Nueva literatura brasile?a: Joven, blanca, urbana y de clase media
La ¨²ltima generaci¨®n de escritores brasile?os se distancia del exotismo y cultiva una narrativa cosmopolita y global
Si hubiera un hastag del escritor brasile?o menor de 40 a?os ser¨ªa var¨®n, blanco, urbano, cosmopolita e indiferente a una realidad social de contrastes brutales. ¡°Este es un pa¨ªs muy desigual¡±, dice Antonio Prata (S?o Paulo, 1977), cuyas historias, que compagina con colaboraciones en el diario Folha de S?o Paulo y con guiones para televisi¨®n, est¨¢n ambientadas en su ciudad natal y reflejan en cierta manera el ascensor social de una de las megal¨®polis del planeta. ¡°Si vas a un concierto en la Sala S?o Paulo, no ver¨¢s ning¨²n negro entre el p¨²blico. En toda mi vida escolar, nunca tuve un compa?ero negro, aunque gran parte de la poblaci¨®n lo sea. Solo se dedica a la literatura aquel que est¨¢ alfabetizado y la mayor¨ªa son de clase media para arriba y viven en las grandes ciudades. Hay, claro, excepciones como en todo. Tal vez el libro m¨¢s importante de los ¨²ltimos 20 a?os sea Ciudad de Dios, de Paulo Lins: es negro y viene de la periferia".
Si como dijo el cr¨ªtico literario Antonio Candido en el pr¨®logo del famos¨ªsimo Ra¨ªces de Brasil? (Fondo de Cultura Econ¨®mica, 1955) de S¨¦rgio Buarque de Holanda, una generaci¨®n se caracteriza porque ¡°sus miembros se ven al principio diferentes unos de otros y, al poco tiempo, van pareci¨¦ndose tanto que acaban desapareciendo como individuos¡±, est¨¢ claro que se puede hablarse de una nueva literatura entre los nacidos despu¨¦s de los a?os 70, muy alejada del regionalismo y del costumbrismo de sus mayores, de moda tras la independencia del pa¨ªs. A despecho del clich¨¦ del exotismo, la diversidad y la multietnicidad asociadas con el gigante suramericano, la nueva narrativa brasile?a podr¨ªa estar ambientada en Par¨ªs, Londres y Madrid y, de hecho, lo est¨¢. ¡°Aunque si escribir historias ambientadas en otros pa¨ªses fuese un problema, Shakespeare no existir¨ªa¡±, asegura Carola Saavedra (Santiago de Chile, 1973) una de las escritoras j¨®venes m¨¢s premiadas.
Prata y Saavedra son dos de los nombres m¨¢s interesantes del panorama actual en el que estar¨ªan entre otros Jo?o Paulo Cuenca (Rio de Janeiro, 1978), Christiano Aguiar (Campina Grande, 1981), Luisa Geisler (Canoas, 1991), Emilio Fraia (S?o Paulo, 1982) o Laura Erber (Rio de Janeiro, 1979), varios de ellos se?alados como estrellas emergentes por la edici¨®n que la prestigiosa revista brit¨¢nica Granta dedic¨® a Brasil y algunos participantes en la ¨²ltima Feria de Francfort en la que el pa¨ªs fue el invitado principal.
¡°Hay un gran deseo de distinguirse y de alejarse de la generaci¨®n anterior¡±, dice Cuenca, elegido como uno de los 39 mejores escritores latinoamericanos menores de 40 a?os por el Hay Festival de Colombia y autor, entre otras, de Cuerpo presente (Ed. Planeta, 2002) o La ¨²ltima madrugada (Ed. LeYa, 2012), y que compagina la fascinaci¨®n por la cultura japonesa con el compromiso social e incluso lleg¨® a promover en Internet el derecho de manifestaci¨®n tras las protestas de junio de 2013. ¡°No soy el ¨²nico que piensa as¨ª, lo que pasa es que el resto de mis contempor¨¢neos no son tan sinceros como yo, son mucho m¨¢s pol¨ªticos en el peor sentido de la palabra¡±, apunta con su perfecto espa?ol (su padre es argentino) salpicado de palabras cariocas.
Con cinco obras publicadas y varias traducidas, el universo literario de Cuenca se mueve entre la ciencia ficci¨®n y la novela negra, entre Philip K. Dick, Allan Poe, Murakami y Orwell, entre la obsesi¨®n por las redes sociales y las nuevas tecnolog¨ªas y los escritores cariocas del siglo pasado, aunque ahora la frontera entre la realidad y la ficci¨®n se ha borrado. Su pr¨®xima novela, que saldr¨¢ este a?o, se titula La muerte de J. P Cuenca y tiene un aire autobiogr¨¢fico con reminiscencias de El tercer hombre, el cl¨¢sico de Carol Reed. ¡°Ocurri¨® en 2008, cuando la polic¨ªa descubri¨® un cad¨¢ver en un edificio ocupado en el centro de R¨ªo. Llevaba mis documentos de identidad y mi partida de nacimiento. A partir de ah¨ª, contrat¨¦ a un detective y reconstru¨ª la historia como una trama policial¡±, dice el autor de El ¨²nico final feliz para una historia de amor es un accidente (Lengua de Trapo, 2012) .
¡° Pluralidad es la palabra clave cuando se habla de est¨¦ticas contempor¨¢neas¡±, asegura Christiano Aguiar que, con un solo libro de cuentos (Al lado del muro, Ed. Din?mica, 2006) sacudi¨® la escena literaria brasile?a, ganando el premio Osman Lins de cuentos al a?o siguiente, y ahora prepara varios ensayos sobre sus contempor¨¢neos. ¡°Las grandes ciudades son el escenario privilegiado de nuestra ficci¨®n, aunque algunos escritores tambi¨¦n abordan los temas rurales o el interior. Cada vez con m¨¢s frecuencia, se mezcla la erudici¨®n con g¨¦neros considerados menores como la fantas¨ªa, el horror o la ciencia ficci¨®n. En cambio, resulta menos importante el compromiso con la indagaci¨®n y la creaci¨®n de una identidad nacional, al menos si nos comparamos con generaciones anteriores¡±, concluye.
Esa literatura ciudadana dominada, como en otros pa¨ªses, por la llamada autoficci¨®n, la mezcla de g¨¦neros, el auge del cuento, que tiene una larga tradici¨®n, y la narrativa fragmentada y epis¨®dica propia de las redes sociales, no solo elude el compromiso, caracter¨ªstico de la llamada generaci¨®n 90, surgida en esa d¨¦cada, con nombres como Luiz Ruffato o el propio Lins tras la dictadura militar entre 1964 y 1985. Tambi¨¦n rechaza una rica tradici¨®n literaria centenaria y vive en la lucha entre identidad y cosmopolitismo, signo de los tiempos, sobre todo en los pa¨ªses emergentes y Brasil lo es, con el 75% de su poblaci¨®n viviendo en ciudades de m¨¢s de un mill¨®n de habitantes. ¡°Ya hubo una gran ruptura en los a?os 70, que cerr¨® un ciclo m¨¢s o menos cl¨¢sico de la ficci¨®n y la poes¨ªa del siglo XX¡±, dice Cristov?o Tezza, que por edad (61) y obra (su libro El hijo eterno, por ejemplo, publicado en 2007) es ya casi un cl¨¢sico. ¡°En los a?os 80 y 90, entr¨® en una especie de hibernaci¨®n con una generaci¨®n intermedia que aport¨® nuevos caminos, pero fue una transici¨®n. La caracter¨ªstica de la nueva literatura es su ruptura con la tradici¨®n cl¨¢sica. Refleja rotundamente la nueva realidad econ¨®mica, pol¨ªtica y social de Brasil. Hoy, el pa¨ªs es profundamente urbano e intenta dialogar con la realidad internacional¡±, asegura.
A ese proceso habr¨ªa que sumar la aparici¨®n de una clase media de 40 millones de personas, la llamada clase C, inexistente hasta apenas una d¨¦cada, que demanda un mayor bienestar y cuya vitalidad contrasta con impotencia con la que los pol¨ªticos se enfrentan a las crecientes protestas sociales. ¡°Esta tendencia universalista y cosmopolita no tiene por qu¨¦ ser vista como algo negativo, p¨¦rdida de identidad o algo semejante. Simplemente, las exigencias de hoy son otras¡±, apunta Tezza.
Muchos cr¨ªticos sostienen que la mejor literatura que ahora se escribe en Brasil es la femenina, m¨¢s trimidimensional y compleja, m¨¢s destroyer a la hora de romper tab¨²es. Hay pioneras como Claudia Tajes (Porto Alegre, 1963) cuyas novelas (Vida dura, Loco por los hombres o La vida sexual de la mujer fea) son una disecci¨®n de la sexualidad brasile?a, te?ida de humor, o Beatriz Bracher (S?o Paulo, 1961) con No habl¨¦, sobre un profesor torturado durante la dictadura militar, que han abierto camino a las m¨¢s j¨®venes: Carol Bensimon (Porto Alegre, 1982), Tatiana Salem Levy (Lisboa, 1979), admirada por el brit¨¢nico Ian Mc Ewan, premio S?o Paulo de Literatura en 2008, o la propia Saavedra cuyo libro Flores azules (Ed. Companhia das Letras), una especie de resurrecci¨®n del g¨¦nero epistolar en pleno siglo XXI, fue elegido tambi¨¦n en 2008 como el mejor por la cr¨ªtica paulista y que publicar¨¢ a finales de marzo? El inventario de las cosas ausentes. ¡°No veo diferencias en cuanto a la calidad de la escritura ni en cuanto a la visibilidad, aunque s¨ª en los premios literarios donde la proporci¨®n acostumbra a ser de ocho hombres por dos mujeres¡±, dice Saavedra. ¡°Estamos en un momento ¨®ptimo. No porque la literatura sea mejor ahora que hace 20 a?os, sino porque es una ¨¦poca bastante favorable a los autores, se publica m¨¢s e incluso hay incentivos a la traducci¨®n. Pero debemos lidiar con un problema muy serio que es la falta de lectores. Y para eso ser¨ªa urgente un cambio de todo el sistema educativo del pa¨ªs¡±.
Babelia
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