¡®The Brutalist¡¯ y lo peor de la arquitectura
Las pocas pel¨ªculas de ficci¨®n que hay sobre arquitectos los retratan como artistas incomprendidos, capaces de dar su vida por unos ideales que ocultan narcisismo y falta de voluntad de servicio. La candidata a 10 Oscars de Brady Corbet comparte ese clich¨¦. Y algunos otros
![Fotograma de la pel¨ªcula ¡®The Brutalist¡¯ dirigida por Brady Corbet.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/QPFRZDMROFFCNKHTI7GKBY454U.jpeg?auth=6504a96e5bbfc6eb9af2682b18d409500b8d8b1a2dbbc66181eca9f20c03cd41&width=414)
El problema de la pel¨ªcula The Brutalist lo anuncia la silla. Lo resume la chaise-longue en medio de la biblioteca. Teniendo un inmenso ventanal que recorre toda la pared curva ?qui¨¦n situar¨ªa la butaca de lectura en el centro de una biblioteca?
Esa primera obra que firma en Estados Unidos, L¨¢szl¨® T¨®th, el arquitecto inventado por Brady Corbet y su mujer, Mona Fastvold ¡ªnominados al Oscar al mejor guion original¡ª, es peque?a, exquisita e ingeniosa: para evitar que el sol da?e el lomo de los libros, los estantes se pliegan sobre s¨ª mismos. Sin embargo, a los due?os no les gusta, no pagan el encargo y el arquitecto no protesta y se va a trabajar a una mina.
Solo cuando la imagen de esa biblioteca dom¨¦stica aparece retratada en una revista, con la chaise-longue ¡ªinspirada en las sillas de Marcel Breuer¡ª en el centro, el due?o toma conciencia de que posee algo especial. Esta secuencia resume muchos de los problemas de la arquitectura ¡ªvalidada por las revistas¡ª y de la pel¨ªcula The Brutalist. No son los ¨²nicos.
La persecuci¨®n de los jud¨ªos, la supervivencia en un campo de concentraci¨®n nazi, la ¨¦pica de construirse una nueva vida, la dificultad de la creaci¨®n, el sue?o americano, el amor verdadero, la perseverancia, los ideales, la depravaci¨®n sexual, una relaci¨®n profesional esclavista, el viaje a Italia, la construcci¨®n de la modernidad ¡ªes decir, la reconstrucci¨®n del mundo¡ª, la capacidad transformadora del arte, el poder de las publicaciones, la salvaci¨®n y lastre de la familia, la necesidad de reconocimiento ?cu¨¢ntas cosas caben en una pel¨ªcula? Realizar el esfuerzo de meterlas todas no convierte un filme en magn¨ªfico. Tal vez s¨ª, en monumental.
Cualquier trabajo primerizo, una primera novela, un primer art¨ªculo, o el proyecto de final de carrera de un arquitecto, suele tener dos tipos de problemas. Cuando estos aparecen por defecto, esa ausencia retrata a un estudiante perezoso o incapaz. Cuando son por exceso, el estudiante suele ser demasiado ambicioso, falto de autocr¨ªtica.
The Brutalist no es el primer trabajo de Brady Corbet (36 a?os) que, con 26 ¡ªy tras una carrera como actor que hab¨ªa comenzado con 11 a?os¡ª firm¨® The Childhood of a Leader, basado en el relato de Jean-Paul Sartre, sobre la dureza de la infancia del hijo de un diplom¨¢tico americano que participa en la redacci¨®n del Tratado de Versalles¡ª. Esa primera pel¨ªcula ¡ªya co-escrita con su pareja, la noruega Mona Fastvold¡ª le vali¨® el premio al mejor debut y al mejor director en la 72.? edici¨®n de la Bienal de Venecia. No estamos, por lo tanto, ante un trabajo primerizo.
![Cartel de la pel¨ªcula ¡®The Brutalist¡¯ ideado a partir de la gr¨¢fica interpretada por el dise?ador Sebasti¨¢n Pardo.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/XTWDW3QN3RGYJCYYVPXDCH4AQE.png?auth=b3ddc83c9468264aba404ff4969fd9974f08c1847d0f76e7ff029bf53dd13303&width=414)
?Por qu¨¦, entonces, The Brutalist puede resultar una pel¨ªcula m¨¢s extensa que intensa? ?Por qu¨¦ puede parecer que carece de explicaciones y, sobre todo, de verdad? Meticulosa con el vestuario, con la recreaci¨®n ¡ªhasta crom¨¢tica¡ª de la ¨¦poca, con la direcci¨®n de actores, con el dise?o ¡ªtipogr¨¢fico y de mobiliario¡ª descuida aspectos esenciales de su principal tema: la arquitectura. En ese campo, le sobran errores y anacronismos, por eso, tal vez, su monumentalidad, que multiplica su falta de verdad, tenga mucho que ver con la arquitectura.
Corbet y Fastvold han hablado de sorpresa y agradecimiento por el ¨¦xito del film. Solo siete meses antes de comenzar su distribuci¨®n hubo varias empresas que lo declararon imposible de distribuir. De ah¨ª part¨ªan. Tambi¨¦n de la voluntariosa ambici¨®n de que la pel¨ªcula resultara ¨¦pica, trabajando con pocos medios. Corbet ha producido, por lo menos parcialmente, casi todo lo que hace. Uno de los hitos que se aplauden de este ¨²ltimo film ¡ªm¨¢s all¨¢ de recuperar la tecnolog¨ªa Vistavision, empleada por Hitchcock, o el tono mate dominante en los a?os 50¡ª ha sido su escueto presupuesto: 10 millones de d¨®lares. As¨ª, el director asegura que cuida cada d¨®lar para no tener que aceptar compromisos con empresas. No aceptar compromisos es una haza?a tan idealista como loable. Denota la misma integridad, cabezoner¨ªa o incapacidad de di¨¢logo de L¨¢szlo T¨®th, su arquitecto protagonista. Y as¨ª llegamos a la arquitectura que es donde la obra contiene sus mayores errores.
Aunque no hay ninguna pel¨ªcula en la que no aparezca arquitectura de alg¨²n tipo ¡ªsea una cueva, un aeropuerto o una ciudad¡ª, se han hecho muy pocas pel¨ªculas de ficci¨®n sobre arquitectos. El vientre del arquitecto de Peter Greenaway o la m¨ªtica El Manantial, la pel¨ªcula de King Vidor basada en la novela de Ayn Rand que, me van a permitir, tanto da?o hizo a la arquitectura ¡ªmoderna y brutalista¡ª y, me atrever¨ªa a a?adir, a esta propia pel¨ªcula. El brutalismo debe su nombre a un material, el hormig¨®n armado ¡ªb¨¦ton brut en franc¨¦s¡ª que, tras la Segunda Guerra Mundial, permiti¨® lograr una nueva monumentalidad a partir de la desnudez trabajada por el movimiento moderno. El franco-suizo Le Corbusier fue, adem¨¢s de uno de los primeros arquitectos modernos, el primer brutalista. Ninguna pel¨ªcula ha contado todav¨ªa su apasionante y contradictoria vida ni su innegable aportaci¨®n a la arquitectura.
![Fotograma de la biblioteca de la pel¨ªcula ideada por la dise?adora de producci¨®n Judy Becker.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/LZZT6KRSGRHYJEU2TXREPGDIPE.jpeg?auth=74b3c4cef0bf365446bf52cedb54f8e6e1a96b49b9ee72db563433e067dab2e4&width=414)
Como Corbet, Greenaway y Vidor mezclaban en un mismo arquitecto ¡ªguapo, alto, bastante delgado, muy torturado, sobria y elegantemente vestido¡ª una ¨¦tica a prueba de hambre, un sentido de la creatividad dram¨¢tico y un atractivo sexual notable. Esos arquitectos cinematogr¨¢ficos son creadores, mentes obsesionadas con un ideal: sacar de s¨ª mismos una gran obra por encima de resolver con belleza lo necesario para que un auditorio, una escuela, una exposici¨®n o una vivienda funcionen sin destrozar el contexto ni excederse en el presupuesto. Precisamente por esa obsesi¨®n por firmar una obra sin fisuras se defin¨ªa a estos arquitectos como heroicos e ¨ªntegros (esa palabra que, en arquitectura, se aplicaba m¨¢s a que el resultado final coincidiera con el esbozo de la primera idea a que el edificio funcionase bien o cumpliera un presupuesto). En esa l¨ªnea rom¨¢ntica de obsesi¨®n por la creaci¨®n act¨²a L¨¢szl¨® T¨®th, el infeliz arquitecto encarnado magistralmente por Adrien Brody que no solo necesita drogarse para conseguir crear, sino tambi¨¦n maltratar desp¨®ticamente a quienes trabajan con ¨¦l, menospreciando a quien tiene otra preocupaci¨®n que no sea la de la belleza. Con perd¨®n, poco parece haber aprendido de Buchenlwald, el campo de concentraci¨®n donde estuvo preso.
Ese detalle conduce tambi¨¦n a otro de los errores de la pel¨ªcula: ninguno de los grandes arquitectos europeos provenientes de la Bauhaus ¡ªque, como el propio T¨®th, llegaron a Estados Unidos desde Europa, lo hizo tras la Segunda Guerra Mundial. Llegaron antes. En realidad, fueron los profesores los que emigraron y ninguno durmi¨® en la calle: fueron tan bien recibidos que se encargaron de dirigir las escuelas de arquitectura m¨¢s importantes del pa¨ªs y, de hecho, de cambiar la forma de construir en Estados Unidos. As¨ª, Mies van der Rohe, uno de los ¨²ltimos en llegar tras cerrar la escuela en ¡ªen 1933¡ª dirigi¨® el Illimois Institute of Technology en Chicago, Walter Gropius GSD, la Escuela de Arquitectura de Harvard y L¨¢szl¨® Moholy-Nagy fund¨® The New Bauhaus en Chicago en 1937.
Tal vez por eso, chirr¨ªa que la pel¨ªcula comience como inspirada en la supervivencia de ?rase una vez en Am¨¦rica de Leone y termine con una especie de documental. Hay varios fragmentos de documentales reales durante las tres horas y media de proyecci¨®n, pero el ¨²ltimo es sintom¨¢tico. Se trata de un ep¨ªlogo en el que Corbet nos explica lo que pas¨® con el arquitecto protagonista porque, tal vez, en las tres horas y media anteriores no ha tenido ocasi¨®n de hacerlo. Ese ep¨ªlogo contiene otro error. Para 1980, la Bienal de Venecia, cuestionaba la modernidad presentando la postmodernidad.
Con todo¡ hay m¨¢s problemas arquitect¨®nicos: los edificios que T¨®th hab¨ªa firmado en Budapest son bastardos, mezclas de inmuebles modernos, parece ser que producidos con inteligencia artificial. C¨®mo afecta ese detalle al mensaje de integridad defendida a capa y espada no parece perturbar al director. Tampoco el desprop¨®sito final, el inenarrable auditorio que ha justificado tanto sufrimiento y que solo alcanzamos a vislumbrar al final. All¨ª s¨®lo queda pretensi¨®n, como si la arquitectura fuera una excusa para lograr algo incomprensiblemente abrumador. Que el edificio final sea un mal inmueble ensombrece el logro de conseguir filmar un edificio sin construirlo, pero, a¨²n peor: destruye la tesis de la pel¨ªcula. Para tanta mediocridad no hac¨ªa falta tanto esfuerzo. Corbet necesitaba que la arquitectura hablara de lo sublime. No contarlo, mostrarlo.
Al final, ese ha sido el gran defecto de mucha de la arquitectura de los ¨²ltimos tiempos, su formalismo, la importancia de su aspecto por encima de cualquier otro factor. Incluido que el edificio funcione. Y eso, justo eso, es lo que parece defender The Brutalist. Y lo intenta hacer con un edificio que formalmente es desastroso ?Por qu¨¦ ese empe?o?
En una entrevista que puede verse en Youtube, el periodista Simon Mayo le hace a Corbet esa pregunta b¨¢sica esencial. El director responde que eligi¨® la arquitectura porque esta, como el cine, es un trabajo heroico: necesita dinero y relaciones. ¡°Casi no hay pel¨ªculas sobre arquitectos¡±, a?ade.
No habla de trabajo en equipo. Solo de esfuerzo ¨¦pico. As¨ª, contin¨²a sin haber una pel¨ªcula que no mitifique la arquitectura. La mejor arquitectura es hermosa, pero no porque se imponga, lo es porque ha sabido entender a las personas y arraigar en el lugar. Lo es porque ha atendido a la historia y ha actualizado la tradici¨®n. La mejor arquitectura ayuda a mejorar la vida de las personas. Acompa?a sin imponer. No necesita gritar. Y menos, despreciar.
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