Playa fangosa
El disparo de bolas de goma termina por convertirse en la met¨¢fora m¨¢s evidente de la impotencia. Fue una decisi¨®n equivocada
La semana pasada ya advert¨ªamos de que en la investigaci¨®n sobre los sucesos de Ceuta, que se han cobrado 15 vidas de inmigrantes subsaharianos, residir¨ªa la esencia de la gesti¨®n de la crisis. Pero no se pod¨ªan hacer peor las cosas. Partir de versiones contradictorias y prisas por lograr la exculpaci¨®n de las fuerzas fronterizas no ha contribuido, sino a lo contrario de lo que se persegu¨ªa. Y adem¨¢s inutiliza el discurso espa?ol, en el que somos v¨ªctimas tambi¨¦n de un drama del que el resto de la Uni¨®n Europea se desentiende. Por mucho que corran las autoridades a evidenciar las dificultades para enfrentarse a la presi¨®n migratoria, el ser incapaces de asumir su parte en la p¨¦sima gesti¨®n humanitaria de aquella madrugada no hace, sino torpedear el discurso.
El disparo de bolas de goma termina por convertirse en la met¨¢fora m¨¢s evidente de la impotencia. Fue una decisi¨®n equivocada y cuando menos se tarde en asumir responsabilidades, m¨¢s maniobra dejar¨¢ para empezar a gestionar el d¨ªa de ma?ana, en lugar de bracear en el fangoso d¨ªa de ayer. Puede que haya mucho oportunismo pol¨ªtico en la lectura partidista del suceso, pero es ley de vida en un oficio que tiene mucho de oportunidad y respuesta. Los pol¨ªticos sit¨²an alrededor de su despacho una serie de pararrayos jer¨¢rquicos, a imitaci¨®n de los equipos de f¨²tbol, en los que cuando llega la pa?olada pidiendo la cabeza del presidente ya han ca¨ªdo entrenadores, directores deportivos, jefes de prensa y hasta doctores y masajistas.
Las informaciones que hablan de la imposibilidad de frenar la llegada de emigrantes ilegales ni quitan ni ponen adjetivos a la inhumana gesti¨®n de ese asalto a la valla. Espa?a es pa¨ªs de emigrantes, y como tal, tiene que entender que la relaci¨®n es de ida y vuelta. Es grotesco despertar un debate en torno al derecho a la vida de la c¨¦lula concebida, mientras la ocultaci¨®n y el pragmatismo m¨¢s demencial justifican la retirada de los servicios de salud para los inmigrantes sin papeles y la crueldad desmedida contra los desesperados al otro lado de la frontera. Ni siquiera el silencio eclesial rebaja el peso de la culpa. Asumir el error es el primer esfuerzo para estar a la altura del desaf¨ªo.
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