Russell P. Sebold, pasi¨®n por el siglo XVIII espa?ol
Era quiz¨¢ el ¨²ltimo de una gran estirpe de hispanistas extranjeros que cambiaron la visi¨®n actual de la literatura del Siglo de las Luces
El pasado 7 de abril ha fallecido en West Chester, Pensilvania, un hispanista eminente, Russell P. Sebold. Nacido en 1928 en Dayton, Ohio, era catedr¨¢tico jubilado de la Universidad de Pensilvania (en la que ejerci¨® durante 30 a?os), miembro correspondiente de la Real Academia Espa?ola y de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona e individuo honorario de la Hispanic Society of America. Hab¨ªa recibido un doctorado honoris causa por la Universidad de Alicante y el Premio Internacional Antonio de Nebrija de la de Salamanca. Durante 29 a?os dirigi¨® la m¨¢s prestigiosa revista del hispanismo estadounidense, la Hispanic Review.
Con Russell Sebold, Bud para sus muchos amigos, desaparece acaso uno de los ¨²ltimos representantes de una brillant¨ªsima generaci¨®n de especialistas, de todo el mundo, en el siglo XVIII espa?ol. No hace mucho nos han dejado Fran?ois Lopez y Ren¨¦ Andioc en Francia, Rinaldo Froldi en Italia, Nigel Glendinning en Inglaterra... Sin ellos, el conocimiento de nuestro siglo XVIII, una etapa tan desde?ada durante largo tiempo, no ser¨ªa en absoluto lo que hoy es.
El mismo Sebold ha contado las resistencias que tuvo que vencer en su maestro, nada menos que Am¨¦rico Castro, cuando en la Universidad de Princeton, en los a?os cincuenta, el joven aprendiz de hispanista le plante¨® que quer¨ªa estudiar en su tesis un tema de la literatura espa?ola de aquel olvidado siglo, el Fray Gerundio de Campazas del Padre Isla. A partir de ese momento Sebold se consagr¨® al estudio de obras y autores dieciochescos: adem¨¢s de Isla, Cadalso, Torres Villarroel, Iriarte, Luz¨¢n... De ellos nos ha dejado ediciones excelentes. En su libro El rapto de la mente. Po¨¦tica y poes¨ªa dieciochescas (1970) rebati¨® los prejuicios antineocl¨¢sicos que aquejaban a la literatura espa?ola. No se encasill¨®, sin embargo, en el estudio del Siglo de las Luces, sino que tan buen conocedor como de ¨¦l lo fue de la centuria siguiente, el XIX. Estaba convencido de que el setecientos inauguraba los principales estilos y movimientos que se identificar¨ªan con el siglo posterior: el costumbrismo, el romanticismo, el realismo. Y as¨ª, clamaba contra los ¡°diecinuevistas¡± ¡ªcurioso que no exista la palabra¡ª que no se tomaban la molestia de leer textos anteriores a 1800, o contra los que pretend¨ªan explicar la novela realista sin tener en cuenta ninguna obra anterior a La Fontana de Oro (1870). Ah¨ª est¨¢n, por otro lado, sus fundamentales estudios sobre B¨¦cquer. Esp¨ªritu pol¨¦mico y combativo, Sebold defendi¨® con pasi¨®n los or¨ªgenes tempranos del romanticismo (bien claramente lo expresa el t¨ªtulo de un libro suyo de 1974, Cadalso: el primer rom¨¢ntico ¡®europeo¡¯ de Espa?a). Quiso demostrar que cuando Mel¨¦ndez Vald¨¦s habla de ¡°el fastidio universal¡± est¨¢ dando nombre por vez primera al dolor rom¨¢ntico, al mal du si¨¨cle. Estas tesis no fueron siempre, desde luego, aceptadas ni compartidas por sus colegas. Pero incitaron al debate, alimentaron la discusi¨®n, removieron lo asentado en las aulas, y eso siempre es saludable.
No hay que decir que a Bud Sebold le encantaba venir a Espa?a, y muy particularmente a Madrid. Hasta hace poco lo hac¨ªa todas las primaveras, se alojaba en la Residencia de Estudiantes y se soltaba un poco la melena (por ejemplo, aqu¨ª fumaba, cosa que no hac¨ªa en Estados Unidos). Era un placer quedar con ¨¦l para conversar en torno a una mesa. Ten¨ªa verdadera pasi¨®n por los libros, y como ven¨ªa viajando a Espa?a desde los tiempos en que los vol¨²menes del XVIII y del XIX no eran todav¨ªa muy cotizados, pudo reunir una biblioteca espl¨¦ndida. En un determinado momento, incluso, adquiri¨® la parte dieciochesca de la del cr¨ªtico y poeta Jos¨¦ Luis Cano, cuando supo, por este, que ya no se iba a interesar m¨¢s por los tiempos del poeta Cienfuegos. A Cano lo conoc¨ªa, claro, de la famosa tertulia de la revista ?nsula, de la que Bud era asiduo. Durante muchos a?os colabor¨® tambi¨¦n con art¨ªculos de tema literario en el peri¨®dico Abc.
Despu¨¦s de la jubilaci¨®n, e incluso despu¨¦s de que, por la edad, dejara de venir a Espa?a, sigui¨® trabajando con denuedo. Tal era la calidad y el inter¨¦s de la biblioteca reunida en su casa que, sin moverse de ella, pod¨ªa seguir produciendo trabajos exquisitamente eruditos. Era el ¨²nico hispanista que conozco que se hab¨ªa propuesto firmemente no escribir en una lengua que no fuera el espa?ol. Y as¨ª, salvo en sus primeros a?os, no hay en su inmensa bibliograf¨ªa trabajos en ingl¨¦s. Dif¨ªcil merecer m¨¢s que ¨¦l el honor de ser correspondiente de la Academia Espa?ola, pues su dominio de nuestra lengua era prodigioso. A veces le dec¨ªa, en broma: ¡°Escribes demasiado bien, no te van a entender¡±.
En estos ¨²ltimos a?os ven¨ªa yo echando de menos la charla primaveral con Bud Sebold, en un restaurante o en una librer¨ªa de viejo. Siguieron llegando, no obstante, sus libros, sus separatas electr¨®nicas, sus correos. Ahora ya la ausencia de todo eso ser¨¢ definitiva.
Pedro ?lvarez de Miranda es catedr¨¢tico de Lengua Espa?ola en la Universidad Aut¨®noma de Madrid y miembro de la Real Academia Espa?ola.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.