P¨¢ginas en presente
Los libros del a?o se acercan a la actualidad, tanto desde el ensayo como desde la novela Burbuja inmobiliaria, redes sociales,la Rusia de Putin o la tensi¨®n nacionalista en Espa?a
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En la orilla. Rafael Chirbes. Anagrama
La realidad existe mientras se cuenta. Los hechos no son un escenario objetivo, sino el resultado de un orden y de una construcci¨®n. El instante puede ser muy orgulloso en nuestra sociedad, puede identificarse con un cuerpo deportivo, convertir en imperio la fugacidad de una mercanc¨ªa, pero resulta incomprensible en s¨ª mismo, no est¨¢ operativo si no se reconoce en un pasado, es decir, en un modo de intuir el futuro. La realidad es inseparable del sentido.
Rafael Chirbes es uno de los novelistas espa?oles que mejor cuenta la realidad porque lleva muchos a?os persiguiendo su sentido. Los lectores hemos celebrado el poder de la ficci¨®n, la palabra directa, la mirada certera y seca sobre los personajes y las historias, a trav¨¦s de libros como La buena letra (1992), La larga marcha (1996), Los viejos amigos (2003) o Crematorio (2007). La intimidad de los personajes, el decorado de las vidas privadas y las historias p¨²blicas se tejen en un universo narrativo que ordena e interpreta ese argumento llamado Espa?a. La dimensi¨®n ¨¦tica perfila la mirada y el vocabulario de Chirbes. Su poder es inseparable de la b¨²squeda de sentido, de la lucidez.
Quiz¨¢s podemos situar este sentido en la conciencia de que la Transici¨®n no fue en realidad el paso de una dictadura a una democracia, sino la ¨¦poca en la que pasamos de los c¨®digos econ¨®micos y vitales del subdesarrollo a las conductas del capitalismo avanzado. Una mutaci¨®n antropol¨®gica. La prepotencia del lujo, encadenada siempre al imperio del instante, no dud¨® en traicionar los viejos ideales y devorar la memoria al mismo tiempo que cancelaba el futuro como lugar solidario. Los j¨®venes rebeldes se iban vendiendo al poder, mientras el dinero lo corromp¨ªa todo. Y la mirada de protesta solo encontr¨® en ese camino, ya que todas las banderas se acomodaban a la mentira, las complicidades de la enfermedad. El deterioro del cuerpo ha ido ocupando un lugar decisivo en las narraciones de Chirbes porque la voluntad de maquillaje perpetuo acaba derrotada por la ley implacable de los a?os y la biolog¨ªa.
La ¨²ltima novela de Chirbes, En la orilla (2013), se sit¨²a ya en los a?os de la crisis econ¨®mica y entiende la irrupci¨®n de las dificultades como el estado de una agon¨ªa generalizada. El narrador busca un paisaje significativo, el pantano de Olba, y coloca un cad¨¢ver entre el fango para desatar la lucidez del sentido. La codicia, la traici¨®n, las miserias personales, la explotaci¨®n aceptada como sistema, nos hacen a todos responsables de la agon¨ªa, del desempleo, la quiebra de los negocios y la infelicidad. Eva ech¨® mano a la serpiente creyendo que era un collar de esmeraldas. Es ¡°la seguridad de que no hay ser humano que no merezca ser tratado como culpable¡±, confiesa el protagonista, Esteban, un carpintero, amo y esclavo, que se ha visto obligado a cerrar su taller y a despedir a sus trabajadores.
No hay salida. El presente es la historia de alguien que se arruina al caer en la tentaci¨®n de la avaricia. El pasado es un padre, educado en los viejos sue?os revolucionarios, que se fue separando poco a poco de la vida por culpa de sus propios rencores y de su lejan¨ªa ante una realidad despreciable. El rencor conduce tambi¨¦n a la falta de sentido y la inutilidad. Y el futuro tampoco parece una alternativa porque los descendientes nacionales siguen la senda macabra del dinero y los que llegan de fuera, empujados por una necesidad anterior, solo aspiran a competir en el fest¨ªn de la indignidad.
En esta desolaci¨®n adquiere especial protagonismo una sirvienta latinoamericana. Si los cuidados son el v¨ªnculo de una comunidad posible, el s¨ªntoma del amor y la solidaridad, En la orilla presenta una realidad muy distinta. La cuidadora ejerce el ego¨ªsmo, la hipocres¨ªa y el mundo entendido como compraventa. Igual que los dem¨¢s personajes, pertenece al deterioro y la degradaci¨®n. La voz narrativa es minuciosa, mancha todos los rincones, se convierte en obsesi¨®n, pasa del mon¨®logo a la tercera persona para no dejar nada a salvo, ni desde la perspectiva de las intimidades, ni desde la descripci¨®n exterior de la sociedad.
Los lectores de Chirbes llegamos hasta aqu¨ª. La realidad es una enfermedad mortal, una vejez sin piedad, un pantano, un vertedero. ?Y ahora qu¨¦? Es el momento de preguntarse si esta radicalidad de la mirada negativa mantiene su lealtad a la lucidez o paga la factura del rencor. ?Es que no hay nada bueno en la vida? ?Todo ser humano es sospechoso? ?El amor resulta siempre una estafa? El buenismo, desde luego, falsea cualquier meditaci¨®n. Pero, en el otro extremo, conviene tambi¨¦n preguntarse por el nihilismo totalitario y su voluntad absoluta de descr¨¦dito. ?Sirven para entender la realidad? ?No son una forma m¨¢s de acomodarse a los dictados de un poder que pretende cegar cualquier alternativa? La ¨²ltima novela de Rafael Chirbes me ha dejado estas preocupaciones.
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