Jos¨¦ Emilio Pacheco, una obra siempre abierta
El director del Fondo de Cultura Econ¨®mica recuerda la manera en que el escreitor mexicano dedic¨® toda su vida a la literatura
Desde que hace casi sesenta a?os, a los 16, empez¨® su actividad literaria, Jos¨¦ Emilio Pacheco no par¨® de escribir, editar, traducir, ni dej¨® de producir ensayo, poes¨ªa, novela, cuentos. Tampoco dej¨® de leerlo todo.
No tendr¨ªa ¨¦l m¨¢s 22 o 23 a?os, en los primeros sesenta del siglo pasado, cuando lo conoc¨ª -yo de estudiante, unos a?os menor- en el d¨¦cimo piso de la rector¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de M¨¦xico, donde ya escrib¨ªa para la Revista de la Universidad, de la que era secretario de redacci¨®n, brillantes cr¨®nicas literarias derivadas de sus acuciosas lecturas de lo m¨¢s actual o lo m¨¢s trascendente de la literatura nacional e internacional. Eran la primera expresi¨®n de la que ser¨ªa su columna Inventario, que public¨® en la revista Proceso hasta la v¨ªspera de su muerte. Y ¨¦sta fue precisamente un texto dedicado a la muerte del poeta argentino Juan Gelman.
Y entre su muerte y la de Gelman, parecer¨ªan quedar ilustradas sus tajantes afirmaciones hechas hace unos a?os al poeta Hern¨¢n Bravo Varela sobre la fugacidad y la devastaci¨®n del paso del tiempo, que est¨¢ en el centro de la po¨¦tica: ¡°Estamos aqu¨ª porque desaparecieron los que estaban antes. Nos vamos para que otros ocupen nuestro lugar¡±. O, m¨¢s coloquial o prof¨¦ticamente, al saber de la muerte de otro allegado, Pacheco respond¨ªa que en ese momento no pensaba : ¡°Qu¨¦ alivio, me salv¨¦, al menos por ahora no fui yo¡±. "Al contrario, dec¨ªa, tengo la certeza de ser el pr¨®ximo en la lista¡±.
La de ¨¦l fue una vida dedicada palmo a palmo a la literatura. Autor de uno de los m¨¢s altos legados de las letras mexicanas, su obra --que incluye todos los g¨¦neros-- es una obra abierta. En efecto, si en vida del escritor, su obra se mantuvo abierta a la re escritura a que la someti¨® hasta su ¨²ltimo aliento, esa obra tambi¨¦n ha estado y permanecer¨¢ abierta a las lecturas m¨¢s diversas de generaciones de lectores del mundo hispano.
Por ejemplo, su novela Las batallas en el desierto ha conectado por d¨¦cadas con los lectores de todas las latitudes del libro en espa?ol. Desde los contempor¨¢neos de Jos¨¦ Emilio, como yo, hasta nuestros hijos y ahora nuestros nietos, nos hemos encontrado en sus atm¨®sferas, no importa si lo leemos en la capital mexicana o en Madrid, en Monterrey o en Barcelona. Una lectora espa?ola le se?al¨® conexiones con la serie de tele de su pa¨ªs Cu¨¦ntame como pas¨®.
Su trabajo period¨ªstico sol¨ªa rebasar los lindes tradicionales de ¡®lo cultural¡¯. Hace ya m¨¢s de 40 a?os, como jefe de redacci¨®n de La Cultura en M¨¦xico, el suplemento que dirig¨ªa Fernando Ben¨ªtez en la revista Siempre, me pidi¨® una colaboraci¨®n sobre el ataque de un grupo paramilitar a una manifestaci¨®n estudiantil, el jueves de Corpus de 1971. Y la revisi¨®n que hizo de este y otros textos dedicados a aquel episodio me dejaron en claro que hab¨ªa le¨ªdo hasta la ultima cr¨®nica de las secciones policiales sobre el hecho.
Hace pocas semanas lo salud¨¦ en el acto por los 70 a?os de El Colegio Nacional, donde ley¨® un discurso a la vez s¨®lido y emocionado. Me pidi¨® que le enviara copias de las reediciones de su obra, tanto del Fondo de Cultura Econ¨®mica de M¨¦xico, como de la filial espa?ola. Seguro pensaba reescribirlas para los nuevos lectores que seguir¨¢n leyendo sus nuevas ediciones.
* Jos¨¦ Carre?o Carl¨®n, es director general del Fondo de Cultura Econ¨®mica
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