El convulso rostro del siglo XX
La exposici¨®n 'Visages: Picasso, Magritte, Warhol¡' en Marsella aborda en el lugar del hombre en un mundo de atrocidades
¡°?Qu¨¦ es un rostro humano?¡±, se preguntaba Pablo Picasso, en una entrevista a la revista The Art en 1923. ¡°?Vamos a pintar lo que est¨¢ sobre la cara, lo que est¨¢ dentro de la cara o lo que est¨¢ tras ella?¡±. La eterna cuesti¨®n de la representaci¨®n de la figura humana, limitada en este caso al arte moderno y contempor¨¢neo, es el punto de partida de la vasta exposici¨®n Visages: Picasso, Magritte, Warhol¡ reci¨¦n inaugurada en el Centro de la Vieille Charit¨¦ de Marsella, en el sur de Francia. A trav¨¦s de m¨¢s 150 obras de casi un centenar de artistas aborda el lugar del hombre en el mundo del siglo XX, el de la segunda revoluci¨®n industrial y el advenimiento de la sociedad tecnol¨®gica. Un periodo marcado sobre todo por las atrocidades de las dos guerras mundiales y la culminaci¨®n del horror con la Shoah.
¡°A principios del siglo XX la representaci¨®n de la figura humana se desentiende de los c¨®digos pict¨®ricos del Renacimiento a favor de la subjetividad, de los funcionamientos mentales, de la psicolog¨ªa¡±, explica la directora de Museos de Marsella y comisaria de la muestra, Christine Poullain, que espera con su ambiciosa propuesta mantener vivo el gran impulso que ha supuesto la celebraci¨®n de la capital europea de la cultura 2013 en la ciudad costera y su regi¨®n. ¡°Con las guerras, el auge del individualismo, la preeminencia de las tecnolog¨ªas, el sujeto se ha encontrado en desfase, en extra?eza, respecto a ¨¦l mismo¡±, a?ade.
El tono desangelado de este siglo pasado lo da de entrada al inicio de la exposici¨®n la figura de yeso de la cajera de Movie House (1966-1967) del estadounidense Georges Segal, encerrada en su taquilla. Transmite una enorme sensaci¨®n de soledad y de vac¨ªo, pese al imaginable ajetreo en hora punta. ¡°Est¨¢ como atada, alienada, representa el desamparado de esa sociedad americana¡±, apunta Poullain. En total, m¨¢s de 150 pinturas, dibujos, fotograf¨ªas y escultura, incluidas ¡°las figuras torturadas de Bacon, los cruces de espejo de Magritte, la inexorable marcha hacia el destino de los personajes de Giacometti, los rostros inmovilizados de Streuli, los retratos inexpresivos y ausentes de Katz¡± recorren as¨ª el convulso siglo.
Entre las peque?as salas de este antiguo hospicio clasificado como monumento hist¨®rico, el viaje nos traslada primero al Berl¨ªn de entre guerras, con el movimiento de la nueva objetividad, en el que Georges Grosz dibuja sin empat¨ªa a unos personajes perdidos entre la multitud, que se cruzan sin mirarse. De la mecanizaci¨®n y deshumanizaci¨®n de la sociedad deja constancia Los Campesinos alemanes (1932) de Franz Wilhelm, retratados como fr¨ªo peones. En v¨ªsperas de la Segunda Guerra Mundial, en la que fue preso en un campo de prisioneros alem¨¢n, el franc¨¦s Jean H¨¦lion, cofundador del grupo Art Concret, laboratorio de la abstracci¨®n geom¨¦trica, regresaba por su parte a la figuraci¨®n: ¡°otras revoluciones, otros disturbios agitaban el mundo y lo destru¨ªan como yo mismo destru¨ª la abstracci¨®n¡±.
El sujeto se borra ante el culto de la imagen en los 60, de la mano de Andy Warhol, del que la muestra recupera su faceta de dibujante, con un enorme retrato de Mao Tse Tung (1972). Tambi¨¦n ha rescatado una serigraf¨ªa del feliz retrato de Jackie Kennedy tomado apenas unas horas antes del asesinato de su marido en Dallas. El brasile?o Vik Muniz indaga de nuevo en este desfase entre la apariencia y lo vivido con su retrato de Romy Schneider (2004) cubierta de diamantes, imagen glamorosa tras la cual se esconde un tr¨¢gico destino.
La representaci¨®n de la figura en sociedad da lugar a una segunda tem¨¢tica en la que se adentra en la intimidad, en c¨®mo se ve el propio sujeto, resumida perfectamente por la Mujer con espejo de 1959 de Picasso (elegida como cartel de la exposici¨®n) en la que la que la retratada se observa tal y como se sue?a. ¡°Yo es otro¡±, escrib¨ªa Rimbaud. Tremendo de seriedad es el retrato familiar que nos deja el italiano Gino Severini, de 1936, en pleno auge del fascismo, con el peri¨®dico en mano como testimonio de aquel oscuro periodo hist¨®rico.
El camino a la tercera y ¨²ltima faceta que explora la exhausta muestra, el de la mente, la representaci¨®n de las fantas¨ªas y los deseos, lo inicia De Chirico, con sus maniqu¨ªes sin rostro entre decorados de teatro, que abre la v¨ªa al surrealismo. La sensaci¨®n que se desprende de estas interpretaciones metaf¨ªsicas es igual de inquietante que el resto del recorrido, entre los demonios de Vladimir Velickovic, en su tr¨ªptico Persecuci¨®n 77 (1977) ¡ª¡°quiero que mis pinturas dejen cicatrices¡±, dec¨ªa¡ª o la perturbador Ritva en su sill¨®n (1985) de Antonio Saura.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.