12-M
Diez a?os despu¨¦s resulta a¨²n m¨¢s evidente y lamentable que no supi¨¦ramos usar tanto dolor y tantas l¨¢grimas para unirnos m¨¢s y mejor
Lo poco que podemos ofrecer los espa?oles a las v¨ªctimas de los atentados del 11-M, tan cercanas, pero al mismo tiempo tan inalcanzables para nuestro consuelo, es poner las condiciones para que alcancen el d¨ªa siguiente. Ya ha pasado una d¨¦cada y, aunque no lo parece, algunas cosas han empezado a cambiar. Ahora hay una generaci¨®n de adolescentes que se acercan al momento sin memoria ni prejuicios. Son ellos los que necesitan encontrar un pa¨ªs capaz de enfrentarse al relato compartido. Los medios de comunicaci¨®n hacen un esfuerzo loable por colocar a las v¨ªctimas en primera l¨ªnea, para tratar con sutileza la matanza y al mismo tiempo rendir el tributo necesario al recuerdo. Las intemperancias de otros a?os comienzan a amainar. En el fondo, los atentados y la informaci¨®n gubernamental de los tres d¨ªas siguientes forman una argamasa dif¨ªcil de digerir, inc¨®moda para muchos, casi desquiciante.
Resulta asombroso escuchar a algunos de los responsables de avivar durante a?os las teor¨ªas conspiratorias y la rabia pol¨ªtica por delante de cualquier consideraci¨®n, caminar hacia la aceptaci¨®n judicial. Por m¨¢s que creamos que nada cambia, a zancadas evidentes la historia nos pasa a todos por encima. Hace poco escuchamos decir al director de El Mundo en una entrevista televisiva, tras su relevo en el cargo, que consideraba poco probable la conexi¨®n de ETA con los responsables yihadistas del atentado. Supongo que se agota la fisura por la que a¨²n aspiraban a reescribir algunos de los d¨ªas m¨¢s conmovedores y tambi¨¦n m¨¢s indignantes de la historia reciente de Espa?a.
Las salpicaduras del 11-M afectaban a estamentos pol¨ªticos y medi¨¢ticos, que eran incapaces de asumir un error de c¨¢lculo. De ah¨ª que se tuvieran que escuchar descalificaciones hasta contra algunas v¨ªctimas, que fueron las primeras que se rebelaron contra tanta manipulaci¨®n. Fueron aquellas personas v¨ªctimas dos veces y ejemplificaban como nadie la petrificaci¨®n de todo un pa¨ªs en una misma fecha. Diez a?os despu¨¦s resulta a¨²n m¨¢s evidente y lamentable que no supi¨¦ramos usar tanto dolor y tantas l¨¢grimas para unirnos m¨¢s y mejor. Pero como a¨²n brotan las l¨¢grimas espont¨¢neas en cada aniversario puede que el futuro nos ayude a reconciliarnos con el pasado y amanezca alguna vez un 12 de marzo que nos encuentre unidos.
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