Christie¡¯s cancela la venta de los ¡®mir¨®s¡¯ propiedad de Portugal
La operaci¨®n, que hab¨ªa sido denunciada por cinco diputados de la oposici¨®n, queda anulada en el ¨²ltimo minuto
La casa de subastas Christie¡¯s ha decidido aparcar indefinidamente la venta de 85 cuadros de Mir¨® propiedad del Estado portugu¨¦s y que deb¨ªa comenzar hoy a las siete de la tarde en Londres apelando a las ¡°incertezas legales¡± que rodean la operaci¨®n. Lo afirm¨® mediante un comunicado emitido dos horas antes de que comenzara la pol¨¦mica subasta, que ahora queda en suspenso y deja, de rebote, al Gobierno portugu¨¦s, en una dudosa posici¨®n ante el mundo art¨ªstico.
La casa de subastas insiste en que no quiere entrar a discutir qui¨¦n tiene raz¨®n en la disputa (que enfrenta al Gobierno y a la Direcci¨®n General de Patrimonio, por un lado, y al Gobierno y a la oposici¨®n, por otro) y se limita a asegurar que en las presentes circunstancias es imposible garantizar la seguridad de la compra de sus clientes. As¨ª, a?ade un cap¨ªtulo pol¨¦mico a la ya pol¨¦mica de por s¨ª (y a veces casi surrealista) subasta de estos 85 cuadros, que presentaban un valor de salida de 35 millones de euros, aunque pod¨ªan llegar a venderse por 70 millones. Las obras est¨¢n en poder del Estado portugu¨¦s despu¨¦s de que en 2008 el Gobierno luso (por entonces del socialista Jos¨¦ S¨®crates) nacionalizara, para evitar su quiebra, el Banco Portug¨ºs de Neg¨®cios, que era quien detentaba en la altura los cuadros despu¨¦s de adquirirlos dos a?os antes como garant¨ªa de un fondo de inversi¨®n.
La Direcci¨®n General de Patrimonio portugu¨¦s, por medio de un comunicado, hizo p¨²blico ayer su disconformidad con la opci¨®n del Gobierno de vender las obras. Sostiene que los cuadros podr¨ªan representar una gran posibilidad para desarrollar ¡°el tejido muse¨ªstico, cultural y hasta tur¨ªstico del pa¨ªs¡±. Y a?ade que el Gobierno deb¨ªa, por lo menos, clasificarlas y quedarse con las mejores. Y lo que es m¨¢s: avisaba de que las obras hab¨ªan salido de Portugal hacia Londres (donde se encuentran ahora) de forma irregular cuando no ilegal, ya que nadie hab¨ªa avisado a esta instituci¨®n, que se enter¨® de la subasta por la prensa. Por otra parte, un grupo de diputados acudi¨® ayer a la Fiscal¨ªa General lusa para que ¨¦sta presentara en un tribunal una demanda a fin de detener ¡°en urgencia¡± la subasta. Este tribunal administrativo declar¨® esta ma?ana legal la operaci¨®n pero los diputados socialistas ya han asegurado que se est¨¢n pensando recurrir. A todo esto, hay un movimiento cultural que envuelve intelectuales, galeristas y expertos contrario a la subasta que lleva moviliz¨¢ndose meses, que ha reunido m¨¢s de 10.000 firmas y que acusan al Gobierno de tratar el patrimonio pict¨®rico art¨ªstico del pa¨ªs como una mera mercanc¨ªa financiera, sin la menor sensibilidad art¨ªstica o cultural.
En vista del l¨ªo legal en que puede meterse (y pueden meterse los compradores), la casa Cristie¡¯s ha decidido cortar por lo sano, parar, devolver la pelota al tejado portugu¨¦s pidi¨¦ndoles a las partes, en el comunicado citado, ¡°que aclaren sus disputas legales¡±. Todo esto no saldr¨¢ gratis al Gobierno luso: algunos expertos preguntados por la prensa portuguesa aseguran que, en concepto de seguros y de transporte, la casa de subasta puede demandar cerca de cinco millones por concepto de indemnizaci¨®n.
El rocambolesco recorrido portugu¨¦s de esta colecci¨®n, que abarca todas las ¨¦pocas del artista catal¨¢n y que re¨²ne cuadros considerados por algunos expertos como verdaderas obras maestras, comenz¨® cuando en 2006, el Banco Portugu¨¦s de Neg¨®cios se la adquir¨ªa, por 34 millones de euros, al empresario y coleccionista privado japon¨¦s Kazumasa Katsuta. El objeto del banco era servirse de los cuadros para alimentar un fondo de inversi¨®n. Las obras jam¨¢s fueron expuestas en Portugal. Siempre permanecieron, bien cuidadas y conservadas, en las dependencias del banco. Algunas piezas, eso s¨ª, viajaron a Nueva York para participar en una exposici¨®n sobre Mir¨® que celebr¨® el MoMA.
Babelia
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