Menos nueve
Las cadenas reclamar¨¢n compensaciones econ¨®micas y capitanean una campa?a de recogida de firmas en apoyo a sus canales
La sentencia que ordena cerrar nueve canales de TDT nos ofrece otro ejemplo de lo incomprensible que resulta para el ciudadano medio entender el funcionamiento legal de la televisi¨®n. Entendida por nosotros como un servicio gratuito de entretenimiento, jam¨¢s hemos logrado traspasar las profundas contradicciones. La sentencia pretende enmendar un error administrativo cuyo origen se remonta a 2010. Afecta a canales de Atresmedia (laSexta 3, Xplora y Nitro), tambi¨¦n a dos de Mediaset (La Siete y Nueve), dos de Veo TV (AXN volver¨¢ a la plataforma de pago mientras que Marca TV, el otro canal afectado, ya ha desaparecido) y dos de Net TV, ocupados hoy por teletienda y, antes, por MTV e Intereconom¨ªa. La sentencia subraya que el reparto de canales de TDT se hizo sin concurso p¨²blico, es decir, que se quebr¨® la legalidad que rige nuestro panorama televisivo.
Las reacciones van de la indignaci¨®n de las empresas que explotaban sus recursos al fatalismo del Ministerio de Industria, que carece de alternativa distinta del cierre. Los consumidores, ¨²ltimo mono de este circo, se preguntan si la p¨¦rdida de nueve canales no ser¨¢ un paso m¨¢s en el empobrecimiento de su oferta. Las cadenas reclamar¨¢n compensaciones econ¨®micas y capitanean una campa?a de recogida de firmas en apoyo a sus canales, pero las productoras de contenidos son las m¨¢s obviamente afectadas. Hay menos lugar para colocar su mercanc¨ªa. Lo m¨¢s triste es esa sensaci¨®n de que la pluralidad no pierde demasiado porque las ofertas consist¨ªan en m¨¢s de lo mismo.
No parece complicado que las cadenas rescaten sus mejores contenidos y los ofrezcan en sus otras parrillas, que en muchas ocasiones aparecen llenas de programas estirados como un chicle y series que en lugar de ofrecer cap¨ªtulos por debajo de la hora de duraci¨®n, obligan a un ejercicio imposible que ronda la hora y media y lastra la calidad de su propuesta de manera evidente. La TDT espa?ola nunca ha acabado de significar una variedad enriquecedora, por eso a la tristeza evidente que acompa?a el cierre de cualquier canal se le solapa la sutil indiferencia del ciudadano, que nunca se ha sentido implicado en la televisi¨®n pese a la enorme influencia sobre su vida y su sociedad.
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