Los secretos del ¨¦xito de Shakespeare
James Shapiro desmonta las teor¨ªas de la no autor¨ªa del poeta y dramaturgo ingl¨¦s
?Shakespeare ha muerto! ?Viva Shakespeare!
Hijo del Renacimiento, como Leonardo, Miguel ?ngel, Rafael y Cervantes, la autor¨ªa de William Shakespeare ha sido cuestionada muchas veces. Setenta nombres, por lo menos, se han atribuido a la verdadera autor¨ªa de las obras shakespearanas. Una duda que, en los 450 a?os de su nacimiento, ha despejado James Shapiro. El profesor e investigador de la universidad de Columbia, abord¨® la cuesti¨®n en uno de los mejores estudios sobre el poeta y dramaturgo en Shakespeare. Una vida y una obra comprometidas (Gredos). Su conclusi¨®n es clara: Shakespeare es Shakespeare.
Otelo, Julio C¨¦sar, Enrique VI, Trabajos de amor perdidos¡
Admirado ya en vida, logr¨® el milagro de hacer sonar en un solo aplauso las palmas del p¨²blico y los expertos, no solo de su ¨¦poca sino tambi¨¦n a lo largo de estos cuatro siglos. Pero la sombra sobre su autor¨ªa ha aumentado en los ¨²ltimos 150 a?os. Que si era alguien de la corte, que si era el nombre clave de un noble, que si era un pol¨ªtico m¨¢s culto, que si era el dramaturgo¡
Si bien no se sabe su fecha exacta de nacimiento, sus padres lo registraron el 26 de abril de 1564, lo que significa que habr¨ªa nacido entre el 19 y 25 de abril, ya que los beb¨¦s se registraban entre dos y seis d¨ªas despu¨¦s de nacidos. Su muerte, en cambio, no deja dudas: 23 de abril de 1616.
Macbeth, El mercader de Venecia, El rey Lear¡
Las razones de la pol¨¦mica sobre la verdadera autor¨ªa, seg¨²n James Shapiro resultan por momentos inexplicable. Aunque reconoce ciertos motivos: ¡°No sobreviven muchas evidencias, aunque hay pruebas suficientes de su autor¨ªa, y el poderoso deseo de plantear y resolver un misterio. Otro m¨¢s es la emoci¨®n de las teor¨ªas de conspiraci¨®n, basadas en la exposici¨®n de c¨®mo las autoridades e investigadores (como yo) han tratado de enga?ar al p¨²blico. Pero s¨®lo una persona escribi¨®: William Shakespeare de Stratford¡±.
La grandeza de muchas de sus obras siempre ha despertado el misterio sobre su creador. Es la intriga tentadora del ser humano por desmontar la magia, por conocer el mecanismo y el origen de la belleza y lo sorprendente. La fascinaci¨®n del enigma. Las preguntas ante lo sublime.
No sobreviven muchas evidencias, aunque hay pruebas suficientes de su autor¨ªa, y el poderoso deseo de plantear y resolver un misterio
?A esto se suma la sombra de una autor¨ªa que diferentes generaciones quieren reinventar. La tentaci¨®n de resolver un enigma porque ¡°sus obras son como los diamantes contra la luz que al hacerlos girar el reflejo de su brillo es especial y nuevo en cada movimiento¡±, explica Shapiro. Ah¨ª est¨¢ Hamlet, por ejemplo: ¡°durante varios siglos ha sido visto como un intelectual paralizado por el exceso de pensamiento; otros lo han visto como un hombre que lucha por superar una crisis espiritual o religiosa; otros como un hombre que est¨¢ abrumado por un complejo de Edipo. Estoy seguro de que la pr¨®xima generaci¨®n tendr¨¢ su propia explicaci¨®n a Hamlet¡±. Las culturas cambian, los tiempos cambian, la mirada cambia.
La tempestad, Ricardo III, ucho ruido y pocas nueces, Cimbelino¡
Una tentaci¨®n irresistible la de cada generaci¨®n que busca redescubrirlo, reinventarlo, de saber d¨®nde est¨¢ el misterio, qu¨¦ escode y por qu¨¦ en una persona as¨ª: hijo de un comerciante de lana, carnicero, arrendatario pero que conoc¨ªa no solo la vida de la corte y el reino, sino, sobre todo, el alma humana mejor que nadie, los pasadizos oscuros de los deseos, sue?os y ambiciones. Un misterio. Es lo que tiene el genio, dice Shapiro, y recuerda que otro como Shakespeare que muri¨® en 1616 era hijo de un barbero: ¡°Cervantes tambi¨¦n pod¨ªa ver en el coraz¨®n de las personas a trav¨¦s de las clases sociales. La observaci¨®n, la empat¨ªa y la curiosidad son dones y habilidades de los m¨¢s grandes artistas, independientemente de su estirpe o clase social, pero que luego deben trabajar en su perfeccionamiento¡±.
El genio y el talento solos no bastan. ¡°Shakespeare era muy afortunado¡±. Su buen momento coincidi¨® con el periodo de esplendor de Elisabeth I. Aunque, recuerda el investigador, ¨¦l poeta y dramaturgo naci¨® y creci¨® en un pueblo con una escuela de gram¨¢tica terrible. ¡°Cuando era un ni?o se empezaron a construir en Londres teatros p¨²blicos que pod¨ªan albergar hasta 3.000 personas. Como resultado de ello, la posibilidad de ganarse la vida como actor, escritor y accionista de una compa?¨ªa de teatro s¨®lo se hizo posible en Inglaterra en la vida de Shakespeare. Tambi¨¦n fue bendecido al escribir para un grupo de actores excepcionales en un momento de gran transformaci¨®n: los ingredientes perfectos culturales y pol¨ªticos para una carrera estelar¡±.
Romeo y Julieta, El sue?o de una noche de verano, Antonio y Cleopatra¡
Era hijo de un comerciante de lana, carnicero, arrendatario pero que conoc¨ªa no solo la vida de la corte y el reino, sino, sobre todo, el alma humana mejor que nadie, los pasadizos oscuros de los deseos, sue?os y ambiciones
En ese entorno William Shakespeare da rienda suelta a su innata creatividad. Estaba dotado de muchas maneras. Escrib¨ªa simplemente cuando lo necesitaba y de manera compleja cuando la situaci¨®n lo exig¨ªa. Beb¨ªa de historias del pasado, del presente y de su propio ingenio. Pero a todas las dotaba de originalidad, las crea y confirma que la clave de una obra de arte est¨¢ en el c¨®mo. ¡°Sent¨ªa menos necesidad de inventar historias que de transformar los que otros hab¨ªan escrito y as¨ª descubrir el n¨²cleo de las verdades¡±, asegura Shapiro. Incluso, ten¨ªa la capacidad de ampliar la simpat¨ªa a los personajes m¨¢s malvados y violentos. ¡°Ten¨ªa un talento m¨¢gico para hacer que cada miembro de la audiencia sintiera que ¨¦l le estaba hablando directamente¡±.
El espectador o lector lo agradece porque no solo ve en esas obras una parte de los dem¨¢s, sino tambi¨¦n de su propio yo invisible o agazapado. Yoes que conforman el puzle del ser humano que incluye los fragmentos contra los que la mayor¨ªa de personas pugnan por no dejar salir.
Ah¨ª reside parte de su eternidad. Shapiro se pregunta en qu¨¦ momento las obras de Shakespeare dejar¨¢n de interesar a la gente, o no hallar¨¢n las conexiones con sus vidas. Su reinado se prev¨¦ largo, ?eterno? ¡°Mientras vivamos en un mundo donde las emociones y los problemas que animan estas obras sean parte de la vida y la existencia diaria como la codicia, el deseo, el amor, la ambici¨®n pol¨ªtica, el odio racial, las divisiones dentro y entre las familias y las naciones¡±, ¨¦l sospecha que su eternidad no tendr¨¢ fin.
Hamlet, pr¨ªncipe de Dinamarca, Tito Andr¨®nico, Coriolano¡
Mientras vivamos en un mundo donde las emociones y los problemas que animan estas obras sean parte de la vida y la existencia diaria como la codicia, el deseo, el amor, la ambici¨®n pol¨ªtica, el odio racial, las divisiones dentro y entre las familias y las naciones, Shakespeare seguir¨¢ vigente
Shakespeare juega con nosotros y nosotros aceptamos encantados su juego. No solo en el tratar de descifrar su enigma y magia, sino en establecer cu¨¢les son sus obras que m¨¢s nos gustan. Depender¨¢ del momento de la vida de cada uno; hoy podr¨ªa ser Cimbelino, ma?ana Antonio y Cleopatra, y ayer pudo haber sido Romeo y Julieta u Otelo. James Shapiro vive un momento Rey Lear. Entre otras razones porque es el tema de un libro en el cual trabaja desde hace una d¨¦cada y que publicar¨¢ en 2016, cuarto centenario de su muerte. ¡°Tuve la suerte de ver una producci¨®n inigualable, brillante, hace unos meses en Londres, protagonizada por Simon Russell como Lear, dirigida por Sam Mendes. Fue una interpretaci¨®n audaz y sumamente oscura de la obra, que se dirigi¨® directamente a nuestro momento cultural¡±. Su personaje favorito de Shakespeare es uno muy peque?o: el siervo sin nombre en El rey Lear, que trata de detener a su amo y muere en el intento, su peque?a parte es inquietante. En Shakespeare, admite, incluso los personajes m¨¢s peque?os pueden ser inolvidables.
Sus verdades esperan entre las sombras. Seducen, porque sus bellas palabras desenmascaran cosas que nos palpita dentro.
Babelia
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