Chillida en espera del Chillida-Leku
La inauguraci¨®n de una exquisita exposici¨®n de obras del escultor en una bodega de La Rioja contrasta con la imposibilidad de reapertura de su museo
Las tierras, las areniscas, los granitos, los aceros y los alabastros de Chillida que desde ayer conviven con el silencio, la luz macilenta y el olor a vino en una de las grandes bodegas de La Rioja sugieren dos conclusiones b¨¢sicas.
Una: la confirmaci¨®n de que el silencio cartujo y sepulcral y la sencillez tendente al despojamiento absoluto, incluso ese indefinible aroma de las estancias cerradas, le van bien a la obra del escultor donostiarra, y quiz¨¢ tambi¨¦n a lo que fue su personalidad: decir tanto con tan poco, huir del ruido mundanal y del otro, orquestar peque?as revoluciones de formas escondi¨¦ndolas tras muros de discreci¨®n, o en otras palabras, El viento que no vemos, t¨ªtulo de esta peque?a aunque exquisita exposici¨®n, extra¨ªdo de uno de sus aforismos: ¡°T¨² creaste el tiempo / el espacio / la gravedad / la luz / y el viento que no vemos¡±.
Y dos: la imposibilidad de no recordar Chillida-Leku y de no lamentar, una y otra vez y las veces que haga falta, el desgraciado cierre que se prolonga en el tiempo (desde el 1 de enero de 2011, para ser exactos), sus razones, las disputas familiares, cremat¨ªsticas, institucionales y pol¨ªticas en torno a las lurras y los hierros de Chillida.
M¨¢s de tres a?os han transcurrido ya desde el cierre por ¡°d¨¦ficit recurrente¡± del museo dedicado al artista en las cercan¨ªas de Hernani (Gipuzkoa), y los herederos de Eduardo Chillida (San Sebasti¨¢n, 1924-2002), su viuda Pilar Belzunce, el entorno familiar del artista, en suma, no han sabido, podido o querido ponerse de acuerdo con los representantes pol¨ªticos de turno para procurar su reapertura.
La frase bien podr¨ªa enunciarse al rev¨¦s, ya que ni el PSE cuando gobernaba ni el PNV ahora que gobierna, ni Bildu ¡ªque ocupa la Diputaci¨®n de Gipuzkoa y el consistorio de San Sebasti¨¢n y al que el caso Chillida-Leku parece importarle m¨¢s bien tirando a poco¡ª han conseguido mover ficha.
El Gobierno vasco negocia a toda prisa con la familia para reabrir el centro
El actual viceconsejero de Cultura del Gobierno Vasco, Joxean Mu?oz, negocia aceleradamente con la familia para que la hermosa finca de Zabalaga, situada a 10 minutos del centro de San Sebasti¨¢n, pueda reabrir sus puertas en un lapso de tiempo deseable. Deseable ser¨ªa, por ejemplo, de aqu¨ª al verano. Parece improbable. Razonable ser¨ªa el a?o que viene. Complicado. E imperdonable ser¨ªa que las puertas de Chillida-Leku no se reabrieran para el p¨²blico antes de que llegue la capitalidad cultural europea para San Sebasti¨¢n, en 2016.
Ayer mismo, en la localidad riojana de Haro, a la salida de la exposici¨®n El viento que no vemos, en la llamada Aldea del Vino de las bodegas CVNE (Compa?¨ªa Vin¨ªcola del Norte de Espa?a, organizadores de la muestra comisariada por Ignacio Chillida, hijo del escultor), una persona del entorno familiar de Eduardo Chillida reconoc¨ªa discretamente a este diario: ¡°No puedo contar nada, todo se lleva con much¨ªsima discreci¨®n¡ pero la cosa est¨¢ mejor, bastante mejor¡±.
La muestra recrea en una m¨ªnima expresi¨®n el esp¨ªritu de Zabalaga
¡°Queremos medir mucho nuestras palabras, porque ha costado mucho recomponer la relaci¨®n entre los Chillida y el Gobierno Vasco; mucha discreci¨®n. Ahora mismo estamos hablando de cosas como el concepto de museo, si ha de ser monogr¨¢fico o pueden entrar exposiciones de otros artistas, si la familia tiene o no que intervenir en la gesti¨®n, si se tiene que abrir todos los d¨ªas o solo algunos d¨ªas...¡±, comenta desde Vitoria, con pies de plomo, un representante de la consejer¨ªa de Cultura del ejecutivo vasco.
El asunto se resume as¨ª: los herederos de Chillida quieren preservar el car¨¢cter monogr¨¢fico de Chillida-Leku que defendi¨® su fundador, es decir, un museo dedicado ¨ªntegramente a la obra de Eduardo Chillida Juantegui. Doce hect¨¢reas de parque en torno a un caser¨ªo del siglo XVI en el que mostrar la colecci¨®n privada del escultor (incluidas algunas piezas que Chillida y su mujer Pilar Belzunce tuvieron que adquirir en el mercado internacional para que no faltara etapa alguna de su proceso art¨ªstico). Cuarenta esculturas al aire libre y 60 piezas dentro del caser¨ªo. Hierro, alabastro, piedra, granito, acero, madera, papel, terracotas. Desde su apertura en 2000 hasta su cierre en 2010, 810.000 personas visitaron Chillida-Leku.
Por el momento, la visita a la peque?a exposici¨®n de Haro, fruto de la colaboraci¨®n entre los persuasivos propietarios de CVNE y el propio Ignacio Chillida, hijo del artista y comisario de la muestra, permite recrear en una m¨ªnima expresi¨®n el esp¨ªritu de Zabalaga. ¡°Toda exposici¨®n de obras de Chillida tiene en cierta forma que ver con Chillida-Leku, y es verdad que este espacio [una nave en la que hasta hace poco descansaban cerca de 400 barricas de vino) se le parece en muchos sentidos¡ pero no era nuestra intenci¨®n hacer un peque?o Chillida-Leku¡±, comentaba el comisario.
Lo profundo es el aire, Zuhaitz IV, Escuchando la piedra III, Lurra 94, Homenaje a la arquitectura, Homenaje a Cioran¡ Tierras y aceros, aceros y granitos, granitos y alabastros como tributo abierto a un museo cerrado. En espera de la gran exposici¨®n que sobre la obra de Eduardo Chillida abrir¨¢ en junio la sala Kutxa del Kursaal donostiarra (la primera desde 1991 en su ciudad natal)¡ El viento que no vemos bien vale una copa de vino.
Babelia
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