Aventura, mujeres, volar y matar??
La historiadora alemana Stefanie Sch¨¹ler-Springorum analiza en un libro con nuevas fuentes la vida de los pilotos de la Legi¨®n C¨®ndor en la Guerra Civil
¡°Hacia la hermosa Espa?a, all¨ª nos dirigimos; las chicas lo anhelan (...). Bajo la luz de la luna, en oscuras callejuelas, conocer¨¢s el amor¡±. La estrofa, de una cancioncilla publicada en una de las revistas para la tropa de la Legi¨®n C¨®ndor, da la medida del sorprendente aura de aventura ex¨®tica que rodeaba la misi¨®n del contingente brindado por Hitler a Franco para ayudarle en la Guerra Civil.
?Mucho se ha escrito de esa fuerza, especialmente a¨¦rea, sobre todo en relaci¨®n con la ensangrentada palabra que la ha etiquetado en la memoria colectiva: Gernika. Ahora, en un libro apasionante, pleno de novedades, revelaciones y sugerencias, La guerra como aventura. La Legi¨®n C¨®ndor en la Guerra Civil espa?ola 1936-1939 (Alianza, 2014), la historiadora alemana Stefanie Sch¨¹ler-Springorum se adentra en los entresijos de la unidad y en la mentalidad de sus integrantes para ofrecer un tan fascinante como documentad¨ªsimo retrato desde dentro de ese instrumento brutal y esencial de nuestra guerra.
¡°Los testimonios muestran que para muchos miembros de la C¨®ndor el viaje a Espa?a era una forma de turismo b¨¦lico en una tierra ex¨®tica y soleada, con c¨¢mara de fotos incluida y b¨²squeda de souvenirs¡±, se?ala la historiadora en un bar de Barcelona.
Los aviadores ¡°eran j¨®venes nazis de pura cepa, la ¨¦lite de la nueva Alemania, con una sensaci¨®n muy profunda de ser superiores¡±. En puridad no eran voluntarios, recalca, sino que se los seleccionaba para una misi¨®n secreta y se les preguntaba si quer¨ªan participar o no. Eran las ganas de aventura, las perspectivas de ascensos y la buena paga ¡ªSch¨¹ler-Springorum explica c¨®mo la mayor¨ªa al regresar, bronceados y orgullosos, se compraban un coche y se casaban¡ª lo decisivo para alistarse en la C¨®ndor.
La ¡°inaccesibilidad¡± de las espa?olas oblig¨® a abrir burdeles alemanes
Sobre el terreno, viv¨ªan como privilegiados una cierta dolce vita en un pa¨ªs devastado y hambriento. Aunque muchos expresaban sus quejas por el ¡°maldito aceite de oliva¡±, la comida no escaseaba (ni la bebida) y se les procuraba acogedores nidos, desde buenos hoteles al tren-vivienda de la tercera escuadrilla de cazas cuyas comodidades cant¨® el c¨¦lebre Adolf Galland. Todo ello no impidi¨® que el jefe de la Legi¨®n C¨®ndor, el altanero Wolfram Von Richthofen, pese a desayunar langosta y cava, esencializase: ¡°La vida, el entorno, la comida, la gente, el pa¨ªs: todo repugnante¡±.
Los pilotos iban a cazar al campo, celebraban fiestas, se aburr¨ªan y sorprend¨ªan con sus maneras y atuendos, como cuando al pasear por C¨¢ceres, relataba un aviador, ¡°las chicas apartaban la mirada avergonzadas pensando que nuestros pantalones cortos blancos eran calzoncillos¡±.
En Alemania desde 1945 la unidad tuvo peor fama que el resto de la Luftwaffe
En general, cuando no ametrallaban o bombardeaban, trataban de causar buena impresi¨®n, aunque se mostraban distantes y no ayudaba el que a menudo marcharan por las ciudades al paso de la oca. Su arrogancia, apunta la historiadora, asqueaba no solo a los republicanos, sino a muchos de sus propios aliados. Ten¨ªan una curiosa ¡ªvistas sus actividades¡ª sensibilidad hacia el maltrato de los animales y consideraban espect¨¢culo cruel las corridas de toros. Sent¨ªan una aversi¨®n grande por la influencia de la iglesia cat¨®lica y las ¡°demasiadas misas¡±. El atraso, los latifundios y la miseria que vieron llevaron a algunos, por razones de modernidad nacionalsocialista y de manera m¨¢s bien irreflexiva, a considerar que luchaban en el bando equivocado.
Sch¨¹ler-Springorum dedica un espacio a abordar las relaciones sentimentales y las efusiones sexuales de los miembros de la C¨®ndor. Llegaban con muchas expectativas de chicas de miradas ardientes ¡°endiabladamente hermosas¡±, pero se encontraban con la ¡°inaccesibilidad de las espa?olas¡±. Hab¨ªa que tirar finalmente de profesionales y se lleg¨® a abrir ¡°burdeles alemanes¡± a disposici¨®n exclusiva de los p¨¢jaros de la C¨®ndor.
La relaci¨®n con los aliados era compleja. Los ve¨ªan a todos por encima del hombro. Criticaban la impuntualidad de los espa?oles, que, se desesperaban, ¡°siempre llegan tarde a la batalla¡±, su ¡°inefectividad¡± y su ¡°desorden¡±. Con los italianos hab¨ªa una completa falta de camarader¨ªa. De las tropas moras admiraban su valor y les encantaba su aspecto extravagante, que les suger¨ªa la lectura de las novelas de Karl May.
Los pilotos alemanes se consideraban la repanocha, a lo que colaboraba el que sufriera menos estr¨¦s que sus rivales gracias a la rotaci¨®n y los largos descansos y su ventaja tecnol¨®gica, que les dio la superioridad a¨¦rea desde 1937 (en las fases en que no disfrutaron de esta, por ejemplo antes de disponer de los Messerschmitts Bf 109, tuvieron un verdadero shock: ya no era una aventura tan estupenda si el enemigo tambi¨¦n te cazaba a ti). Tuvieron unos 300 muertos (bastantes, sugiere la estudiosa, en accidentes por conducir coches o motocicletas borrachos). Entre ellos, la tripulaci¨®n de un bombardero que se estrell¨® en la sierra de Gredos y a la que se comieron los lobos.
Sch¨¹ler-Springorum es muy desmitificadora. La C¨®ndor ten¨ªa una raz¨®n de ser muy pr¨¢ctica: deb¨ªa servir no solo para experimentar y poner a punto la Luftwaffe (y conseguirle 20.000 soldados con experiencia de combate) sino para asegurarles a los nazis los minerales estrat¨¦gicos espa?oles. Adem¨¢s, al acabar la guerra, Hitler le pas¨® a Franco una factura por la C¨®ndor de a¨²pa.
Los miembros de la C¨®ndor regresaron a casa muy felices; al cabo fue la ¨²nica guerra que ganaron los alemanes en todo el siglo. Pero en el 39 el pa¨ªs estaba ya m¨¢s por el clima preb¨¦lico que posb¨¦lico. La mayor parte de los aviadores de la unidad que volvieron cayeron en la II Guerra Mundial (el 80%) y los que sobrevivieron se encontraron con la sorpresa de que en la posguerra estaba mal visto haber volado en Espa?a y la C¨®ndor era ¡°mal afamada¡±, como si no fuera lo mismo que la Luftwaffe. Gernika daba mala fama. Les costaba entenderlo porque a los de la C¨®ndor nunca les pareci¨® que hubieran hecho all¨ª algo especial: poblaciones civiles las bombardeaban en todas partes. Es verdad que lanzar bombas sobre las casas del Pa¨ªs Vasco, destaca la historiadora, ten¨ªa su inter¨¦s, porque las construcciones se parec¨ªan m¨¢s a las de Polonia...
En la RDA se dio una persecuci¨®n especial de los ex-C¨®ndor en parte porque algunos miembros de la Stasi eran excomunistas de la guerra de Espa?a. En la RFA varios aviadores vieron perjudicadas sus carreras en la OTAN porque estar asociado a Gernika parec¨ªa poco europe¨ªsta.
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