Maravillados
En los entierros todo el mundo llora por televisi¨®n tras deshacerse en elogios, porque de alguna manera est¨¢ compensando no tener otros espacios m¨¢s racionales para expresar el respeto
Nunca deja de maravillarnos el mecanismo de la sociedad. Una de las cosas divertidas de ser espa?ol es comprobar un d¨ªa tras otro la devoci¨®n necr¨®fila del pa¨ªs. Este es un lugar donde se adora a los muertos pero los vivos incordian. Por eso a los entierros acude todo el mundo y guarda cola y llora por televisi¨®n tras deshacerse en elogios, porque de alguna manera est¨¢ compensando no tener otros espacios m¨¢s racionales para expresar el respeto, la admiraci¨®n y la justicia. Hay que esperar a que se muera alguien para saciar ese otro lado que llevamos oculto, no sea que nos tomen por blandos, manipulados o bobos. Y, claro, el peligro de tanta necesidad de entierro y eleg¨ªa, es que nos lleva casi siempre a la exageraci¨®n y la desmesura.
La muerte de Su¨¢rez ha tenido todos los componentes necesarios. Pero no debemos insistir sobre algo que es tradicional. Lo que es gracioso es comprobar que el luto tiene sus jornadas y luego llega la insidia, con la puntualidad de siempre. Por eso convendr¨ªa declararse en contra de los entierros. Incluso con las personas sin relevancia, el entierro obliga a un gasto econ¨®mico notable incluso para los menos convencidos de la resurrecci¨®n. El entierro contiene adem¨¢s ese grado de mentira exhibicionista que solo es superado en las bodas, cuando dos tipos cargados de instintos animales se juran amor eterno delante de amigos y familiares. Las religiones vampirizan la muerte en su favor como hacen con todas las estaciones de paso obligatorio para el ser humano.
La intervenci¨®n de Rouco Varela durante los funerales de Su¨¢rez ha despertado recelos. Pero la verdad es que cuando uno va a misa se expone al discurso del sacerdote, que goza de una libertad absoluta para llevarlo por donde prefiera, y puede hacer uso de esa concesi¨®n. Tambi¨¦n respetamos el modo en que un actor encara el personaje de Hamlet, aunque no sea nuestra idea del personaje. Lo esclarecedor es que nos pasamos la semana de luto recordando que ya no quedan pol¨ªticos como Su¨¢rez pero olvid¨¢bamos que tampoco quedan cardenales como Taranc¨®n. Lo que hay, eso s¨ª, son misas y entierros como los de siempre.
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