?Qu¨¦ pas¨®?
Los amantes del cine se preguntar¨¢n si lo que fall¨® en Eurovegas fue que los inversores for¨¢neos no untaron lo suficiente a los conseguidores nativos
El cine logra que hagas caprichosas asociaciones con la realidad. Y todos sabemos que las licencias imaginativas que este se permite al narrar sus ficciones no son concebibles en el mundo real. ?O s¨ª? Por ejemplo, gracias a Scorsese, Coppola, Levinson y otros directores menos ilustres relacionamos el l¨²dico, alcoh¨®lico, putero, drogota y lud¨®pata universo de los casinos de Estados Unidos con la mafia, un negocio s¨®rdido regido por sus propias leyes y que solo es posible gracias a las turbias licencias que les otorgan los pol¨ªticos y a la vista gorda de la ley sobre las infinitas tropel¨ªas que se cometan en ellos.
En la segunda parte de El padrino, el cerebral g¨¢nster jud¨ªo Hyman Roth intenta convencer a Michael Corleone de que el porvenir de su gremio y el inmejorable blanqueo de dinero est¨¢ en los casinos de Cuba. Evidentemente la inversi¨®n ser¨¢ cara, ya que las cuentas privadas de Batista y de su corte les exigen un past¨®n por sus favores. Michael no acaba de ver claro el negocio al observar c¨®mo un revolucionario se inmola con una bomba para cargarse a un capit¨¢n de la polic¨ªa. Su deducci¨®n parte de que, entre los dos muertos, el polic¨ªa cobraba por hacer su trabajo y el revolucionario no. Su conclusi¨®n es que los subversivos podr¨ªan ganar la batalla. Adi¨®s a los casinos y a las comisiones de los corruptos.
Esas truculentas alucinaciones pertenecen a la ficci¨®n. Toda la gente sensata sabe que el Gobierno de Espa?a y el de Madrid solo pensaba en los puestos de trabajo y en el bien com¨²n que reportar¨ªa Eurovegas. Hasta el extremo de que dejar¨ªan fumar en templo tan productivo (imagino que la tolerancia se ampliar¨ªa subterr¨¢neamente a otras cuestiones relacionadas con el placer) y que el filantr¨®pico proyecto se ha quebrado porque el depredador Adelson exig¨ªa salvajes exenciones fiscales a este empobrecido pa¨ªs para multiplicar su inversi¨®n.
Y los amantes del cine se preguntar¨¢n: ?qu¨¦ fall¨® en el business, que los inversores for¨¢neos no untaron lo suficiente a los conseguidores nativos, que si se descubr¨ªan las fraudulentas condiciones en las que Alcorc¨®n se transform¨® en Las Vegas los responsables perder¨ªan las siguientes elecciones? Son elucubraciones vanas. En la realidad, como siempre, se ha impuesto la l¨®gica y la justicia.
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