Una m¨²sica para el futuro
Simon Rattle dejar¨¢ la Filarm¨®nica de Berl¨ªn, una de las mejores orquestas del mundo, en 2018 128 m¨²sicos elegir¨¢n sucesor debati¨¦ndose entre la energ¨ªa joven o la vuelta a las esencias El objetivo actual es la conquista de nuevos p¨²blicos y la apuesta por la modernidad tecnol¨®gica
La madrugada del 29 de enero de 1944, los aviones aliados bombardean Berl¨ªn y arrasan la Philharmonie, uno de los emblemas culturales alemanes. Cuando acaba la guerra, la orquesta se traslada al Titania Palast, un viejo cine en la vecina Steglitz. Poca cosa para Herbert von Karajan. Cuando el austriaco asume el mando en 1954 de forma vitalicia, exige levantar un auditorio a la altura de su formaci¨®n. El Muro todav¨ªa no se ha construido, pero el edificio dise?ado por Hans Scharoun se planea junto a esa silenciosa frontera entre dos mundos incomunicados. Karajan intuye que el tel¨®n caer¨¢ y mantiene en esa franja un proyecto revolucionario que escandaliza a las fuerzas conservadoras de la ciudad. Dos edificios pentagonales dorados de aspecto ultramoderno con seis estudios de grabaci¨®n y un podio central para que todo el p¨²blico estuviera siempre a no m¨¢s de 30 metros del director (para mayor gloria de Karajan) y el sonido se repartiera de forma democr¨¢tica. Un dise?o replicado luego por todos los recintos de este tipo (v¨¦ase el Auditorio Nacional o Los ?ngeles). Como siempre, la Filarm¨®nica de Berl¨ªn consult¨® con el futuro para tomar las decisiones del presente. Lo mismo que est¨¢ haciendo estos d¨ªas.
En mayo de 2015 est¨¢ previsto que hasta 128 m¨²sicos, en una votaci¨®n absolutamente democr¨¢tica, elijan al sucesor de Simon Rattle. El hombre que deber¨¢ guiarles hasta la segunda y quiz¨¢ tercera d¨¦cada del siglo XXI debe ser capaz de mantener las esencias de un sonido que ha conservado sus rasgos principales a trav¨¦s de contadas manos en 132 a?os. Pero tambi¨¦n comprender las revoluciones que la orquesta tiene ahora en marcha: la conquista de nuevos p¨²blicos fuera del auditorio, su desvinculaci¨®n de la industria discogr¨¢fica a trav¨¦s de un sello propio y un canal para emitir sus conciertos en streaming (el Digital Concert Hall), el contacto directo con sus fans con plataformas como la p¨¢gina de Facebook (con m¨¢s de 620.000 amigos) o su apertura definitiva a la sociedad dejando atr¨¢s los tiempos m¨¢s elitistas de la formaci¨®n. Empezando por la hist¨®rica ruptura con el Festival de Pascua de Salzburgo y su apuesta por un certamen m¨¢s accesible y flexible como Baden Baden.
Desde que Rattle anunci¨® hace dos a?os que se marchaba en 2018, en los c¨ªrculos filarm¨®nicos han comenzado las quinielas. El juego divierte a los m¨²sicos, pero, finalmente, no incumbe a nadie m¨¢s que a ellos. Sabemos solo que el futuro conductor ser¨¢ un buen conocedor de la orquesta, un gran artista y, probablemente, un asiduo a la Philharmonie.
Cada vez que llega una batuta invitada, los m¨²sicos punt¨²an sus habilidades y opinan sobre la conveniencia de su regreso. Eso contar¨¢. Pero tambi¨¦n la relaci¨®n establecida con ellos. Su personalidad. Ah¨ª, quiz¨¢ el mejor situado es el venezolano Gustavo Dudamel (1981), compa?ero de escenario habitual que este verano se pondr¨¢ al frente del tour estival para cubrir la baja por paternidad de Rattle. Muchos ven en ello una clara se?al. De energ¨ªa contagiosa y alejado del molde germ¨¢nico, ha tra¨ªdo aire fresco a la orquesta y ha tendido un puente important¨ªsimo con Latinoam¨¦rica. Por juventud y talento, tambi¨¦n ha sonado el nombre de Andris Nelsons (Riga, 1978). Pero el debate conceptual, como sucedi¨® con la Philharmonie 50 a?os atr¨¢s, plantea el gran dilema: mirar al futuro o recuperar las esencias. Y en ese apartado aparecen nombres como el del titular de la formaci¨®n de Dresde: Christian Thielemann (Berl¨ªn, 1951). Quiz¨¢ uno de los actuales valedores del car¨¢cter musical germ¨¢nico que, encima, regresar¨ªa a su casa. Todo es pura conjetura.
La Fil¨¢rmonica crear¨¢ su propio sello y rompe con las firmas que hasta hoy ten¨ªan sus derechos. Incluso Simon Rattle
Ulrich Kn?rer, viola y miembro de la junta de la orquesta, nos recibe en uno de los despachos de la Philharmonie el d¨ªa m¨¢s caluroso del invierno berlin¨¦s. Igual que muchos en esta rejuvenecida orquesta, se define como ¡°un ni?o de Abbado¡±. Son aquellos m¨²sicos que entraron justo cuando cay¨® el muro de Berl¨ªn y emprendieron la transici¨®n entre Karajan y el director italiano. Un proceso que Daniel Barenboim ayud¨® a suavizar durante un a?o con su colaboraci¨®n. La pregunta sobre la sucesi¨®n es obligada. ¡°Cada miembro dar¨¢ una respuesta un poco distinta. Para m¨ª, lo primero, debe ser un fascinante artista. Lo segundo, una persona muy responsable. Liderar una orquesta as¨ª es liderar una organizaci¨®n. Necesitas a alguien en quien puedas confiar y que asuma responsabilidades. Pero fundamentalmente, necesitamos contar con un fant¨¢stico m¨²sico¡±, resume.
As¨ª ha elegido durante 130 a?os a sus directores y a sus miembros. Antes, a mano alzada. Hoy, con un mando electr¨®nico. Y en esa autonom¨ªa absoluta, en el control de su propio destino, reside parte de la esencia de su sonido. La contrataci¨®n de cada nuevo int¨¦rprete, como el concertino que gan¨® la plaza el fin de semana que Babelia se encontraba con ellos, va precedida de dos a?os de prueba. Ah¨ª se mide la personalidad del artista, su responsabilidad, la capacidad para involucrarse con el proyecto. Casi la mitad de quienes superan la audici¨®n son rechazados tras el periodo de observaci¨®n. Si permanecen, pasan a ser miembros de pleno derecho en una instituci¨®n que funciona como una cooperativa totalmente independiente (aunque la fundaci¨®n que la gestiona reciba un 40% de su presupuesto de la ciudad de Berl¨ªn).
Olaf Maninger, primer chelo y m¨¢nager general del ¨¢rea medi¨¢tica de la Filarm¨®nica, llega a la cita en las oficinas de Berlin Phil Media, en el ¨²ltimo piso de una de las torres de la renovada Potsdamer Platz. Tambi¨¦n ¨¦l remite a esa independencia para entender el sonido de los berliner. ¡°Es important¨ªsimo para la m¨²sica. Se oye en el escenario. No le das a un m¨²sico un trabajo solo para que suba a tocar, cobre y lea en el peri¨®dico qui¨¦n ser¨¢ su nuevo director titular. O para que entre en su intranet y vea que el siguiente programa es Brahms y que este a?o no hay tours. Ese no es el input que debes sentir una persona creativa. Debe tener influencia en todo: con qui¨¦n toca, d¨®nde y cu¨¢ndo. Con gente frustrada no funcionar¨¢. Cuantos m¨¢s derechos des a los m¨²sicos para elegir lo que quieren hacer, mejor ser¨¢ el resultado sonoro¡±, explica quien invent¨® Digital Concert Hall (DCH), la empresa filial de la Filarm¨®nica que graba y emite sus conciertos por Internet y en la que han centrado todos los esfuerzos en los ¨²ltimos tiempos.
La idea surgi¨® hace una d¨¦cada de forma natural cuando empezaron a desplomarse las ventas de CD ¡ªotrora mina de oro¡ª y las televisiones y las radios cada vez retransmit¨ªan menos conciertos. Internet comenzaba a absorber todo el negocio de la distribuci¨®n cultural y Maninger vio la oportunidad. Hoy muchas orquestas tienen un sistema parecido. Pero entonces era solo un sue?o que se cumpli¨® a rajatabla: grabar los conciertos en HD, con calidad audio de CD, emitir uno en directo cada semana y construir un gran archivo. ¡°Fue un paso natural para una orquesta fundada en su d¨ªa en el l¨ªmite de los desarrollos t¨¦cnicos. En la ¨¦poca de Karajan se construy¨® este auditorio con seis estudios. ?l fue tambi¨¦n al l¨ªmite. Invent¨® con Sony el CD como un medio para distribuir la m¨²sica de forma global. A ¨¦l no le parec¨ªa un sonido artificial, ni a la orquesta. As¨ª que nadie en el pop o en el rock pudo decir lo contrario¡±.
La Filarm¨®nica ofrece 135 conciertos al a?o, incluyendo los tours, y tiene m¨¢s de un 97% de ocupaci¨®n en la Philharmonie. Imposible crecer en el espacio f¨ªsico. Hoy DCH tiene 30.000 abonados, y aunque pensaron que a partir de los 7.000 ser¨ªa rentable, todav¨ªa vive del patrocinio privado. Convencer a los artistas invitados para ceder sus derechos en los conciertos fue complicado. Los cach¨¦s estaban fuera de mercado: el primer cheque que entregaron a Barenboim val¨ªa 67 euros. Poco a poco cal¨® el mensaje y la compa?¨ªa acaba de renovar todo su equipo tecnol¨®gico para afrontar los pr¨®ximos a?os. Pero no acaba ah¨ª. Hay algo mucho m¨¢s simb¨®lico.
El c¨ªrculo abierto con Karajan al asociar el nombre de la orquesta a la industria discogr¨¢fica se cierra. La Filarm¨®nica de Berl¨ªn presentar¨¢ en breve su propio sello y rompe con las firmas tradicionales que hasta hoy explotaban sus derechos. Incluso Simon Rattle, actualmente vinculado a una compa?¨ªa, formar¨¢ parte de esta aventura hacia la independencia. ¡°En 2014 la industria se dedica a fabricar una caja de pl¨¢stico a la que a estas alturas todav¨ªa no logras ni quitarle el envoltorio. Lo venden por 17 euros en un tiempo en el que por ese dinero puedes tener tres meses de suscripci¨®n a plataformas como Spotify. Y no lo hacen con amor. Si produces un CD hoy en d¨ªa, tiene que haber una raz¨®n, si no siempre se podr¨¢ bajar. Pensamos que ten¨ªa que ser algo as¨ª como un ¨ªtem de coleccionista: desde el libro al packaging, al audio¡ Y esperamos que a la gente le guste¡±, expone Maninger.
Pese a los avances tecnol¨®gicos, todos los miembros de la Filarm¨®nica consultados aseguran que la ¨²nica manera de conquistar el futuro ser¨¢ recordando el pasado. Un equilibrio aportado por cada uno de los pocos maestros que ha tenido la formaci¨®n. Hans von B¨¹low, el primer director moderno de la historia ¡ªcon sus guantes blancos y excentricidades¡ª les dio esa exigencia l¨ªmite, la repulsi¨®n por la mediocridad, el trabajo; Arthur Nikisch instaur¨® esa sensaci¨®n de que cada m¨²sico era un solista, un virtuoso en el conjunto; F¨¹rtwangler dot¨® a la orquesta de ese legendario sonido surgido de los bajos e internacionaliz¨® la marca; Karajan recogi¨® la esencia de la tradici¨®n y le aport¨® una dimensi¨®n planetaria en todos los ¨®rdenes; Abbado les ense?¨® a escucharse y a tocar como una formaci¨®n de c¨¢mara ¡ªsiempre al l¨ªmite de la emoci¨®n y la sorpresa, sin pensar en el despu¨¦s¡ª, y Rattle ha rejuvenecido los atriles, ampliado el repertorio y transformado los formatos de concierto hasta lo inimaginable. Seg¨²n los m¨²sicos, les ha llevado al borde de la perfecci¨®n t¨¦cnica. El resultado es una orquesta con una creciente identidad a la que, al contrario de lo que se podr¨ªa pensar por su calidad, es complicad¨ªsimo de dirigir.
¡°El sonido de la orquesta es como una balsa de agua que crea su oleaje y te va empujando¡±, afirma el viola Joaqu¨ªn Riquelme
Algunas noches, especialmente en el ¨²ltimo de los conciertos de cada semana, sucede algo maravilloso. Los m¨²sicos, picados por ver hasta d¨®nde puede llegar cada uno, por comprobar qui¨¦n aguanta m¨¢s, estiran hasta lo imposible el momento de entrar tras recibir la se?al del director. ¡°Me acuerdo de una Segunda de Mahler, en el tercer movimiento que termina con los dos pizzicatos; Rattle daba la entrada y est¨¢bamos todos a ver qui¨¦n aguantaba m¨¢s. No entraba nadie, tres segundos¡ y ?zas! Pero esto le da vida¡±, explica Joaqu¨ªn Riquelme, viola murciano de la orquesta desde hace cuatro a?os. Esa es una de las causas de esa imperfecci¨®n que constituye la belleza del sonido de esta formaci¨®n. ¡°La gente cree que suena todo clavado y que vamos exactos, con la misma velocidad de arco, afinaci¨®n o cantidad de aire. Pero hay algo que no lo es; eso que cada uno pone de su parte y que estira el sonido. No va en hachazos, es como una balsa de agua que crea su oleaje y te va empujando. Y hay que aprovechar la fuerza del agua para navegar por todo esto. Piensa que somos 128 egos¡±.
O 128 directores, como bromea Edicson Ruiz, contrabajo venezolano de la Filarm¨®nica formado en el Sistema de Orquestas venezolano. Rattle lo sabe bien. La gran diferencia con el resto de orquestas, sostiene con su habitual humor brit¨¢nico, es que las dem¨¢s obedecen al director. ¡°En otros sitios, b¨¢sicamente, pueden leer, tocan para ti unidos y con los ritmos y las notas correctas. Eso no pasa aqu¨ª. Trabajan de otra manera, interpretan juntos como lo har¨ªa un cuarteto de cuerda. Y esperan encontrar ah¨ª su sitio. Tienes que ser muy paciente. Pero el ¨ªndice de mejora es exponencial. Los directores que vienen por primera vez pueden llevarse una buena sorpresa¡±. A menudo desagradable si no logran convencer de su visi¨®n musical. Como suele decirse, dirigir un d¨ªa a la Filarm¨®nica no es complicado. Lo dif¨ªcil es que vuelvan a invitarte.
Imaginen el trabajo de un concertino como el japon¨¦s Daishin Kashimoto, que entr¨® con 29 a?os y tuvo que lidiar con el peso de la tradici¨®n de casi un siglo y medio. ¡°Cuando empec¨¦ y toc¨¢bamos, por ejemplo, Brahms. Pensaba, ¡®?c¨®mo puedo liderar una orquesta que lleva tocando esto toda la vida de una manera determinada?¡¯. Pero luego, el sonido sale de forma natural desde atr¨¢s y te empuja con ¨¦l. Es como una ola. Y eso viene de la tradici¨®n. No queda mucha gente de la ¨¦poca de Karajan, pero es algo que se va transmitiendo¡±.
Hoy la orquesta tiene 25 nacionalidades y est¨¢ al borde de tener m¨¢s extranjeros que alemanes. Su sonido se ha internacionalizado, especialmente tras la Segunda Guerra Mundial, pero conserva sus rasgos originales. La mayor¨ªa de profesores se ha formado en la escuela alemana y casi el 40% de los atriles ha pasado por la Akademie, una suerte de cantera formativa de la Filarm¨®nica. ¡°Pero ya no es ese molde alem¨¢n idiosincr¨¢tico. Cada director trae su toque. Y cuando vienen algunos muy germ¨¢nicos, se siente como el sonido alem¨¢n sale a flote, como si estuviera guardado en un bolsillo¡±, se?ala Edicson Ruiz, uno de los tres m¨²sicos que habla espa?ol aqu¨ª. Un misterio. Como la magia con la que Abbado les conduc¨ªa a aquella inexplicable energ¨ªa.
Al final, como dice Rattle, todas las respuestas permanecen en las paredes de esta f¨¢brica de sonidos. En la parte m¨¢s alta de la Philharmonie, en una suerte de santo grial del conocimiento berliner, tres pent¨¢gonos superpuestos forman el logo de la orquesta dise?ado por el propio Scharoun. Representan la planta del edificio. Pero tambi¨¦n simbolizan la comuni¨®n entre ¡°espacio, m¨²sica y p¨²blico¡±. La esencia de todo este secreto casi m¨ªstico. Hoy las variables para entender el futuro siguen siendo exactamente las mismas. Pero los 128 han descubierto ya que el espacio y el p¨²blico, fuera de su templo dorado, son infinitos.
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