Batalla de catecismos
Una periodista italiana ha escrito una gu¨ªa matrimonial que es a las relaciones de pareja lo que el Ecce Homo de Borja al arte contempor¨¢neo
Una periodista italiana, a la que quiz¨¢ por exceso de suspicacia imagino mas avispada que piadosa, ha escrito una gu¨ªa matrimonial que es a las relaciones de pareja lo que el Ecce Homo restaurado de Borja al arte contempor¨¢neo. El libro en cuesti¨®n, C¨¢sate y s¨¦ sumisa (t¨ªtulo admirable, para qu¨¦ negarlo, no inferior a Un tranv¨ªa llamado deseo o Ag¨¢rrame ese fantasma) ha sido traducido y editado por la editorial Quotidiana, que depende del Arzobispado de Granada. Por lo visto abunda en sentencias memorables (v.gr. ¡°En caso de duda, obedece. Som¨¦tete con confianza¡±), que me hacen lamentar no poder leerlo por entero, ya que estoy actualmente ocupado acabando las obras que me faltan de Dostoievski. En cualquier caso, el orientador prontuario parece en v¨ªas de convertirse en un best-seller, disputando a otro libro no menos ni peor inspirado de Bel¨¦n Esteban el liderazgo de las ventas por Amazon, etc¡
No me atrever¨ªa a discutir su contenido, porque reconozco que en cuestiones matrimoniales mis criterios son poco de fiar. Pero s¨ª que me resultan en cambio alarmantes ciertas reacciones inquisitoriales que ha despertado, incluyendo denuncias ante la fiscal¨ªa, tremolinas municipales y parlamentarias e incluso una declaraci¨®n contrita de la ministra de Sanidad e Igualdad, se?ora Ana Mato. Seg¨²n dicen los afortunados que ya lo han le¨ªdo, C¨¢sate y s¨¦ sumisa no exhorta al maltrato de la mujer ni a ning¨²n otro comportamiento delictivo. Entonces¡ ?c¨®mo se le puede ocurrir a nadie que deba ser prohibido o castigado? Como bien dijo recientemente un ministro alem¨¢n, ¡°la estupidez no puede prohibirse¡±. Ni la de derechas ni la de izquierdas, de la cual tenemos por cierto constantes pruebas impresas. Las ideas se combaten con otras ideas mejor argumentadas, los libros con otros libros m¨¢s convincentemente razonados: s¨®lo los catecismos de uno u otro signo pueden querer imponerse quemando las obras her¨¦ticas que no nos gustan. No quiero ni imaginarme la que se habr¨ªa montado si alguien pidiese poner fuera de la circulaci¨®n alguna de las apolog¨ªas del separatismo catal¨¢n o vasco que se editan un mes s¨ª y otro no: ?vuelve el franquismo, represi¨®n totalitaria, etc¡! Pero lo malo es la coacci¨®n contra las ideas, cuando no preconizan el delito, no el acierto o desacierto del planteamiento de ¨¦stas¡ que siempre lo ser¨¢ seg¨²n nuestro criterio, claro.
Las leyendas en torno al gusto por la sumisi¨®n de la mujer ¡ªhace poco las comentaba en este mismo diario mi amigo Jos¨¦ L¨¢zaro¡ª han dado lugar a horteradas literarias como 50 sombras de Grey y a novelas sutiles como El cielo protector de Paul Bowles. El libro editado por el Arzobispado de Granada enriquece poco nuestro conocimiento al respecto. Pero plantea en cambio otra vez la cuesti¨®n de por qu¨¦ los arzobispados, y la Iglesia Cat¨®lica en general, que son entidades privadas todo lo respetables que se quieran, deben ser financiadas con dinero p¨²blico, exoneradas de pagar el IBI por sus posesiones terrenales y sobre todo tener el poder de elegir o descartar a los profesores de la inveros¨ªmil asignatura de religi¨®n en el bachillerato, puntuable como si su contenido fuese cient¨ªfico, ej¨¦m. No s¨¦ si el matrimonio cat¨®lico exige de veras la paulina sumisi¨®n de la esposa al marido, no conozco casos recientes, pero lo que est¨¢ claro es que el Concordato con el Vaticano impone sumisiones c¨ªvicamente escandalosas al Estado espa?ol, que deber¨ªa ser laico, o sea no casarse religiosamente con nadie.
Lo dem¨¢s puede llegar a arreglarse si hay buena voluntad. Yo aconsejar¨ªa al Arzobispado de Granada que publicase otro libro, compensatorio de C¨¢sate y s¨¦ sumisa, dedicado esta vez a los varones: podr¨ªa titularse, por decir algo, C¨¢pate y ve a misa. Seguramente tampoco influir¨ªa demasiado en las costumbres, como va a pasar con el otro, pero quiz¨¢ tranquilizase un poco a la ministra de Igualdad.
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