Amor y hecho diferencial
Con un arranque en¨¦rgico puntuado por r¨¦plicas tan eficaces como feroces, la pel¨ªcula va vini¨¦ndose abajo por diversos motivos
Al Sacha Baron Cohen que, en Borat (2006), demostr¨® que el prejuicio cultural marca, de manera grotesca, la relaci¨®n con el Otro en la aldea global, le pondr¨ªa los dientes muy largos un pa¨ªs como el nuestro, donde entre una comunidad aut¨®noma y otra (y entre un barrio y otro) parecen alzarse muros infranqueables. Uno de los recursos del humor pol¨ªticamente incorrecto consiste en amplificar prejuicios y lenguajes de la ofensa para cuestionarlos. En Ocho apellidos vascos, los guionistas Borja Cobeaga y Diego San Jos¨¦ plantean un mecanismo prometedor, que Emilio Mart¨ªnez-L¨¢zaro no ha recibido con la misma complicidad que, en su d¨ªa, le generaron las propuestas de David Trueba y Mart¨ªn Casariego en Amo tu cama rica (1992): una vasca ¡ªuna imagen de la otredad para el espa?ol medio¡ª y un andaluz ¡ªmetonimia ¨²til para una consensuada, pintoresca y amable idea de Espa?a¡ª como polos de una improbable comedia rom¨¢ntica.
OCHO APELLIDOS VASCOS
Direcci¨®n: Emilio Mart¨ªnez-L¨¢zaro.
Int¨¦rpretes: Clara Lago, Dani Rovira, Carmen Machi, Karra Elejalde, Alfonso S¨¢nchez, Alberto L¨®pez.
G¨¦nero: comedia. Espa?a, 2014.
Duraci¨®n: 90 minutos.
Con un arranque en¨¦rgico puntuado por r¨¦plicas tan eficaces como feroces, la pel¨ªcula va vini¨¦ndose abajo por diversos motivos. De entrada, una err¨¢tica direcci¨®n de actores que afecta en especial a la verosimilitud de la protagonista: Clara Lago parece estar recibiendo indicaciones contradictorias todo el rato, en aras de dotar de contornos amables a un personaje que hubiese funcionado mejor cuanto m¨¢s problem¨¢tico e inasumible como ideal rom¨¢ntico fuera. Se suman a ello progresivas inconsistencias de guion ¡ªesa boda convocada en dos d¨ªas¡ª y el escaso afecto entre el cineasta y su material, aspectos ambos que el estado de gracia de Dani Rovira, Karra Elejalde y Carmen Machi logran atenuar hasta que la cat¨¢strofe se impone en el tramo final. Ocho apellidos vascos, una excelente ocasi¨®n malograda, desemboca en una secuencia que tal cual est¨¢ ¡ªsin subtextos, distancia, ni contrapuntos¡ª podr¨ªa haber aplaudido el Vizca¨ªno Casas de Las autonosuyas.
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