La posguerra del h¨¦roe cotidiano
Almudena Grandes recrea la supervivencia de las republicanas en el Madrid de la posguerra ¡®Las tres bodas de Manolita¡¯ destapa los trabajos forzados de menores por ¨®rdenes religiosas
Muchos a?os despu¨¦s Almudena Grandes (Madrid, 1960) volvi¨® al Valle de los Ca¨ªdos para experimentar c¨®mo el lugar casi neutro de la infancia se hab¨ªa tornado sombr¨ªo. ¡°De peque?a veraneaba en Becerril de la Sierra y fui varias veces porque era la t¨ªpica excursi¨®n que hac¨ªas con las visitas. Ahora, como experiencia est¨¦tica, no transmite absolutamente nada, pero adem¨¢s de muy feo tiene una presencia siniestra¡±.
Para escribir Las tres bodas de Manolita (Tusquets), la tercera entrega de su ambicioso proyecto literario sobre la guerra y la posguerra (Episodios de una guerra interminable), regres¨® sola en varias ocasiones con el prop¨®sito de documentarse sobre el lugar donde culmina la novela. En los a?os cuarenta el espacio era conocido como Cuelgamuros, el campo de trabajos forzados que los republicanos recib¨ªan como un destino de gracia despu¨¦s de haber sobrevivido a alguna calamitosa c¨¢rcel del r¨¦gimen.
Grandes ha cambiado el campo abierto de los guerrilleros por los mundos confinados de los presos. Y tambi¨¦n el perfil de sus protagonistas: de resistentes armados y quijotescos como los invasores del valle de Ar¨¢n (In¨¦s y la alegr¨ªa) o los maquis de las sierras de Ja¨¦n (El lector de Julio Verne) a h¨¦roes del mont¨®n, como Manolita Perales, una chica corriente que aspira a tener un marido al que llevarle la comida a diario, una tibia a quien la vida enfr¨ªa y recalienta sucesivamente, una al¨¦rgica al compromiso que acaba enredada entre la oposici¨®n comunista que se est¨¢ fraguando en el Madrid posb¨¦lico.
¡°Los personajes que me gustan son los supervivientes, ni h¨¦roes ni villanos¡±
Manolita, ni guapa ni fea; ni valiente ni cobarde; ni lumbrera ni tonta, se encuentra en abril de 1939 con algo peor que perder una guerra: perder la inocencia y convertirse en la madre de cuatro hermanos peque?os y ¨²nico puntal de los presos de la familia con 16 a?os. ¡°Los personajes que me gustan son los supervivientes, ni h¨¦roes ni villanos. Esta es una historia de resistencia ligada a la vida cotidiana. La felicidad era una manera de resistir y desafiar al r¨¦gimen. Los personajes son m¨¢s peque?os y las redes son m¨¢s peque?as. Es tambi¨¦n un homenaje a las mujeres de las colas de las c¨¢rceles, que fueron muy importantes en la creaci¨®n de redes de resistencia¡±, explica la escritora poco antes de reencontrarse en Madrid con Isabel Perales y Alexis Mes¨®n, seres reales de vidas incre¨ªbles (donde se mezcla la crudeza con la aventura) que ella ha incorporado a su ficci¨®n.
¡°Los ni?os pagaban el pecado original de ser hijos de rojos¡±
Alexis Mes¨®n Do?a guard¨® muchas colas. ¡°En la novela est¨¢n exactamente como fueron en realidad. Cada muerte era la de todos y cada alegr¨ªa, tambi¨¦n¡±. Su padre, Eugenio Mes¨®n, permaneci¨® en la prisi¨®n de Porlier hasta que fue fusilado en el cementerio del Este en 1941. Era secretario general de la JSU, cuya c¨²pula fue detenida por los golpistas de Casado, trasladada a una prisi¨®n valenciana y entregada a los vencedores a modo de morbosa ofrenda: los carceleros huyeron sin abrir las celdas. Su madre, Juana Do?a, una de las presas m¨¢s longevas (1939-41 y 1947-73), escribi¨® en Querido Eugenio la microhistoria de aquellas esperas en las que se hac¨ªan amistades, se transmit¨ªan consignas y se contaban chistes.
En ese libro hall¨® Almudena Grandes una historia ¡°sucia y rom¨¢ntica a la vez¡± que se erigi¨® en una de las piezas centrales de la novela: el ver¨ªdico caso del cura de Porlier que cobraba sobornos (una tarifa fija en dinero, tabaco y pasteles) por permitir vis a vis con los presos a un ritmo regular que debi¨® enriquecer a varias generaciones de su familia. ¡°Desconocemos a¨²n muchos episodios de la ¨¦poca. En 2002, cuando trabajaba en El coraz¨®n helado, yo cre¨ªa, como la mayor¨ªa de los espa?oles, que sab¨ªa lo suficiente de la Guerra Civil. Me enganch¨¦ a leer historia contempor¨¢nea durante diez a?os, de todas las ¨¦pocas, bandos y g¨¦neros, fue un proceso ¨ªntimo, le¨ªa para aprender y comprender y no para documentarme y descubr¨ª que no sab¨ªa nada¡±.
Isabel Perales, a la que conoci¨® en un homenaje a los republicanos en Rivas en 2008, la obsequi¨® con el relato de una vida que ped¨ªa a gritos una novela. En 1941 un decreto permiti¨® que los hijos de presos republicanos pudiesen internarse en colegios religiosos. Isabel, que ten¨ªa 14 a?os, y su hermana Pilar ingresan en el colegio de Zabalbide, que pertenec¨ªa a la orden de los ?ngeles Custodios. Mientras la peque?a s¨ª es escolarizada, Isabel descubre que es reh¨¦n de una comunidad que esclaviza a las adolescentes para lavar a destajo la manteler¨ªa de buena parte de los restaurantes de Bilbao. ¡°No habr¨ªa podido escribir la novela sin su tenebrosa revelaci¨®n de que en la Espa?a de la posguerra, los hijos de los presos ¡ªlas ni?as de Zabalbide al menos¡ª estaban sometidos a un r¨¦gimen de trabajos forzados para redimir las penas de sus padres, el pecado original de ser hijos de rojos¡±, expone la escritora en una nota al final de su obra.
La novela es la tercera entrega de la saga que inici¨® con ¡®In¨¦s y la alegr¨ªa¡¯
En un encuentro en un hotel madrile?o, hace pocas semanas, Isabel Perales, de 87 a?os, reviv¨ªa aquellos d¨ªas: ¡°Tard¨¦ en salir a la calle y en ba?arme dos a?os y medio. Ten¨ªamos piojos blancos en el cuerpo, aparte de los de la cabeza. Desayun¨¢bamos los posos del caf¨¦ que iban a recoger las ni?as cada dos d¨ªas al Arriaga¡±. En la novela est¨¢n sus penalidades y sus salvavidas. En sus manos, solo las primeras. Con el tiempo Isabel entr¨® a trabajar en el cine como doble y, m¨¢s tarde, de sastra. Fund¨® la secci¨®n de cine de Comisiones Obreras. Cant¨® La Internacional en Rojos para Warren Beatty y trabaj¨® en producciones con Sigourney Weaver, Alain Delon o Dustin Hoffman. Pero esto encajar¨ªa en otro argumento.
Hay otro personaje real sobre el que se asienta Las tres bodas de Manolita: Roberto Conesa, comisario franquista laureado en democracia que tuvo como alumno aventajado a Juan Antonio Gonz¨¢lez Pacheco, Billy el Ni?o, torturador perseverante, ahora reclamado por la justicia argentina. Fue Conesa quien encarcel¨® a Alexis Mes¨®n en Barcelona en 1973. ¡°Dirigi¨® la operaci¨®n para detener a un comit¨¦ del FRAP, estuvo en los interrogatorios y me dio las primeras hostias. A camaradas de esa ¨¦poca los sometieron a torturas similares a las de los a?os cuarenta. Pero cuando logras pasar de las palizas sin hablar y sabes que vas a ir a la c¨¢rcel aumenta la autoestima de saber que no han podido doblegarte ni humillarte¡±, reflexiona.
¡°Conesa es otro de esos casos en los que la ficci¨®n se supera por la realidad¡±, apunta Grandes. ¡°Jug¨® siempre al l¨ªmite. Fue muy listo. Se manch¨® las manos de sangre lo imprescindible. Su gran momento fue la Transici¨®n¡±, a?ade. ¡°No voy a arremeter nunca contra la Transici¨®n frontalmente porque creo que hubo una generaci¨®n que hizo lo que cre¨ªa que ten¨ªa que hacer en un esfuerzo honesto, pero ese camino que deb¨ªa llevar a alguna parte se ha desvirtuado. Fue un ¨¦xito institucional pero tiene una fragilidad cong¨¦nita: Espa?a es la ¨²nica democracia europea que no ha reprendido el fascismo y no tiene una pol¨ªtica de memoria¡±.
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