Club de suicidas SL

Pocas cosas hay m¨¢s ¨ªntimas que el suicidio y, sin embargo, tal y como escribi¨® Robert Louis Stevenson: ¡°No supongan que estamos solos, ni que somos excepcionales, en el muy razonable deseo que experimentamos¡±. La frase, de El club de los suicidas, publicada en 1878, bien podr¨ªa haber servido a Nick Hornby como punto de partida para su novela En picado, adaptada ahora al cine por Pascal Chaumeil en Mejor otro d¨ªa, comedia dram¨¢tica alrededor del punto final con fecha, hora y decisi¨®n propia, de moderado buen rollo (eso en Hornby suele ser un seguro de vida), pero de una liviandad que, incluso, puede exasperar.

Tirarse de la terraza de un alt¨ªsimo edificio de Londres como acto de suprema comuni¨®n con uno mismo y con su tristeza. Pero la fecha, Nochevieja, y el escenario, algo as¨ª como el Viaducto de Madrid, invitan a la comuni¨®n: cuatro seres a la deriva con exacta intenci¨®n. Y as¨ª no hay quien se suicide. Un arranque de relato de comedia negra que, no obstante, parece como si se quisiera evitar a toda costa. Aqu¨ª no se trata de re¨ªrse de (o con) un tema que en principio no deber¨ªa confluir en la carcajada. Mejor otro d¨ªa quiere seguir el camino de la redenci¨®n, pero por el camino m¨¢s l¨¢nguido y superficial: (casi) nunca se adentra con hondura en el dolor verdadero que ha causado la depresi¨®n (salvo en el personaje de la madre interpretada por Toni Collette), se es particularmente cobarde con el pasado del personaje de Pierce Brosnan, y el camino hacia la liberaci¨®n no viene provocado por un verdadero combate contra la culpa. En cambio, los habituales golpes de Hornby contra la prensa sensacionalista de su pa¨ªs y sobre sus m¨¦todos de trabajo s¨ª est¨¢n cerca de hacer sangre.

Filmada con profesionalidad, pero sin personalidad por Chaumeil (Los seductores y Ll¨¦vame a la luna, ¨¦xitos en Francia antes de esta, su pel¨ªcula brit¨¢nica, tampoco eran gran cosa), y con la t¨ªpica colecci¨®n de canciones para un viaje en coche como hilo conductor entre secuencias, Mejor otro d¨ªa puede ser incluso agradable, con un poco de esfuerzo, si no se comete la osad¨ªa de hurgar en su ligereza. Pero, ?c¨®mo no hacerlo con un tema como este?