Los peores instintos
La lucha contra el 'apartheid' enfrent¨® agriamente a Jerry Dammers con Paul Simon por 'Graceland'
Estos d¨ªas se ha colado en radios y televisiones. Pero, ay, no suena entera, perdiendo as¨ª el desenlace celebratorio. Tampoco se menciona a sus creadores, o se dice que eran ¡°los Specials¡±. Y no: Nelson Mandela, al¨ªas Free Nelson Mandela, ven¨ªa firmada por The Special AKA, reencarnaci¨®n pol¨ªticamente agresiva del grupo establecido por Jerry Dammers en 1977.
Free Nelson Mandela naci¨® por casualidad. En 1983, embriagado por la gozosa m¨²sica sudafricana, Jerry ten¨ªa una melod¨ªa sin letra. Hasta que acudi¨® a un concierto en Londres que conmemoraba el 65? cumplea?os de un preso pol¨ªtico. Como la mayor parte del mundo, Dammers ignoraba qui¨¦n era Mandela; all¨ª se enter¨®. Conmovido, convirti¨® su canci¨®n en una ardiente requisitoria para su liberaci¨®n.
Cost¨® grabarla. Como jefe, Dammers era un dictador sin tacto. Su perfeccionismo provoc¨® varias bajas. Llegaron al estudio sin las canciones terminadas y aquello se convirti¨® en una guerra de desgaste. Y Nelson Mandela no sal¨ªa. Dammers pidi¨® la ayuda de un simpatizante de la causa. Elvis Costello resolvi¨® la papeleta con eficacia y sin concesiones: hasta cort¨® el solo de piano del propio Dammers. Su producci¨®n se revaloriza compar¨¢ndola con la primera filmaci¨®n del tema, para el Channel 4: falta la tensi¨®n din¨¢mica; sobra el pasaje ska.
Aunque el tema solo llegara al n? 9 de las listas brit¨¢nicas, su impacto result¨® colosal. Universaliz¨® el nombre de Nelson Mandela; cosas de la Guerra Fr¨ªa, se populariz¨® tambi¨¦n en los pa¨ªses comunistas. Coincid¨ªa con los objetivos del Congreso Nacional Africano (CNA) de personalizar el sufrimiento del apartheid en Mandela.
Para Dammers, se convirti¨® en una obsesi¨®n. Produjo discos colectivos referentes a dramas africanos (The wind of change,?Starvation) y acept¨® formar una rama encubierta del CNA, llamada Artists Against Apartheid. Aparte de organizar eventos, AAA deb¨ªa controlar el cumplimiento del boicot cultural contra Sud¨¢frica en el Reino Unido.
El boicot contaba con la bendici¨®n de Naciones Unidas. Y con el apoyo del xen¨®fobo Sindicato de M¨²sicos brit¨¢nico, que intent¨® vetar giras de m¨²sicos sudafricanos. Dol¨ªa especialmente el asunto Sun City, la versi¨®n sudafricana de Las Vegas. Instalada en un bantust¨¢n (territorio ind¨ªgena, supuestamente aut¨®nomo), estaba exenta de las aberraciones del apartheid. Pagaba cach¨¦s alt¨ªsimos y picaron numerosos artistas: de Julio Iglesias a Queen, pasando por figuras afroamericanas asombrosamente insensibles (Tina Turner, los O'Jays, Ray Charles). En EEUU, fueron avergonzados por Sun City, que uni¨® a la plana mayor del rock y el rap, bajo la direcci¨®n de Steve Van Zandt.
Pronto, Dammers tuvo a su villano perfecto. Una superestrella, Paul Simon, hab¨ªa roto el boicot al grabar en Johanesburgo, con m¨²sicos locales, parte de lo que ser¨ªa Graceland, ¨¢lbum decisivo para publicitar mundialmente los ritmos sudafricanos. Simon se defendi¨® torpemente -"el pop no es foro adecuado para discutir asuntos pol¨ªticos¡±- e incluso aleg¨® que el CNA hab¨ªa disculpado su error: una mentira.
El 7 de abril de 1987, Simon presentaba Graceland en el Royal Albert Hall londinense. All¨ª montaron un piquete miembros del CNA, m¨¢s Jerry Dammers al frente de una delegaci¨®n de AAA que inclu¨ªa a Paul Weller y Billy Bragg. La confrontaci¨®n debi¨® divertir enormemente a los b¨¢rbaros de Pretoria: sus enemigos brit¨¢nicos enfrentados a algunos de los sudafricanos m¨¢s activos en contra del apartheid (precavido, Paul Simon contaba en el cartel con Miriam Makeba y Hugh Masekela).
Fue un choque bochornoso, del que ninguno sali¨® indemne. Simon demostr¨® una arrogancia de pop star, por encima de minucias como una decisi¨®n de la ONU. Los integrantes del CNA y AAA implicados en la manifestaci¨®n, 25 a?os despu¨¦s, confiesan su intimo malestar -amaban Graceland- pero no se disculpan.
?Y Jerry Dammers? Su compromiso se cobr¨® un alto precio. Desde 1986 no edita m¨²sica. Ni se habla con sus excompa?eros, que han revivido The Specials con gran ¨¦xito. En la d¨¦cada pasada, fund¨® The Spatial AKA Orchestra, una big band en onda Sun Ra. Econ¨®micamente inviable, no lleg¨® a grabar. El suyo es un triste paradigma de sequ¨ªa creativa, de humana testarudez. No, no creo que Mandela lo hubiera entendido.
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