Letan¨ªa de la consumaci¨®n
En los arrabales de la modernidad ide¨® Baudelaire el sumidero del poeta maldito, en el que se abismaron los simbolistas, los escritores fin de si¨¨cle, los profetas de la calamidad expresionista o de la violencia de dad¨¢..., y as¨ª hasta constituir un Averno l¨ªrico dominado por la podre, la enfermedad, la ruina y el dolor sin sentido. Heredero de la escatolog¨ªa desolada de Trakl o de la obscenidad del mal de Genet, a Leopoldo Mar¨ªa Panero lo llam¨® T¨²a Blesa ¡°el ¨²ltimo poeta¡±, sambenito ret¨®rico y excesivo que remedaba un t¨ªtulo del propio autor (El ¨²ltimo hombre,1984). Ya es bastante ser el ¨²ltimo Panero, si se considera la vastedad de esa necr¨®polis familiar donde se enfrentan, arraigo contra desarraigo, Leopoldo (padre) contra Leopoldo Mar¨ªa (hijo).
Su poes¨ªa hab¨ªa dejado al aire todas las esquinas de su estilo y el alba?al de los temas (suicidio, necrofilia, nihilismo, blasfemias, drogas, alucinaciones monstruosas) a partir de As¨ª se fund¨® Carnaby Street, libro de 1970 que constaba a¨²n como in¨¦dito en Nueve nov¨ªsimos poetas espa?oles (1970), la antolog¨ªa en que lo incluy¨® el mestre Jos¨¦ Mar¨ªa Castellet ?otra ausencia presente?, rendido a los elogios con que venci¨® sus reservas el ya por entonces sabio Pere Gimferrer. All¨ª daba cuenta de su pertenencia al feudo de lo ido, ese que se sit¨²a en el env¨¦s de la civilizaci¨®n, con sus pompas y sus obras: ¡°Sitting Bull ha muerto y no hay tambores / para hacerlo volver desde el reino de las sombras. / Deseo de ser piel roja¡±.
Su poes¨ªa dej¨® al aire las esquinas de su estilo y el alba?al de los temas: suicidio, nihilismo...
Desde Poemas del manicomio de Mondrag¨®n (1987) sus versos ya no parecen avanzar, sino solo percutir obsesivamente en el mismo yunque, con una soltura en la construcci¨®n que contradice las tensiones del resultado. Su obra fue creciendo como una proliferaci¨®n celular desordenada en que la identidad autorial se disolv¨ªa en sus colaboraciones con otros autores, y, desde mitad de los ochenta, asoma como un catafalco en sucesivas ¡°poes¨ªas completas¡± que, abandonado Panero a una suerte de escritura automotriz, dejaban de serlo antes de salir de la imprenta.
Por lo dicho, cabr¨ªa entender que la llamarada negra que emite esta poes¨ªa puede asimilarse a la l¨ªrica gesticuladora a la que se entreg¨®, en la Espa?a de la longa noite de pedra (Ferreiro), una nutrida legi¨®n de airados hijos de la ira. Pero no es as¨ª. Si algo sorprende en ella ?si algo asusta de ella? es la falta de arrebato interjectivo, acaso porque el furor existencial necesita de un Dios may¨²sculo que act¨²e como un muro contra el que romper(se), y aqu¨ª solo hay un dios min¨²sculo y perturbado que se monda sus p¨²stulas en un estercolero mientras resuena (G¨®lem, 2008) una letan¨ªa de la consumaci¨®n: ¡°Fetidez del dolor / mal olor de las l¨¢grimas / espanto de existir / a solas con la nada¡±.
?ngel L. Prieto de Paula es poeta y cr¨ªtico literario.
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