Los pecados del tango

Tal vez conozcan a Dimitri Papanikas. Presenta un programa ecl¨¦ctico, culto y elegante en Radio Nacional, Caf¨¦ del Sur (castigado por el nuevo r¨¦gimen de R3, ahora se emite en directo a las ocho de la ma?ana de los domingos; sin comentarios). Si no han coincidido, busquen sus podcasts y ya me dir¨¢n.
Explica Papanikas que, anualmente, salen en Argentina unos 200 libros tangueros. Pero el suyo, La muerte del tango, ha sido publicado -en espa?ol- por Ut Orpheus, una editorial italiana. El subt¨ªtulo puntualiza: Breve historia pol¨ªtica del tango en Argentina. Un aviso de que va a contar datos inc¨®modos. Y tambi¨¦n, sospecho, un reconocimiento de que el asunto necesitar¨ªa mayor profundidad.
Asistimos a una epopeya que se ha repetido en muchas latitudes: una m¨²sica nacida en humildes circunstancias y que asciende a encarnaci¨®n del alma nacional. Pero ning¨²n recorrido tan extraordinario como el del tango. Sus or¨ªgenes no pudieron ser m¨¢s suburbiales. En la memorable descripci¨®n de un adversario, Leopoldo Lugones, el tango era un ¡°reptil de lupanar¡±. Papanikas refleja la feroz resistencia de los padres de la patria a la ascensi¨®n del tango, aunque gozara de la aprobaci¨®n de Par¨ªs.
Y sin embargo, unas d¨¦cadas despu¨¦s, el turbulento tango era oficializado como la destilaci¨®n de la argentinidad, aunque en verdad representara una m¨ªnima parte del territorio nacional, el R¨ªo de la Plata, compartida adem¨¢s con Uruguay. Al final fue bendecido tanto por la ¨²ltima dictadura militar como por la democracia posterior. Y ahora hay una Academia Nacional del Tango, una Academia Porte?a del Lunfardo, orquestas gubernativas y hasta una Ley de Protecci¨®n del Bandone¨®n (para que no salgan del pa¨ªs los modelos vintage del venerable instrumento). Desde los tiempos de Menem, los aviones presidenciales se denominan Tango 01.
Lo que interesa a Papanikas es el proceso de construcci¨®n de la identidad argentina. Y el precio que pag¨® el tango por su vampirizaci¨®n institucional. Aqu¨ª no hay piedad. Anteriormente simpatizante de liberales y radicales, Carlos Gardel grab¨®??Viva la Patr¨ªa!, en honor del general Uriburu, que inaugur¨® en 1930 la era del golpismo con permiso para torturar y matar. Excepto por algunos testarudos, como el comunista Osvaldo Pugliese, encarcelado por Per¨®n, los m¨¢s destacados tangueros pasaron por el aro, rindiendo banderas ante el poder.
La pregunta subyacente: ?se puede ser un artista excelso, incluso est¨¦ticamente revolucionario, y lamer las botas de los militares? Respuesta: Astor Piazzolla. Imposible alegar distanciamiento o desinter¨¦s por la pol¨ªtica, cuando acept¨® girar en 1977 por Europa, subvencionado por la Armada argentina. Hombre agradecido, Astor dedicar¨ªa?Los lagartos a la unidad de comandos navales del capit¨¢n Alfredo Astiz, aquel?¨¢ngel rubio de la muerte que usaba sus encantos para infiltrarse en los grupos de familiares de desaparecidos, se?alando qu¨¦ personas deb¨ªan ser ¡°chupadas.
Piazzolla pod¨ªa proclamar, lo recogen sus Memorias, que Argentina necesitaba una dosis de fascismo, pero reaccionaba ¨¢gilmente cuando cambiaban los vientos: derrumbado el tinglado de la dictadura, tras la guerra de las Malvinas, rebautiz¨® el mismo tema como Tanguedia. Ya hab¨ªa demostrado artes de prestidigitaci¨®n: su ¨¢lbum Mundial 78, encargado por la Junta Militar, mud¨® sus t¨ªtulos poco despu¨¦s. Estaba en buena compa?¨ªa: tambi¨¦n Ennio Morricone acept¨® la generosidad de Videla y compuso el himno del evento futbol¨ªstico.
Obviamente, no conviene entender esas conductas como exclusivas del tango. Bien sabemos que, enfrentados a similares tentaciones, los m¨²sicos de otros g¨¦neros suelen bajar la testa y ponerse en la cola de las prebendas. Lo que se deduce de La muerte del tango es el alto coste de su oficializaci¨®n como m¨²sica nacional. El libro se abre y se cierra con palabras amargas del gran Rodolfo Mederos. Por ejemplo: ¡°El tango es como el lat¨ªn, una lengua muerta. Simplemente no existe. Existe en el espect¨¢culo y para el turista¡como moda¡±. Y eso duele.
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