Memoria del trabajador
Pel¨ªcula nacida como manifiesto cinematogr¨¢fico de Guimar?es, en ella el episodio de V¨ªctor Erice es otra muestra de su genio
Las pel¨ªculas colectivas, ya sea por la dificultad para aunar nombres y sensibilidades no ya parejos, sino al menos complementarios, o por la desidia con la que ciertos artistas se toman este tipo de, en principio, proyectos menores, no siempre acaban conformando un todo homog¨¦neo. No es el caso de Centro hist¨®rico,pel¨ªcula nacida como manifiesto cinematogr¨¢fico de la ciudad portuguesa de Guimar?es como capital europea de la cultura en 2012, que contiene cuatro cortos independientes que, sin embargo, se armonizan alrededor de la dignidad de la clase trabajadora y el absurdo de cierta concepci¨®n de la pervivencia de la memoria colectiva como simple acto f¨ªsico y no mental, moral y espiritual.
CENTRO HIST?RICO
Direcci¨®n: Aki Kaurism?ki, Pedro Costa, V¨ªctor Erice, Manoel
de Oliveira.
Int¨¦rpretes: Ikka Koivula, Ventura.
G¨¦nero: documental. Portugal, 2012.
Duraci¨®n: 85 minutos.
La pel¨ªcula, compuesta por cuatro cineastas que parecen poseer un modo de vivir el cine semejante, se abre con el segmento del finland¨¦s Aki Kaurism?ki, una miniatura que, a trav¨¦s de la figura del due?o de un bar que ya no est¨¢ de moda, entronca, como ya es habitual en el director, con un cine sin texto de ligera sonrisa ir¨®nica muy acorde con aquel Jacques Tati que no se sent¨ªa part¨ªcipe con el mundo que le hab¨ªa tocado vivir. El portugu¨¦s Pedro Costa, por su parte, recupera a Ventura, criatura de Juventud en marcha, y lo encierra, literal y metaf¨®ricamente, en un armaz¨®n de recuerdos sobre la guerra que no le permiten m¨¢s que gritar un mon¨®logo hist¨®rico e hist¨¦rico, cr¨ªptico aunque muy potente. Una pieza que puede cargar tanto como, si se logra entrar en su din¨¢mica, perturbar.
V¨ªctor Erice demuestra en Vidrios partidos que incluso en los documentales caben los giros dram¨¢ticos, eso s¨ª, inspirados en la verdad. Su corto, homenaje a la clase trabajadora y l¨¢tigo del actual ultracapitalismo, rememora las condiciones de trabajo de la f¨¢brica textil Rio Vizela, fundada en el siglo?XIX y que, antes de su cierre en 2000, lleg¨® a ser la m¨¢s grande de Europa en el sector. Erice comienza con una serie de entrevistas que parece que no llevan a ning¨²n lugar en cuesti¨®n de creatividad, pero, cuando ya avanzado su metraje, introduce a sus protagonistas en un plano que recoge su mirada ante una gran foto de los obreros en los a?os veinte, en pleno descanso para la comida, la pel¨ªcula enciende la emoci¨®n. Esos movimientos de ojos, con la foto fuera de campo, muestran la ternura, la melancol¨ªa, la tristeza, el honor, el coraje y la desesperanza de unos hombres y mujeres de otro tiempo, labradores de unos derechos sociales hoy desgraciadamente en el filo. Una nueva muestra del genio de un hombre que, y es una l¨¢stima, apenas ha podido realizar tres largos y un pu?ado de piezas de museo en 40 a?os de carrera. Que parece complicado trabajar con ¨¦l puede ser m¨¢s o menos evidente, pero de raros como Erice, y sin apenas talento, tenemos que soportar una pel¨ªcula cada dos o tres a?os.
Por ¨²ltimo, Manoel de Oliveira, con dos sencillos pero potentes picados y contrapicados de una estatua, lanza una divertida diatriba contra el turismo de la memoria digital que, quiz¨¢ por su reducido metraje (apenas cinco minutos), se disfruta mucho m¨¢s que algunas de sus pel¨ªculas.
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