Ana Mar¨ªa Moix, desde la otra orilla
Hoy iba hablar de la temprana muerte de Ana Mar¨ªa Moix, del fr¨ªo que ha vuelto a caernos de golpe, como har¨¢ un a?o, cuando muri¨® su tocaya y amiga Anna Lizar¨¢n. Iba a hablar de algunos recuerdos, de los pocos a?os que disfrut¨¦ de sus ense?anzas, su generosidad, su humor y su ¨¦tica berroque?a, pero lo dejar¨¦ para m¨¢s adelante. Hoy quiero utilizar esta ventana para pedirle a Josep Ramoneda, flamante presidente de Grup 62, que rescate el que posiblemente sea el libro m¨¢s injustamente olvidado de Ana Mar¨ªa: De mar a mar, editado por Pen¨ªnsula en 1998, y donde se advierte con rotunda claridad de qu¨¦ materia estaba hecha.
Es un libro a dos voces: las cartas (compiladas por otra Ana, la profesora Rodr¨ªguez-Fischer) que intercambiaron entre el 65 y el 70 aquella jovenc¨ªsima escritora, 18 a?os, y la veterana Rosa Chacel, exilada en Brasil. La correspondencia arranca cuando Ana Mar¨ªa, Pere Gimferrer y Guillermo Carnero, cachorros ¡°con infantil apetito de lobo¡±, como dir¨ªa el Zurdo (o ¡°tr¨¦bol po¨¦tico¡±, en palabras de Chacel) descubren Teresa en un puesto de libros viejos de la calle Consejo de Ciento y, detectives salvajes de este lado del oc¨¦ano, se lanzan a la b¨²squeda de esta misteriosa escritora republicana de la que nada saben y de quien ans¨ªan leer todo, intuyendo que les aguarda un archipi¨¦lago de islas resplandecientes.
A las pocas semanas, Ana Mar¨ªa ya ha encontrado en Rosa Chacel a una mentora y una amiga, y comienza a hablarle, torrencialmente, de su vida familiar y universitaria, de los libros que lee, las pel¨ªculas que ve (?tiempos aquellos, en que libros y pel¨ªculas todav¨ªa eran ¡°acontecimientos vitales!"), y de sus anhelos, torturas y esperanzas. Y, claro est¨¢, de los textos que escribe de modo febril y que no llegar¨ªa a publicar. Una producci¨®n impresionante, en apenas tres a?os: novelas y relatos (La Cucafera, El gran King, Monty no ha muerto) y dos poemarios, en catal¨¢n (Temps de l¡¯home) y castellano (Una piedra en el camino). Es conmovedora la fuerza, la pureza, la autenticidad de ese albor en que ya era como ser¨ªa siempre, y conmovedor el maestrazgo humano y literario de Rosa Chacel, que la insta, imperiosamente, sin contemplaciones, a ¡°vivir y hacer vivir¡±; que recibe en sus cartas ¡°el testimonio de que mi pa¨ªs a¨²n sigue en pie¡± y, sobre todo, un eco de su propia juventud apasionada.
?Por qu¨¦ De mar a mar no tuvo en su momento el eco que merec¨ªa? Quiz¨¢s porque Chacel ya hab¨ªa ingresado en el eterno olvido espa?ol, y porque los catalogadores de turno pensaron que la correspondencia es un g¨¦nero menor, hecho de fondos de caj¨®n.
Yo pienso, por el contrario, que puede leerse como una novela de iniciaci¨®n (sali¨®, curiosamente, en la colecci¨®n Ficciones), como un fresco de ¨¦poca (la Barcelona de los a?os sesenta), como un retrato de artista adolescente, e incluso como la cr¨®nica espiritual de dos generaciones separadas por el mar y el tiempo pero unidas por un amor absoluto por la literatura. La noche de la muerte de Ana Mar¨ªa volv¨ª a releer, para tratar de recuperarla un poco, este libro admirable que me ha acompa?ado tanto y que he regalado a tantos j¨®venes escritores, y que ya no puedo obsequiar porque ha desaparecido de las librer¨ªas, a las que debe volver.
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