¨ªa para no derrumbarme. Uno escribe para tenerse en pie. Frente a la vida, que te excede, hay un margen que no se entiende; el diario ayuda.
P. Este volumen se cierra en el a?o 2000. Es de suponer que haya m¨¢s.
R. S¨ª. A medida que te vas haciendo viejo te pasan menos cosas. Mi vida social ahora es muy limitada, por lo tanto, en los ¨²ltimos escritos hay menos an¨¦cdota. Pero tampoco quiero poner mucha reflexi¨®n. Lo que pienso al respecto ya lo he incluido en otros libros. De modo que sigo y seguir¨¦ escribiendo diarios porque es lo m¨¢s honesto que s¨¦ hacer.
Babelia
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