Ratones
En nuestro laboratorio nacional se trabaja con un malentendido, reducir a las personas hasta tratarlas como ratones
La mejor manera de acabar con las manifestaciones es prohibirlas. As¨ª como la mejor manera de suprimir las opiniones que no nos gustan es no escucharlas. Por el camino que vamos, la disfrazada norma para amordazar la disensi¨®n colectiva tendr¨¢ rango de ley de seguridad. Pero la seguridad que se busca es la de proteger a los que est¨¢n seguros y sumar silencio para quienes est¨¢n a la intemperie. La delirante estrategia de prohibir las manifestaciones en lugares c¨¦ntricos provocar¨¢ que las protestas se desplacen a descampados de las afueras, pero tambi¨¦n, en justa reciprocidad, deber¨ªan organizar all¨ª sus desfiles, procesiones, bodas de Estado y m¨ªtines, que interrumpen el comercio minorista y el c¨®modo paseo vecinal de modo m¨¢s frecuente e igual de da?ino.
Este domingo hay un llamamiento colectivo en defensa de la cultura. La cultura, junto a la ciencia, ha sido maltratada en la operaci¨®n de salvamento de un pa¨ªs en crisis. El ah¨ªnco por proteger ciertos estatus financieros no se ha correspondido con la misma protecci¨®n hacia los valores colectivos. La mirada a largo plazo est¨¢ re?ida con la pol¨ªtica convencional. Desde los laboratorios del Instituto Sloan Kettering de Nueva York, que dirige Joan Massagu¨¦, nos han anunciado en estos d¨ªas que se trabaja en un proceso para identificar las c¨¦lulas cancerosas y su posible conversi¨®n en la met¨¢stasis mortal. Si preguntas, sabes que desde las primeras deducciones a partir de los ratones se tardar¨¢ un m¨ªnimo de 20 a?os en llegar a aplicar en humanos algunas de las soluciones.
Pero reside ah¨ª, en esa paciencia estructural, el futuro que nos espera. No hay atajos. T¨² puedes cuadrar un balance, pero si es a costa de no comprar semillas para plantar este a?o, dif¨ªcil se te pone la cosecha de los cursos venideros. El futuro es una ri?a a a?os vista, donde lo menos llamativo puede estar labrando la mejor de las esperanzas. Y uno se teme que no solo los estudios de Massagu¨¦ tengan que desarrollarse en Estados Unidos, sino cualquier otro proyecto con perspectivas de enriquecernos en el futuro. En nuestro laboratorio nacional se trabaja con un malentendido, reducir a las personas hasta tratarlas como ratones. No estamos invirtiendo en la vacuna, sino en la enfermedad.
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