La bailarina de la impresora 3D
En su muestra 'Dad', Juli?o Sarmento plantea una versi¨®n 'ready made' a la 'Bailarina' de Degas El artista portugu¨¦s retoma el motivo de la tensi¨®n, esta vez entre obra y referente real
Parece cera. O pintura fresca. O incluso vidrio. Pero es pl¨¢stico, el mismo que se utiliza en los parachoques de los coches, el mismo que escupen las impresoras 3D, derretido, para construir desde un clip a una pistola. La versi¨®n del artista portugu¨¦s Juli?o Sarmento de La peque?a bailarina de 14 a?os de Edgar Degas (1881) no ha sido moldeada por manos humanas, sino por el fr¨ªo metal de una impresora en tres dimensiones.?
La muestra DAD, que se exhibe hasta el 9 de marzo en la galer¨ªa madrile?a Heinrich Ehrhardt, ocupa solo una peque?a habitaci¨®n. En ella, la bailarina, sobre dos viejos pal¨¦s de obra. En los muros, cuadros que enmarcan colores planos (ocre, gris), la fotograf¨ªa de un edificio, el plano de otro, perfiles de la escultura y una referencia textual: "Rose c'est la vie", invertido como en un espejo, apelando a la obra de Marcel Duchamp Why not sneeze Rose S¨¦lavy? (1921). Un ejemplo del eclecticismo de Sarmento, que tan pronto va de la performance al dibujo, y de la naturaleza fragmentaria de sus piezas: la obra no es el grabado, ni la escultura, ni su pedestal, sino el di¨¢logo que se desarrolla entre ellos.
En este caso, tambi¨¦n entre los autores que pueblan, con una presencia fantasmag¨®rica, la exposici¨®n. El nombre de la muestra, DAD, "inmediatamente refiere al ingl¨¦s de 'pap¨¢¡±, explica el autor, "pero tambi¨¦n es Duchamp after Degas, y tambi¨¦n Degas after Duchamp, que son los dos pap¨¢s del arte¡±. Una asociaci¨®n improbable y "artificial", posible solo a trav¨¦s de la voluntad del artista: "Ahora estas dos obras son indisociables, porque yo las junt¨¦".
La capacidad performativa del creador, sin embargo, se disimula detr¨¢s del peso innegable de la tecnolog¨ªa: "Yo, en la escultura, no he hecho nada. Eleg¨ª una chica en un casting, la pusimos ah¨ª, en la misma postura una hora y media, y le hicimos un escaneo digital en 3D. El programa de ordenador ha compilado todo, ha generado un archivo y lo puedes imprimir en cualquier parte". A un tama?o m¨¢s reducido que el real, por cierto: la imagen de la mujer ¡ªadulta, y no adolescente¡ª est¨¢ jibarizada para coincidir con el 1,40 metros de estatura que, presumiblemente, tendr¨ªa una ni?a de 14 a?os. Una tensi¨®n entre obra y referente que recuerda al deseo, entendido como ausencia, que inunda todo el trabajo de Sarmento: "El cuerpo de esta mujer existe en la nube,?en Internet, pero tambi¨¦n en la tierra, en alguna parte".
Y en el interior de la galer¨ªa. La presencia de una mujer evidentemente real, desnuda, en la habitaci¨®n vac¨ªa, genera una sensaci¨®n de pudor, de incomodidad, que no es ajena a la obra de Sarmento: "En una performance como Cometa [presentada en La Casa Encendida de Madrid en 2011, en ella el espectador es el ¨²nico testigo de las caricias y besos de una pareja] era excesiva. Aqu¨ª es una galer¨ªa, en un espacio compartido con m¨¢s gente, y esa intimidad no es tan latente".
Fragmento de 'Cometa', de Juli?o Sarmento, en La Casa Encendida.
Aunque es la primera vez que Sarmento esculpe con impresora ("y no ser¨¢ la ¨²ltima"), no es, ni mucho menos, la primera vez que abraza las nuevas tecnolog¨ªas. En 1997, cuando represent¨® a Portugal en la Bienal de Venecia, utiliz¨® el holograma, y el videoarte es una constante en su creaci¨®n. "Me interesaba usar una tecnolog¨ªa avanzad¨ªsima junto a la realidad de un cuerpo femenino que existe. Porque La bailarina de Degas es muy real, tiene muy poco de tecnol¨®gico".
Entre esa mujer digital hecha pl¨¢stico y las paredes, remachadas de fotograf¨ªas y grabados perfectamente anal¨®gicos, un espacio vac¨ªo. El que ocupa el visitante, que gira alrededor de La bailarina, est¨¢tica, tratando de encontrar una gu¨ªa del autor que le oriente en ese binomio uni¨®n-distancia. No la encontrar¨¢: "Yo no soy como Fellini, que hace un cine moral y caliente, que te da la historia y apunta lo que debes pensar. Yo soy bastante m¨¢s como Antonioni. Soy muy fr¨ªo, te presento los hechos y t¨² decides lo que quieres pensar". Sorpresa. El autor del deseo, de las largas piernas de Jolie valse, de la fantas¨ªa de Une Femme seule dans une biblioth¨¦que se define como "fr¨ªo". ?Y esa carnalidad tan presente en su obra, que tantas veces se ha contado? "Yo hablo de la frialdad porque todo el mundo habla del deseo".?
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