La espiral del Rey
El discurso de don Juan Carlos conten¨ªa m¨¢s novedades que la programaci¨®n navide?a
Detr¨¢s de la figura del Rey se vio durante todo su discurso una espiral que los realizadores acercaban o alejaban a medida que el monarca juntaba sus ¡°convicciones¡± y sus ¡°reflexiones¡±, como llam¨® al texto que ley¨®. Digamos que las convicciones est¨¢n en el centro de la espiral, mientras que las reflexiones son sus m¨¢rgenes, esas volutas que rodean el n¨²cleo. Ya se sabe de qu¨¦ espirales hablaba don Juan Carlos: de la corrupci¨®n, de Catalu?a, del descr¨¦dito de la pol¨ªtica (del suyo tambi¨¦n, pero lo mezcl¨® con todo en la espiral de sus met¨¢foras)¡
La espiral que los realizadores acercaron o alejaron es de un gran escultor, Mart¨ªn Chirino, y desde 2003 forma parte del Patrimonio Nacional. Al Rey le gust¨®, consta, y por eso la tiene en lugar tan predominante en su jard¨ªn. Demostraron buen ojo quienes grabaron al Rey: una obra as¨ª junta m¨¢s met¨¢foras que mil palabras; es una buena imagen: sosiega, genera en el que ve la esperanza de que lo pr¨®ximo ser¨¢ m¨¢s interesante, hace volar la imaginaci¨®n, ciertamente. A Chirino se le ocurrieron estas volutas mirando la arena de su playa, Las Canteras, en Las Palmas de Gran Canaria. Un d¨ªa, dibuj¨¢ndolas con Julio Cort¨¢zar, el escritor argentino le dijo que por qu¨¦ no las dibujaba desde dentro afuera. Y as¨ª las hace.
Y as¨ª hizo el Rey el discurso, desde dentro afuera, desde el n¨²cleo del problema (lo negativo, s¨®lo hay palabras negativas en los primeros cinco minutos) a las afueras del problema, lo que la gente (y ¨¦l tambi¨¦n, no se excluy¨®) puede hacer para deshacer ese nudo. Es la primera vez que lo veo tan colectivo, tan republicano, poniendo en manos de la gente (y no s¨®lo en las manos de la pol¨ªtica, o del Parlamento), el delicado problema del 14. O hay di¨¢logo o tenemos un a?o 14 aciago. A ¨¦l ese 14 debe ponerlo en una espiral delicada: 14 fue aquel abril del 31 y 14 fue el a?o de aquella terrible primera guerra civil en Europa. Pero no volvamos al nudo de la espiral, sino a su desarrollo: o estamos juntos, vino a decir, o esa espiral no tiene (buen) fin. Fue un discurso inquietante, no crean, lo que pasa es que la espiral lo convirti¨® en una filosof¨ªa. De la unidad. Vaya usted a saber por d¨®nde se rompe, pues por propia esencia las espirales son infinitas, pero no as¨ª la vida.
Y la vida sigui¨® en las cadenas navide?as con menos vuelo que la espiral de Chirino, me temo. Me gust¨® volver a Raphael, que es quiz¨¢ el m¨¢s generoso de los divos; ¨¦l sabe que todo el mundo se sabe sus canciones, su ritmo y su origen mel¨®dico, de modo que bromea consigo mismo y tambi¨¦n con sus imitadores: nadie imitar¨¢ jam¨¢s con mejor humor a Raphael que Rafael, persona y artista en una pieza sola; y me devolvi¨® la risa (su espiral hacia adentro y hacia afuera) la capacidad que tiene el equipo de Wyoming, en La Sexta, para comentar la actualidad a bote pronto a lo largo del a?o. Esa antolog¨ªa fue de lo mejor de la noche, y aunque (como casi todo en la tele de Navidad) fue una repetici¨®n, se vio con la pupila dilatada: ?es posible que estas cosas que ellos recuentan hayan sido flor malvada de la actualidad de los d¨ªas que han pasado? La actualidad, ese pasado, s¨ª que no resiste la prueba de la espiral. Y ellos, Wyoming y los suyos, s¨ª que est¨¢n a diario en el nudo de la espiral: esa lectura del ¨²ltimo libro autoexculpatorio, sobrado, de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, es una pieza televisada de alta cr¨ªtica literaria.
Hubo perlas, claro, siempre hay perlas. Mar¨ªa Dolores Pradera (La Uno, pero tan tarde¡) es siempre una perla, ella misma, su voz. Y me gusta Paz Padilla (Telecinco, siempre con Joaqu¨ªn Prats), me gust¨® siempre, pero se han empe?ado en convertirla en una presentadora de variedades, cuando tendr¨ªa que estar en el elenco de los (mejores) humoristas del pa¨ªs. Desmont¨® una canci¨®n bien dram¨¢tica (No dejes de so?ar, Manuel Carrasco) cuya letra es un alarde tan repetitivo que no hubiera cabido en la espiral de Chirino. Y, cuando acab¨®, Paz le dijo al fogoso cantante algo as¨ª como ¡°qu¨¦ letrita, eh¡±, a lo que el artista replic¨® con un discurso que pudo haber dejado chico el discurso del Rey. Paz puso paz y a otra cosa.
Se estren¨® el humor de Goyo Jim¨¦nez y los suyos en La Uno, despu¨¦s del Rey. Buenos actores; les sobra, esa es mi humilde opini¨®n, esa espiral en la que entran los guionistas: hacer en sus sketches broma de lo que ya pas¨®. ?Si para eso est¨¢ la realidad verdadera que sale en El intermedio, o, con perd¨®n, en los telediarios! En fin: no me divert¨ª mucho, la verdad, pero me pareci¨® muy bella la espiral de Chirino. Se la perdieron TV3 y ETB, que est¨¢n en otra espiral, ya se sabe.
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