A jugar
Las correcciones de leyes casi centenarias para facilitar la llegada de Eurovegas han terminado por permitir que los casinos se instalen en el centro de la capital
Comienza a tener una presencia apabullante en las retransmisiones deportivas la incitaci¨®n a las apuestas por Internet. Publicidad nada encubierta que ocupa la pantalla y a veces los locutores se prestan a invitar a los espectadores a apostar en las casas m¨¢s conocidas de la Red. El f¨²tbol ofrece una oportunidad para la apuesta, con su incierto marcador y los m¨²ltiples par¨¢metros sobre los que especular. Ahora resulta menos raro que en una ¨¦poca de prohibiciones, cuando se neg¨® la posibilidad de anunciar en estadios y camisetas de equipos nada que tuviera que ver con tabaco y alcohol, se permitiera sin embargo hacerlo a las casas de apuestas. Es evidente que el tabaquismo y el alcoholismo perjudicaba en su vertiente de salud p¨²blica a las cuentas del Estado. Pese al lucro de sus impuestos directos, la cuenta no sal¨ªa. En cambio con la ludopat¨ªa no se disparan tanto las alarmas.
Las correcciones de leyes casi centenarias para facilitar la llegada de Eurovegas han terminado por permitir, tras el descalabro del proyecto, que los casinos se instalen en el centro de la capital. Con la llegada de la democracia, cuando se toleraron los casinos, se impuso la norma de que se mantuvieran a una distancia de 29 kil¨®metros del n¨²cleo urbano. Vencidas estas condiciones y con la utilizaci¨®n masiva de la Red para las apuestas, parece claro que nuestro pa¨ªs, herido por la crisis, conf¨ªa m¨¢s en la bondad del golpe de azar que en la capacidad de nuestros gobernantes para sacarnos del agujero.
En Catalu?a, el proyecto de BCN World junto a Port Aventura no despierta tanta indignaci¨®n como Eurovegas, quiz¨¢ por no venir asociado a una personalidad turbia como la de Adelson. Cerca de Col¨®n, una rana escult¨®rica atraer¨¢ la atenci¨®n de los paseantes hacia el casino. Este animal es s¨ªmbolo de suerte en las culturas orientales y en una r¨¢pida ojeada se puede comprobar que la poblaci¨®n china es abrumadoramente mayoritaria en las mesas de juego nacionales, as¨ª que todo parece mostrar una coherencia notable. Emprendemos una senda que Woody Allen ya glos¨® en una frase: ¡°La vida es como el casino. La casa siempre gana, pero no digas que no te divertiste¡±.
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