¡®El bola¡¯ se pone el h¨¢bito de Umberto Eco
Juanjo Ballesta se enfrenta a la escena madrile?a en el papel protagonista de 'El nombre de la rosa', su debut teatral
"Ning¨²n miedo y con muchas ganas". As¨ª dec¨ªa sentirse el actor Juan Jos¨¦ Ballesta horas antes de saltar al tablado del Nuevo Apolo como protagonista de la primera adaptaci¨®n teatral de El nombre de la rosa, el best-seller de Umberto Eco. Lo dec¨ªa a pesar de que para Ballesta es su primera vez en el proscenio, despu¨¦s de triunfar en el cine con pel¨ªculas como El bola de Achero Ma?as. Ayudaba jugar "en casa", tanto que el joven actor madrile?o de 26 a?os subray¨® no temer ni siquiera a la sombra de Christian Slater, que interpret¨® el papel en la ic¨®nica adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de los ochenta: "Hay un Adso de Slater y otro de Juanjo Ballesta".
Ayudaba tambi¨¦n confiar ciegamente en su Sean Connery, Juan Fern¨¢ndez, con el que ha compartido protagonismo durante las m¨¢s de 50 funciones antes de llegar a la capital. Fern¨¢ndez, el Sherlock Holmes con h¨¢bito y tonsura que imagin¨® el escritor piamont¨¦s, no ve ning¨²n problema en que los espectadores recuerden la pel¨ªcula o la novela: "En la novela te imaginas a los personajes. En la pel¨ªcula los ves, pero con cierto distancimiento. Aqu¨ª estamos vivos frente al p¨²blico".
Esa viveza es para el d¨²o la gran diferencia entre su relaci¨®n en escena y la que tienen Sean Connery y Christian Slater en la gran pantalla. "En la pel¨ªcula ves una relaci¨®n mucho m¨¢s fr¨ªa, en la que todo lo que cuenta es el respeto y la diferencia de rango", explica Juan Fern¨¢ndez. "Pero con nosotros fue lo contrario, hay mucho cari?o entre los dos". Ballesta lo lleva m¨¢s lejos: "Como un padre. Cada vez que me asusto, lo miro a ¨¦l. Si hablan del demonio, ah¨ª lo estoy buscando con la mirada. Como un padre". Y el efecto no fue buscado, porque ambos reconocen que encontraron esa complicidad de manera natural, simplemente actuando el uno frente al otro.
Ballesta y Fern¨¢ndez se enfrentan, junto al resto de la docena de actores que recrean la intriga monacal de la novela, a un laberinto esc¨¦nico. Am¨¦n del atrezo puntual propio del escenario ¡ªsus bibliotecas, sus mesas de copista¡ª y de los efectos esc¨¦nicos ¡ªde nieve, niebla y fuego¡ª el gran protagonista de la puesta en escena es un armaz¨®n m¨®vil con aspecto de c¨®dice milenario. Una suerte de biombo compuesto por seis portales desplegables, con una caligraf¨ªa g¨®tica inscrita sobre ellos, crea la ilusi¨®n de los muros y pasillos retorcidos de la abad¨ªa, cambiando de escena a escena y obligando a los actores a memorizar un laberinto mutante. La responsable de esta tortura para los actores, la directora Garbi Losada, afirma que era necesario este "personaje m¨¢s" para conseguir los m¨²ltiples escenarios de la novela. "Adem¨¢s, la novela gira en torno a un libro prohibido [el segundo tomo perdido de la Po¨¦tica de Arist¨®teles]", explica Losada, "y que el elemento central de la escenograf¨ªa fueran las p¨¢ginas de un c¨®dice nos parec¨ªa un acierto".
Director y actores son conscientes de que se juegan mucho en Madrid. Juan Fern¨¢ndez recuerda que "aqu¨ª vienen muchos promotores, y el futuro de la gira depender¨¢ de lo bien que nos vaya". Pero conf¨ªan que el hechizo de Umberto Eco, que encandil¨® a m¨¢s de 30 millones de lectores, no? pierda lustre en la escena. Para Ballesta, adem¨¢s, lo mejor ya ha pasado: "Me he enamorado del teatro. El teatro mola y te llena. Te hace crecer".
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