Nov¨ªsima generaci¨®n catalana
El prometedor momento de las letras en Catalu?a contrasta con la compleja situaci¨®n del mercado. Los nov¨ªsimos, que utilizan el catal¨¢n de manera m¨¢s natural, se codean con una generaci¨®n que bordea los 50 a?os. Una buena parte aborda con ¨¦xito el costumbrismo, mientras otros juegan con los g¨¦neros populares sin prejuicios.


"Si editamos a Jaume Cabr¨¦ o a Albert S¨¢nchez Pi?ol no es por cercan¨ªa geogr¨¢fica o simpat¨ªa cultural, sino porque su literatura es buena y universal¡±, argumenta Alzira Martins, la secretaria general del prestigioso sello franc¨¦s Actes Sud, justificando as¨ª la proliferaci¨®n de autores catalanes en su cat¨¢logo y la promoci¨®n espectacular que hicieron de ellos el a?o pasado en el 33 Sal¨®n del Libro de Par¨ªs, entre otras razones porque venden. Un argumento parecido esgrimen en la alemana Suhrkamp, atentos desde 2007 cuando Catalu?a fue la invitada de honor a la Feria del Libro de Fr¨¢ncfort. El momento de las letras catalanas es, a tenor de cr¨ªticos, editores, estudiosos y los propios autores, de los mejores que se recuerdan en las ¨²ltimas d¨¦cadas, con la consolidaci¨®n de una gran generaci¨®n que bordea los 50 a?os y, al un¨ªsono, una nueva oleada de talentos que giran apenas sobre la treintena de tal calibre que de aqu¨ª a cuatro d¨ªas probablemente arrasen en la Diada de Sant Jordi. Ni que sea num¨¦ricamente, la tambi¨¦n autora Lolita Bosch reun¨ªa en 2010 en la antol¨®gica Veus de la nova narrativa catalana a 41 narradores de menos de 45 a?os. Aciertos y azares de toda condici¨®n explican este particular y denso magma.
Del abuelo Monz¨® al padre Pag¨¨s. Para conocer a la nov¨ªsima generaci¨®n catalana hay que remontarse a finales de los setenta, con los reyes del relato Quim Monz¨® (1952) y, poco despu¨¦s, Sergi P¨¤mies (1960) como abanderados de una literatura no comprometida ya con estrategia ideol¨®gica alguna, sino solo con la lengua literaria; su consolidaci¨®n a finales de los ochenta y la irrupci¨®n de los que surgieron tras ellos se asent¨® en que ¡°no ten¨ªan ninguna conciencia generacional; en su voluntad de hacer solo literatura y en la nula predisposici¨®n a militar en una tradici¨®n literaria aut¨®ctona¡±, resume el cr¨ªtico literario y, a la vez, novelista tard¨ªo y pausado de esa generaci¨®n, Pon? Puigdevall (1963). Cita en esa transici¨®n tras un P¨¤mies ¡°cada vez mejor¡±, a Imma Mons¨® (1959), N¨²ria Perpiny¨¤ (1961), Manuel Baixauli (1963) y Vicen? Pag¨¨s (1963).
El de Pag¨¨s, autor de novelas como El m¨®n d¡¯Horaci (1995), El jugador de whist (2009) y ahora con el Premio Sant Jordi por D¨ªes de frontera, parece ser el nuevo nombre-faro. ¡°Pag¨¨s ha mostrado a mi generaci¨®n un abanico de posibilidades m¨¢s aceptadas en Reino Unido o Estados Unidos que aqu¨ª, y que otros nombres, como P¨¤mies o Empar Moliner, no nos abrieron; su consagraci¨®n deja m¨¢s espacio a los que venimos¡±, plantea Borja Baguny¨¤ (Barcelona, 1982), profesor de Literatura en la Universidad de Barcelona y nombre ya clave de la segunda oleada, entre otros gracias a los elogiados relatos de Defensa pr¨°pia (2006) y Plantes d¡¯interior (2011). ¡°No me sorprende que sea uno de sus referentes: Pag¨¨s es hoy lo m¨¢s opuesto a Monz¨® porque privilegia la novela y si bien la plantea con estructura fragmentada y puntos de vista contradictorios no la desmonta como aquel¡±, analiza Jordi Marrugat, profesor de Literatura de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona y autor del reciente Narrativa catalana de la postmodernitat. Otro referente local, cree, de la ultim¨ªsima hornada es Jordi Punt¨ª (Manlleu, 1967). ¡°Es otro autor que empez¨® guiado por Monz¨®, pero que con una novela como Maletes perdudes (2011) ha puesto una piedra en la gran narraci¨®n de la Europa posmoderna, mezclando road movie, follet¨ªn, los evangelios y los universos paralelos; junto a Pag¨¨s ha recuperado parte de la psicolog¨ªa y del realismo de la novela del XIX; est¨¢n en su madurez¡±.
Un 89% de la poblaci¨®n puede leer en catal¨¢n sin recurrir a un diccionario, pero solo un 22% lo hace habitualmente
Don de lenguas y vasos comunicantes. ¡°Caracter¨ªsticas generacionales no tienen, quiz¨¢ solo les une que han interiorizado determinados postulados posmodernos con alg¨²n retraso; y, sobre todo, que pueden leer lo que quieran de donde quieran porque, por formaci¨®n, no tienen l¨ªmites idiom¨¢ticos¡±, enmarca el cr¨ªtico y periodista Ricard Ruiz Garz¨®n. La tradici¨®n catalana (Rodoreda, Calders, Monz¨®¡) ya no es suficiente para juzgarles, expone Baguny¨¤. Si Monz¨® dej¨® el halo de Carver en las letras catalanas, el abanico de autores importados ahora impresiona. ¡°Eso de que la condici¨®n natural de la novela es ser realista se ha terminado; esa est¨¦tica ya nos la han roto Pag¨¨s, Bosch con La familia del meu pare o Miquel de Palol hace m¨¢s a?os con El jard¨ª dels set crepuscles; a ellos ahora hemos de a?adir toda la posmodernidad, de Carver a Pynchon¡±, recita did¨¢ctico el escritor, que tras fijar como esencial a Donald Barthelme, va haciendo parejas de baile: ¡°John Cheever y su mirada al suburbio est¨¢ en Francesc Ser¨¦s, otro muy le¨ªdo entre mi generaci¨®n; es dif¨ªcil no ver a Don DeLillo en la obra del mallorqu¨ªn Pere Antoni Pons[1980]¡±. Y anim¨¢ndose, quiz¨¢ por vez primera en las letras catalanas contempor¨¢neas, hace de celestino de estos nuevos con autores catalanes en castellano: ¡°Si analizas la obra de Albert Forns [Granollers, 1982; Albert Serra: la novel¡¤la, no el cineasta] y de Max Basora [Barcelona, 1980; Vulcano], por ejemplo, te das cuenta de que no pueden no haber le¨ªdo a Vila-Matas¡±. Novedosos vasos comunicantes.
Ning¨²n g¨¦nero es ajeno. ¡°Conocen c¨®mo est¨¢ el patio y han visto en nuestra generaci¨®n actitudes diferentes, que, con coherencia, te permiten arriesgar; si ellos no apuestan saben que desaparecer¨¢n y la opci¨®n, sabiendo los riesgos, de por ejemplo gente como los contistas Alba Dedeu [Granollers, 1984; Gats al parc] o Yannick Garc¨ªa [Amposta, 1979; La nostra vida vertical] es honesta¡±, defiende Ser¨¦s. La v¨ªa est¨¢ siendo doble. Por un lado, apunta Puigdevall, ¡°a diferencia de la generaci¨®n de los ochenta, una buena parte aborda la vida cotidiana del aqu¨ª y el ahora, un costumbrismo que explica el ¨¦xito de autoras como Llucia Ramis [Palma de Mallorca, 1977; Egosurfing] o Marta Rojals [La Palma d¡¯Ebre, 1975]. La de esta segunda es todo un fen¨®meno: con solo dos novelas muy tard¨ªas en menos de tres a?os ¡ªPrimavera, estiu, etc¨¨tera (2011) y L¡¯altra (2014)¡ª y una pol¨ªtica comunicativa a lo Salinger (no hay una sola foto de ella; no concede entrevistas presenciales), lleva vendidos 25.000 y 30.000 ejemplares, respectivamente. Cifras de v¨¦rtigo. ¡°Nosotros, por la ¨¦poca, pudimos ser tem¨¢ticamente m¨¢s arist¨®cratas; ellos conviven con la crisis y est¨¢n m¨¢s sensibles a eso, como dejan entrever Ramis y Rojals o el debutante Sergi Pons Codina [Barcelona, 1979] en Mars del Carib¡±, prosigue. ¡°Est¨¢ aflorando mucho m¨¢s la narrativa de la vida horizontal, la m¨¢s precaria, si bien a¨²n no tenemos una novela sobre la crisis industrial¡±, apuntala Ser¨¦s (1972).
La otra v¨ªa est¨¢ siendo el g¨¦nero, de toda forma y condici¨®n. ¡°De la novela negra a la fant¨¢stica y del retorno de la aventura al pulp y al best seller m¨¢s puro y duro, los nov¨ªsimos est¨¢n jugando con los g¨¦neros populares sin el prejuicio de sus predecesores; que el ¨²ltimo Premio Josep Pla, Albert Villar¨® [La Seu d¡¯Urgell, 1964; Els ambaixadors], sea una ucron¨ªa, subg¨¦nero de la ciencia ficci¨®n, y del que han aparecido algunos m¨¢s, lo ratifica¡±, cree Ruiz Garz¨®n. ¡°Villar¨® no tiene miedo de intentar ser Frederick Forsyth¡±, apuntilla Puigdevall, a la vez que recuerda que ¡°los de los ochenta se saltaron los g¨¦neros por considerarlos menores, mientras que en los setenta, colectivos como Ofelia Dracs los rescataron por un tema de militancia y necesidad cultural¡±.
¡°Se est¨¢ dando una legitimizaci¨®n del subg¨¦nero de todo tipo y en especial de la distop¨ªa, que quiz¨¢ tenga una semilla primigenia en Manuel de Pedrolo¡±, apunta Baguny¨¤, que sentencia: ¡°Nuestros padres son autoridades que rechazaron ya casi toda autoridad; la literatura en catal¨¢n es hoy magn¨ªficamente extra?a, da sensaci¨®n de fluidez y nadie reacciona contra nadie¡±. ¡°Los m¨¢s j¨®venes son hoy mucho mejor conocedores de la cultura de Estados Unidos y no solo de la literaria, sino de series, m¨²sica¡; eso ayuda a que su escritura sea en todo m¨¢s desacomplejada", enmarca Eug¨¨nia Broggi, durante casi diez a?os editora en Emp¨²ries en el gigantesco Grup 62 (de Planeta), que hace cuatro meses dej¨® para montar la unipersonal L¡¯Altra Editorial, que ya ha publicado a Toni Sala (Sant Feliu de Gu¨ªxols, 1969) y al nov¨ªsimo Garc¨ªa, ¨²ltimo Premio Documenta. ¡°Son autores con voces y estilos muy diferentes entre s¨ª¡±, dice Broggi, ¡°y eso se plasma en sus tem¨¢ticas: Garc¨ªa mira hacia otros mundos; Rojals es el aqu¨ª y el ahora; Sala es m¨¢s pr¨®ximo a las ra¨ªces f¨ªsicas, a la tierra y a la naturaleza¡¡±. Esa diversidad explica, seg¨²n Marrugat, la irrupci¨®n ¡°casi como un outsider¡± de Albert S¨¢nchez Pi?ol (Barcelona, 1965), con novelas tan trepidantes, inquietantes o de best seller de calidad como La pell freda o Pandora al Congo. O, en otras coordenadas de convivencia, la lenta autoconstrucci¨®n milim¨¦trica de Cabr¨¦ (Barcelona, 1947; Jo confesso). Nadie ni nada, pues, es ajeno.
Desde los confines del imperio. Que el conflicto social haya asomado m¨¢s tambi¨¦n responde, seg¨²n Ser¨¦s, a la importaci¨®n del tema por parte de escritores que son de fuera de Barcelona, m¨¢s representados que nunca en las letras catalanas, parecido a lo que ocurre con la m¨²sica. ¡°Esa cr¨ªtica al sistema estaba en la novela negra, pero no en la cl¨¢sica y se ha dado tambi¨¦n por la eclosi¨®n de autores de comarcas, que han reflejado en su literatura episodios m¨¢s conflictivos como la deslocalizaci¨®n; adem¨¢s, describir hasta ahora la Barcelona real ha sido dif¨ªcil porque hab¨ªas de matar la fiesta con la que se ha estado explicando esta ciudad¡±, apunta. ¡°Barcelona ya no tiene la bandera ni el monopolio de la escritura urbana; quiz¨¢ vivamos un momento de descr¨¦dito de esa literatura y de cierto auge del neorruralismo. Para Marrugat, ¡°cualquier peque?o pueblo es una gran urbe ya; en realidad, no veo diferencia alguna entre el Jes¨²s Moncada de Cam¨ª de sirga y las novelas de Monz¨®: la visi¨®n fragmentada de la sociedad est¨¢ en ambos¡±. En cualquier caso, muchos de los mejores nombres no son de la capital del imperio, sino que proceden de sus cuatro esquinas: Joan-Llu¨ªs Lluis (Perpiny¨¤, 1963), Ser¨¨s (Said¨ª, Baix Cinca), Garc¨ªa (Amposta); Baixauli (Sueca)¡
La lengua del bar. Inevitable fijarse, en Catalu?a, en el idioma. ¡°El modelo de catal¨¢n de los m¨¢s j¨®venes es mucho m¨¢s el¨¢stico, m¨¢s natural que el usado por los de la generaci¨®n de los ochenta; vamos, reconocible en la barra de un bar¡ Y si es muy puro hacen que gramaticalmente lo sientas muy tuyo, como propone Rojals¡±, resume Broggi. M¨¢s sutil, Puigdevall habla de ¡°un catal¨¢n m¨¢s tranquilo¡±. Marrugat es m¨¢s cr¨ªtico: ¡°Rojals i Ser¨¦s lo trabajan m¨¢s, pero en el 90% de los casos suele ser un catal¨¢n muy neutro, sin trabajo art¨ªstico; para m¨ª es preocupante y choca con el trabajo brutal ling¨¹¨ªstico que hab¨ªa en Monz¨®, por ejemplo¡±. ¡°La media ofrece una lengua muy instrumental; en muchos casos las voces de los personajes se parecen mucho a las del autor¡±, tercia Oriol Izquierdo, excr¨ªtico y exeditor y hasta hace poco m¨¢s de un a?o director de la Instituci¨® de les Lletres Catalanes, organismo promotor de la literatura en la Generalitat.
Los autores se alejan de la discusi¨®n, de manera contundente: ¡°Utilizar hoy el catal¨¢n de un genio como Josep Maria de Sagarra te coloca en una situaci¨®n de anacronismo; con Monz¨® y P¨¤mies se consagr¨® un modelo de cuentos, pero tambi¨¦n de lengua: hay una tendencia en la literatura catalana a hacer grados cero de todo y, en cambio, habr¨ªa que preguntarse c¨®mo hacer del catal¨¢n contempor¨¢neo una buena herramienta literaria¡±, lanza Baguny¨¤. Ser¨¦s es a¨²n m¨¢s dr¨¢stico: ¡°Es una pregunta que est¨¢ fuera de mis horizontes: he le¨ªdo a Josep Pla sin pensar qu¨¦ hab¨ªa hecho o no, o si lo hab¨ªa hecho bien; la diversidad de registros ling¨¹¨ªsticos me parece obvia, pero no s¨¦ si es mayor o menor que antes o si conviene as¨ª o no¡±. Como resume Ruiz Garz¨®n: ¡°La lengua ha dejado de ser una finalidad para ser solo un instrumento; la voluntad extraliteraria ha desaparecido y como mucho puede haber exploradores refinados con actitud m¨¢s l¨²dica o transgresora, como el rutilante V¨ªctor Garc¨ªa Tur [Barcelona, 1981] en Twistanschauung.
Un big bang editorial. La aparici¨®n de una n¨®mina tan numerosa en cantidad y calidad de autores no puede separarse, seg¨²n los expertos, de la eclosi¨®n de editoriales que se ha dado en Catalu?a, en parte como reacci¨®n al proceso de concentraci¨®n de la ¨²ltima d¨¦cada, y que pueden simbolizar RBA y Planeta, especialmente esta ¨²ltima desde 2006 con su entrada y la creaci¨®n, junto a Enciclop¨¨dia Catalana, de Grup 62. La lista es casi infinita en este minifundismo editorial en catal¨¢n; valgan nombres como Alrev¨¨s / Crims.cat, Saldonar, Llibres del Delicte, Periscopi, Males Herbes, Raig Verd, Labreu, Adesiara¡, la mayor¨ªa nacidas en los ¨²ltimos cinco a?os. ¡°Son sellos similares a los del colectivo Contexto en castellano, pero apuestan por nombres locales¡±, diferencia Ruiz Garz¨®n. ¡°Son autores de venta media y rentabilidad no muy alta, que a los grandes grupos no les sale a cuenta porque han de invertir mucho en promoci¨®n y librer¨ªas, y como necesitan facturar mucho, van a buscar grandes nombres o fen¨®menos seguros¡±, explica, por experiencia Broggi. Y redobla el clavo: ¡°Estos sellos peque?os buscan, buscamos, sacar escritores de canales no tan convencionales, del mundo de la m¨²sica o la contracultura, y eso enriquece como nunca el panorama¡±. Baguny¨¤ alerta: ¡°Las editoriales peque?as demandan mayor n¨²mero de autores, lo que deber¨ªa exigir a los medios de comunicaci¨®n y a la universidad a realizar una labor m¨¢s cr¨ªtica para legitimar autores y fen¨®menos ante los lectores¡±. Al final, el lector.
Buscando el mercado. El momento de las letras catalanas es prometedor, pero los m¨¢s j¨®venes ¡°ni nos planteamos vivir de esto¡±, lanza por delante Baguny¨¤. La situaci¨®n del mercado es delicada y compleja. ¡°No hay un grosor de p¨²blico suficientemente maduro para sostener la oferta que se le hace; la concentraci¨®n de Grup 62 es un falso ¨¦xito porque enmascara la debilidad de las editoriales medianas que no pueden convocar un n¨²mero estable de lectores¡±, diagnostica Izquierdo. ?Qu¨¦ se ha hecho mal? ¡°Catalu?a es la comunidad m¨¢s lectora de Espa?a, pero nos hemos de partir en dos mercados y dos espacios culturales y ling¨¹¨ªsticos distintos, catal¨¢n y castellano, y eso condiciona el crecimiento del p¨²blico lector en catal¨¢n¡±, asegura. Tambi¨¦n parece haber un desajuste entre la ret¨®rica pol¨ªtica (naci¨®n cultural) y su traducci¨®n en la pr¨¢ctica pol¨ªtica, opinan tanto Izquierdo como Broggi. ¡°Hay una masa de lectores que viven, hablan y educan a sus hijos en catal¨¢n, pero que leen y escogen libros en castellano, quiz¨¢ por pereza, desconocimiento o prejuicios¡±, constata la editora.
Las cifras le dan la raz¨®n: un 89% de la poblaci¨®n puede leer en catal¨¢n sin recurrir a un diccionario, pero solo lo hace habitualmente un 22%, mientras que los que lo hacen en ocasiones es un 55%. La tirada media de los libros es de 2.292 ejemplares por t¨ªtulo, que en 2012 fueron 8.496, bajando por segundo a?o consecutivo. ¡°En lugar de hacer motor del sistema al lector se ha dado protagonismo al editor y al escritor por inercias hist¨®ricas y se tardar¨¢ 10 valiosos a?os en sustituir la pol¨ªtica de subvenci¨®n a la producci¨®n por la del est¨ªmulo al consumo¡±. Y en ese panorama, entre sorpresa y decepci¨®n por el escaso eco de las letras catalanas en el mercado espa?ol. ¡°Ese p¨²blico, por la asimetr¨ªa, se inclina por el mercado hispanoamericano¡±, apunta Baguny¨¤. ¡°El desinter¨¦s es incre¨ªble y choca con el inter¨¦s de otras culturas, como la francesa o la alemana; parece un prejuicio m¨¢s sociopol¨ªtico que literario¡±, lanza Izquierdo. Pues ahora ser¨ªa un buen momento para probar de nuevo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma

Archivado En
- Manuel de Pedrolo
- Francesc Seres
- Albert S¨¢nchez Pi?ol
- Oriol Izquierdo
- Pon? Puigdevall
- D. Sam Abrams
- Empar Moliner
- Jaume Cabr¨¦
- Sergi P¨¤mies
- Quim Monzo
- Imma Mons¨®
- Lolita Bosch
- Nuria Perpinya
- Manuel Baixauli
- Vicen? Pag¨¨s Jord¨¤
- Literatura catalana
- Catal¨¢n
- Premios literarios
- Editoriales
- Sector editorial
- Idiomas
- Industria cultural
- Libros
- Lengua
- Literatura