Cinco paradas entre los paisajes de C¨¦zanne en el Thyssen
Incluso cuando pinta sus bodegones en interiores, el artista recoge la atm¨®sfera que rodea su casa de Provenza
M¨¢s de la mitad de la obra de C¨¦zanne est¨¢ dedicada al paisaje. Incluso cuando pinta sus bodegones en interiores, recoge los colores y la atm¨®sfera de las vistas que rodean su casa en la Provenza francesa, L¡¯Estanque, una vivienda propiedad de su madre en la que vivi¨® con su mujer, la modelo Hortense Fiquet. Aunque el recorrido por la exposici¨®n es una inmersi¨®n en los parajes y bosques de su entorno, nunca est¨¢ de m¨¢s se?alar las paradas esenciales dentro de los cinco cuatro espacios en los que se ha subdividido la exposici¨®n.
Un solo cuadro, pieza esencial de la colecci¨®n Thyssen, sirve de arranque de la exposici¨®n. Es Retrato de un campesino (1905-1906), una obra en la que el rostro del hombre est¨¢ desdibujado y sobre el que se funden los colores de la naturaleza. Verdes, azules y marrones se confunden entre los casta?os del fondo de la obra con el sombrero del hombre y los cielos y monta?as que le rodean.
En la segunda secci¨®n se agrupan las obras en la que los caminos son los protagonistas.
El mejor ejemplo ser¨ªa Ladera en Provenza, (c. 1890©\1892), ¨®leo prestado por la National Gallery de Londres. Durante su voluntaria retirada a Aix, caminaba cada d¨ªa sobre los campos pr¨®ximos a su vivienda. Enemigo radical de las carreteras modernas, le fascinaba seguir los senderos y caminos que en sus obras aparecen siempre cerrados al final. Son bellos caminos que no van a ninguna parte o que, en la perspectiva, no se ve la manera de traspasarlos.
La tercera secci¨®n re¨²ne escenas de desnudos y paisajes con ¨¢rboles. Las raras formas y posturas de las personas desnudas son similares a las formas que da a los troncos de los ¨¢rboles que pinta agrupados y abrazos en los bosques. La similitud es tal que algunas teor¨ªas apuntan a que los desnudos son meras enso?aciones nacidas a partir de su obsesiva mirada sobre los arbolados; una contemplaci¨®n obsesiva en la que algunos encuentran claves para desvelar obsesiones sexuales no resueltas. Curva en lo alto del Chemin des Lauves, (1904-1906), prestado por la Fundaci¨®n Beyeler y ilustra sobre su peculiar manera de contemplar la vegetaci¨®n.
En los paisajes de Auvers, la monta?a de Sainte©\Victoire, es una obsesi¨®n m¨¢s que un motivo pict¨®rico. Bajo el t¨ªtulo de El fantasma de La Sainte©\Victoire, se agrupan los bodegones realizados en el interior de su estudio en los que coloca las frutas sobre manteles a los que va dando forma de monta?a. Las telas para cubrir las mesas se van hinchando y elevando hasta adquirir un protagonismo mayor que las peras y las manzanas.
La monta?a Sainte-Victoire, (1904) del Cleveland Museum of Art y Naturaleza muerta con flores y frutas (c.1890) del Staatliche Museen zu Berlin, son dos paradas obligatorias en el recorrido. La ¨²ltima sala de la exposici¨®n est¨¢ dedicada a los juego de construcciones del artista. Las casitas unifamiliares de rojos tejados que aun hoy se extienden por los campos de la Provenza francesa, le sirvieron paraasentar lo que muchos consideran los fundamentos del cubismo.
Casa en Provenza, (c.1885) del Indianapolis Museum of Art, introduce en el universo de formas geom¨¦tricas dominadas por cubos, esferas, cilindros y conos que despu¨¦s adoptar¨ªan pioneros del cubismo como Braque, Derain, Dufy y Lhote.
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