Octavio Paz: el intelectual total y su puesta en claro del idioma
El 31 de marzo se cumple el centenario del nacimiento del escritor y Nobel mexicano Poeta, ensayista, traductor y pensador, es una de las figuras clave de literatura en espa?ol Su gran instrumento fue la lengua de todos los d¨ªas. Una y otra vez renov¨® su idioma en el acervo popular
Borges gener¨® la ilusi¨®n de que hab¨ªa le¨ªdo todos los libros y revisado todas las bibliotecas. Su erudici¨®n parec¨ªa tan absoluta que, en su caso, el olvido era una forma de la cercan¨ªa y la espontaneidad. Importa poco saber si sus alusiones se basaban en conocimientos reales. Su destreza literaria nos hizo sentir que as¨ª era. Lo singular es que ese intrincado universo depend¨ªa de certezas y pasiones cotidianas. En su ¨²ltimo relato, La memoria de Shakespeare, el protagonista hereda los recuerdos del tumultuoso autor ingl¨¦s y descubre, asombrosamente, que son tan comunes como los de todos los hombres. Ya Beatriz Sarlo se?al¨® con acierto que el Borges metaf¨ªsico, tan discutido, se sustenta en el Borges orillero, menos valorado.
Algo similar sucede con Octavio Paz. La riqueza de su pensamiento suscita la impresi¨®n de que s¨®lo se ocup¨® de temas complejos, fundamentales, altamente sofisticados. El inventario de sus intereses incluye las luchas sociales del siglo XX, los presocr¨¢ticos, el arte t¨¢ntrico, Sor Juana y Siglo de Oro, Marcel Duchamp, el mito en Mesoam¨¦rica, el estructuralismo, las vanguardias, el PRI, el erotismo, las drogas, el haik¨² y el expresionismo abstracto. En libros como Blanco y Ladera Este su poes¨ªa adquiere elevada temperatura intelectual: versos que son ideas. En opini¨®n de Alejandro Rossi, fue ¡°un enamorado de la modernidad¡±. No rehus¨® la experimentaci¨®n ni el di¨¢logo con otras disciplinas. Enciclop¨¦dico y torrencial, parec¨ªa dedicado a la desmesura de construir la civilizaci¨®n de un solo hombre.
Enciclop¨¦dico y torrencial, parec¨ªa dedicado a la desmesura de construir la civilizaci¨®n de un solo hombre
Es f¨¢cil advertir la originalidad de Borges al abordar la literatura fant¨¢stica como una rama de la filosof¨ªa. M¨¢s complicado resulta advertir ah¨ª el eco de sus caminatas de barrio. La imaginaci¨®n es como la memoria de Shakespeare: su lejano fulgor depende de una chispa que pasa inadvertida por ser demasiado pr¨®xima y que surge de las asperezas diarias. La galaxia de intereses pazianos deriva un mismo est¨ªmulo: el lenguaje que escuch¨® con fervor cr¨ªtico.
De ni?o oy¨® a su abuelo, el editor y pol¨ªtico liberal Ireneo Paz, y se acerc¨® a los rumores de la plaza de Mixcoac, donde se mezclaban los feligreses de la iglesia, los vendedores ambulantes y los pregoneros de la Revoluci¨®n. En la Guerra Civil espa?ola presenci¨® una escaramuza y descubri¨® una lecci¨®n de otredad: incluso el enemigo tiene voz humana. No es casual que se interesara en la antropolog¨ªa, de los Tristes tr¨®picos de Claude L¨¦vi-Strauss a Las ense?anzas de don Juan, de Carlos Castaneda.
Cazador de palabras, admir¨® la libertad del surrealismo, pero, como Bu?uel en Los olvidados, quiso devolverlo a una realidad intervenida por el inconsciente.
Su gran instrumento fue la lengua de todos los d¨ªas. No es casual que algunos de sus t¨ªtulos provengan de refranes o frases hechas: Las peras del olmo, Libertad bajo palabra, ??guila o sol? (nuestra manera de decir ¡°?cara o cruz?¡±). Su mayor logro en esta l¨ªnea fue convertir un t¨¦rmino de electricistas en una opci¨®n intelectual: Corriente alterna.
En 1943 escribi¨® elocuentes art¨ªculos sobre el habla popular mexicana. Ah¨ª se ocup¨® del vacil¨®n, la muy mexicana manera de bromear: ¡°El vacil¨®n es una especie de pinchazo que desinfla globos p¨²blicos y privados. Es una advertencia contra la vanidad y la fanfarroner¨ªa, contra las posturas excesivas o pat¨¦ticas¡±. Dedic¨® otro texto al ninguneo, ejercicio vern¨¢culo que convierte a los dem¨¢s en sombras, y adelant¨® las reflexiones que en El laberinto de la soledad dedicar¨ªa a la chingada: ¡°Los mexicanos, en lugar de convertir a su madre en ramera, la sustituyen por otra: la nada¡±.
Una y otra vez renov¨® su idioma en el acervo popular, celebrando las ¡°fantas¨ªas y delirios verbales de los mexicanos¡±
Una nota policiaca llam¨® su atenci¨®n: el suicida Juan Camacho hab¨ªa muerto exclamando ¡°qu¨¦ sabroso veneno¡±. Esto lo llev¨® a una reflexi¨®n sobre los placeres de la muerte, del mismo modo en que la costumbre de vestir pulgas lo llev¨® a considerar que s¨®lo un pa¨ªs de inmensos volcanes pod¨ªa admirar tanto las miniaturas.
Una y otra vez renov¨® su idioma en el acervo popular, celebrando las ¡°fantas¨ªas y delirios verbales de los mexicanos¡±. No es casual que escribiera el pr¨®logo a Nueva picard¨ªa mexicana, de Armando Jim¨¦nez: ¡°Aqu¨ª s¨ª hay lenguaje en movimiento, continua rotaci¨®n de las palabras, ins¨®litos juegos entre el sentido y el sonido, idioma en perpetua metamorfosis¡±.
Algunos de sus mejores textos representan un juego de rotaci¨®n entre lo culto y lo popular. En el poema Las palabras, escribe: ¡°Dales la vuelta,/ c¨®gelas del rabo (chillen, putas),/ az¨®talas,/ dales az¨²car en la boca a las rejegas [¡]h¨¢zlas, poeta/ haz que se traguen todas sus palabras¡±.
La consigna encarna en otros textos: ¡°Esta vez te vac¨ªo la panza, te tuerzo, te retuerzo, te volteo y voltibocabajeo, te arranco el pito, te hundo el estern¨®n. Broncabroncabr¨®n. Do?a Campamocha se come en escamocho el miembro mocho de don Campamocho¡±. Afrenta, risa, desmadre: poes¨ªa de Octavio Paz.
Su vasta obra fue, entre otras cosas, una puesta en claro del idioma. La hondura y variedad de sus ideas provocaron que en ocasiones fuera percibido como un autor de gabinete, de exclusivo inter¨¦s para un c¨ªrculo de selectos especialistas, un especulador ajeno al flujo de la vida. Nada m¨¢s falso. S¨®lo alguien abierto a los misterios de la sencillez pod¨ªa escribir esta estampa de Miguel Hern¨¢ndez: ¡°Lo conoc¨ª cantando canciones populares espa?olas, en 1937. Pose¨ªa voz de bajo, un poco cerril, un poco de animal inocente: sonaba a campo, a eco grave repetido los valles, a piedra cayendo en un barranco¡±.
Su principal gesto po¨¦tico fue el de atrapar el instante como un destello cargado de otro tiempo
Paz supo o¨ªr la ca¨ªda de las piedras, las voces sueltas, el oleaje de lo diario. En su discurso de aceptaci¨®n del Premio Nobel se refiri¨® a la vigencia del mundo ind¨ªgena: ¡°Nos habla en el lenguaje cifrado de los mitos, las leyendas, las formas de convivencia, las artes populares, las costumbres. Ser escritor mexicano significa o¨ªr lo que nos dice ese presente ¡ª esa presencia. O¨ªrla, hablarla, descifrarla: decirla¡±.
Su principal gesto po¨¦tico fue el de atrapar el instante como un destello cargado de otro tiempo. Vivimos con facilidad en el recuerdo del pasado o la anticipaci¨®n del porvenir. ?D¨®nde est¨¢ el presente? Octavio Paz busc¨® ese esquivo momento. En su aniversario, el idioma cumple cien a?os de presente.
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