Desfallece el obelisco del fara¨®n
Aumenta la presi¨®n para que el castigado monumento de Rams¨¦s II, que preside la plaza de la Concorde de Par¨ªs, regrese junto a su pareja en Luxor
El traslado desde Egipto a Par¨ªs del gran obelisco fara¨®nico que se alza en la plaza de la Concorde de Par¨ªs fue una gran aventura que requiri¨® a?os (de 1831 a 1833) y una proeza de ingenier¨ªa. Tambi¨¦n un desvergonzado expolio a escala gigante. Y a tenor de lo que advierten algunos expertos, una sentencia de muerte para el monumento.
?El espigado bloque, de casi 25 metros (sin contar el pedestal) y 250 toneladas, proviene de la entrada del templo de Luxor, cuenta 3.300 a?os de antig¨¹edad ¡ªde los que ha pasado apenas 178 en su actual emplazamiento parisino¡ª, y tiene una pareja, que permanece en su lugar, de la que fue separado sin ninguna consideraci¨®n hist¨®rica o art¨ªstica (y no digamos ya sentimental).
Levantado con su hermano para cantar la gloria de Rams¨¦s II, al que est¨¢n dedicadas las inscripciones jerogl¨ªficas que cubren sus cuatro caras, es uno de los m¨¢s majestuosos y hermosos obeliscos construidos jam¨¢s por los antiguos egipcios. Y, seg¨²n el prestigioso especialista en conservaci¨®n Eduard Porta, sufre mucho, hasta el punto de que el experto lo califica de ¡°enfermo terminal¡± que ¡°debe volver a casa¡±.
La voz de Porta, qu¨ªmico y conservador de museos, coordinador de la restauraci¨®n de la tumba de Nefertari en los a?os 1988 a 1992 y asesor del Museo Isl¨¢mico de El Cairo, es la m¨¢s reciente de las que se han elevado para advertir de que el obelisco egipcio desfallece en Par¨ªs y amenaza ruina; que el largo miembro de piedra se viene abajo vamos.
¡°Cuando los franceses se lo llevaron de Luxor estaba en un estado de conservaci¨®n magn¨ªfico¡±, explica Porta, ¡°pero las condiciones ambientales que viene sufriendo en Par¨ªs son las peores para su conservaci¨®n, y ahora se encuentra en un estado terrible, muy degradado¡±.
En el exilio
Hay ocho obeliscos egipcios de m¨¢s de 20 metros repartidos por el mundo. Adem¨¢s del de la Concorde, figuran en la lista el del Central Park de Nueva York, el del muelle Victoria en Londres, el de Atmeidan en Estambul y los cuatro llevados a Roma (entre ellos, el del Vaticano). El ¨²nico antecedente de devoluci¨®n de un obelisco no es egipcio, sino et¨ªope: el de Aksum, de 24 metros, arrebatado por Mussolini en 1937 y devuelto por Italia en 2005.
Porta recuerda que el obelisco, construido en granito rosa de Asu¨¢n, es muy susceptible al clima de la capital francesa, letal, dice, para la conservaci¨®n de la piedra. ¡°El fr¨ªo intenso, las largas heladas, la nieve, la alta pluviosidad, la contaminaci¨®n y las vibraciones producidas por el tr¨¢fico de veh¨ªculos y el metro han provocado que se desarrollen profundas y largas grietas longitudinales¡±. Para el experto, no hay duda de que el obelisco ¡°estar¨ªa mucho mejor en Luxor, ha sufrido much¨ªsimo m¨¢s en los 180 a?os desde que lo se lo llevaron que en los m¨¢s de 3.000 a?os que pas¨® en su sitio¡±. Y a?ade: ¡°Basta con compararlo con su pareja para darse cuenta del deterioro. El de Par¨ªs es de color gris sucio, manchado, oscuro, feo, mientras que el afortunado que se qued¨® en Luxor, donde la humedad es muy baja, el aire limpio y la lluvia muy escasa, es amarillo rosado y se conserva muy bien. Grietas, incluso p¨¦rdidas de material y dem¨¢s degradaciones del granito son f¨¢cilmente visibles sobre las cuatro caras del obelisco de Par¨ªs¡±.
Uno de los fen¨®menos que m¨¢s est¨¢ actuando en la degradaci¨®n de la piedra, detalla Porta, ¡°es el aumento de volumen que se produce cuando el agua pasa de estado l¨ªquido al s¨®lido; despu¨¦s de llover o peor, de nevar, si hay un descenso de temperatura por debajo de 0? el agua se congela y aumenta un 8% su volumen. Esa agua al helarse dentro de grietas y aberturas act¨²a abriendo a¨²n m¨¢s las fisuras y ensanchando los poros de la piedra lo que permite que entre m¨¢s agua, y el ciclo contin¨²a¡±. Hay m¨¢s: ¡°Cuando sale el sol, la piedra oscurecida por la suciedad y la contaminaci¨®n empieza a calentarse muy r¨¢pidamente, pues el granito es muy buen conductor, el agua se evapora y sus restos concentran sales solubles ya s¨®lidas que corroen el monumento. Otra fuente de da?os son los hongos, algas y dem¨¢s microorganismos¡±. Los responsables franceses de conservaci¨®n son bien conscientes de los problemas y han dispuesto una serie de sensores sobre el obelisco, ¡°pero es poco lo que se puede hacer¡±.
El especialista remarca que el obelisco no apareci¨® en una excavaci¨®n, sino que se encontraba en su emplazamiento original. ¡°Arrancarlo de all¨ª fue muy fuerte, una atrocidad, como llevarse porque s¨ª una torre de la Sagrada Familia¡±. El retorno del obelisco se justifica no solo por su estado, subraya Porta, y porque trasladarlo fue un atentado al patrimonio, sino por el desaguisado causado en el aspecto del templo de Luxor al llev¨¢rselo. ¡°Cuando miras el edificio es como mirar a alguien al que le falta un diente, da grima¡±, se?ala gr¨¢ficamente.
Los franceses, que envidiaban a Roma, que ten¨ªa varios, se hicieron con el obelisco derecho del templo de Luxor como un regalo a su monarqu¨ªa por parte de Mohamed Al¨ª, virrey de Egipto nombrado por la Sublime Puerta, el Gobierno del imperio turco. ¡°En puridad no pod¨ªa regalarlo porque no era suyo¡±. A cambio, los franceses enviaron a los egipcios un reloj, emplazado en la ciudadela de El Cairo, que, recalca Porta, ¡°no ha funcionado nunca¡±. El encargado del traslado del obelisco fue el ingeniero franc¨¦s Jean-Baptiste Lebas, ingeniero de la Marina, un genio. La empresa fue muy compleja y requiri¨® abatir el monumento, arrastrarlo hasta el Nilo, cargarlo en un barco especial que lo llev¨® hasta Alejandr¨ªa y de all¨ª en otro hasta Toulon, y desde el puerto transportarlo a Par¨ªs, adonde lleg¨®, tras remontar el Sena en barcaza, en diciembre de 1833. Un viaje de 12.000 kil¨®metros. No fue plantado en la Concorde hasta el 25 de octubre de 1836, en un lugar en el que antes hab¨ªa estado instalada la guillotina, lo que no era un presagio esperanzador.
?Podr¨ªa buscarse alguna soluci¨®n para conservar bien el obelisco en Par¨ªs? ?Una gran caja transparente, por ejemplo? ¡°?Te imaginas el impacto visual! ?Ser¨ªa horroroso! Aparte de que construirle una vitrina no eliminar¨ªa los problemas de la vibraci¨®n del tr¨¢fico, ni la condensaci¨®n. Tambi¨¦n se ha hablado de desmontarlo y colocarlo en el interior del Louvre, lo que no parece realista. Lo mejor y lo m¨¢s barato es pagarle el billete a Luxor¡±.
?Hay alguna posibilidad real de que el obelisco vuelva a su casa? ¡°Solo depende de que Francia quiera devolverlo, pero ya se sabe que devolviendo se pone uno muy malo. En realidad, desde el punto de vista t¨¦cnico, ser¨ªa muy sencillo transportarlo ahora. Nada que ver con la odisea que fue llev¨¢rselo. Bastar¨ªa con meterlo en un gran avi¨®n de transporte y en seis horas lo tienes en Luxor¡±. Estar¨ªa, claro, el problema de qu¨¦ poner en su lugar. ¡°Eso a m¨ª no me importa, ?que pongan una estatua de Carla Bruni!¡±.
Zahi Hawass, el exresponsable de antig¨¹edades egipcio, ya inici¨® una campa?a para reclamar que se prestara un mayor cuidado a los obeliscos exiliados, recuerda Porta. Hawass exigi¨® a EE UU que se restaurara el obelisco alejandrino que se alza desde 1880 en el Central Park de Nueva York, a su entender en un injustificable estado de abandono. Su ca¨ªda (de Hawass) impidi¨® el segundo paso que era reclamar el retorno del obelisco.
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