Rafael Aburto, arquitecto y creador enigm¨¢tico
Amante del ajedrez, su vida ha sido la partida perfecta contra s¨ª mismo
En abril de 1974 Juan Daniel Fullaondo dedic¨® un monogr¨¢fico de su revista Nueva Forma a Rafael Aburto. Se refer¨ªa a Aburto como un ¡°gran personaje, apoteosis de los enigmas¡±, un arquitecto ¡°misterioso, herm¨¦tico, casi con una trayectoria secreta, muy personal, de muy poca obra y en muchos momentos alt¨ªsimamente cualificada¡±. ¡°La maestr¨ªa de Aburto¡±, prosigue Fullaondo, ¡°es una maestr¨ªa ¨ªntima, singular, denunciadora de un poderoso y aislado sentimiento art¨ªstico¡±. Para Fullaondo, abiertamente, Aburto era uno de los grandes arquitectos de la aventura moderna en Espa?a. Para su colega Francisco S¨¢enz de Oiza tambi¨¦n Aburto era un creador y arquitecto ¡°genial¡±. ¡°Una persona que ten¨ªa mucho talento arquitect¨®nico¡±, dec¨ªa Miguel Fisac. Para Javier Carvajal ¡°era un hombre con una gran creatividad, muy inteligente, muy serio, muy consciente de lo que hac¨ªa¡±. Para Rafael Moneo ¡°Aburto es un arquitecto importante y ambicioso¡± y, para Alberto Campo Baeza, ¡°uno de los arquitectos clave de la segunda mitad del siglo XX en Espa?a¡±.
?Qui¨¦n fue realmente Rafael Aburto? Siendo merecedor de tantos elogios, ?por qu¨¦ hab¨ªa pasado tan desapercibido para la propia disciplina? ?Cu¨¢l era el ¡°enigma¡± de Rafael Aburto y su ostracismo? Estas motivaciones me llevaron a llamar a su puerta en el oto?o de 1997. Alertado previamente de su desinter¨¦s total por la arquitectura y, m¨¢s a¨²n, por la suya propia, mi juventud desprejuiciada despert¨®, por fortuna, una extra?a curiosidad en el personaje. Rafael Aburto me abri¨® en la intimidad las puertas de su privativo mundo interior. Su hermetismo devino en profunda amistad y respetuosa confidencialidad. Y pude, con ¨¦l, entenderlo todo.
Construir con menos de 40 a?os uno de los edificios m¨¢s significativos del advenimiento moderno, la Casa Sindical de Madrid, no le catapult¨® a posiciones profesionales m¨¢s privilegiadas. No construy¨® viviendas unifamiliares ni tuvo apenas encargos privados. Uno de los grandes agentes de la difusi¨®n internacional de la arquitectura moderna, Alberto Sartoris, le pidi¨® en 1955 material para publicar su obra. No respondi¨®. ?l mismo pintaba sobre los paneles de los concursos de arquitectura a los que concurr¨ªa o se los daba a sus hijos para que jugaran a los dardos. Comparado con sus colegas generacionales, maestros de la arquitectura, Aburto no hizo nada para darse a conocer o para conservar su obra y su archivo profesional, para ¨¦l, carente de valor. Estas son solo algunas expresiones de su casi brutal desapego y desinhibici¨®n. ?Por qu¨¦ Rafael, por qu¨¦?
Hallamos la respuesta en el texto Para qu¨¦ sirve un ¨¢rbol, escrito por ¨¦l en 1946, a los 33 a?os. El texto, publicado en la revista Arte y Hogar, es un exquisito y enmascarado ejercicio freudiano de introspecci¨®n, una declaraci¨®n de principios y una hoja de ruta vital. Incomprendido desde su ni?ez, ¡°dotado de una mayor sensibilidad¡± y hastiado de la falsedad e incoherencia social, nace su af¨¢n de superaci¨®n. Aburto se a¨ªsla y construye su caba?a en lo alto de un ¨¢rbol. ¡°Huir de este mundo sin dejar de existir¡± para desde all¨ª, juzgar a los dem¨¢s mediante la comunicaci¨®n expresiva y no impositiva de las propias obras. Se ve como un ¡°hombre d¨¦bil que recurre al lenguaje abstracto como medio viable de expresi¨®n y de dominio¡± que necesita ¡°de su refugio y su silencio¡±. ¡°Tambi¨¦n de su juego¡±.
Amante del ajedrez, su vida ha sido la partida perfecta contra s¨ª mismo, un delicado y azaroso gui¨®n escrito durante 100 a?os. Por eso su arquitectura, esa arquitectura tan ¨²nica y singular por estar hecha al margen de las modas, es tan creativa e inclasificable. Y porque fue, como su obra pict¨®rica, la expresi¨®n de un proceso personal de b¨²squeda y comunicaci¨®n. El legado que nos deja Rafael Aburto trasciende a sus geniales arquitecturas o sus potentes lienzos y recala en su persona: la autenticidad, la humildad, el desapego, la generosidad o la coherencia. Terminaba aquel texto en 1946 expresando la seguridad de que para quien trepara a la caba?a, ¡°jam¨¢s tuviera el ¨¢rbol mejor fruto¡±. Gracias amigo, gracias maestro, por esa vida tan calladamente fruct¨ªfera.
I?aki Bergera es doctor arquitecto, profesor de la Universidad de Zaragoza y autor del libro Rafael Aburto, la otra modernidad (Fundaci¨®n Caja de Arquitectos, Barcelona, 2005)
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