De una subasta nazi de arte a un museo de EE UU
La pinacoteca de Saint Louis, como tantas otras del pa¨ªs norteamericano, dispone de prestigiosas obras que fueron confiscadas por los nazis a instituciones e individuos
¡°No ten¨ªa ni idea. ?Vaya gran sorpresa!¡±. Madison, una joven de 21 a?os, reacciona con estupor cuando se le comenta que la pintura expresionista de Henri Matisse que tiene ante s¨ª fue vendida por el r¨¦gimen nazi. La obra Ba?istas con una tortuga fue pintada en 1908 por el artista franc¨¦s, a los pocos meses fue adquirida por un museo en el oeste de Alemania y all¨ª permaneci¨® hasta agosto de 1937 cuando fue confiscada por los nazis que la consideraban una muestra de 'arte degenerado'. Dos a?os despu¨¦s el magnate period¨ªstico estadounidense Joseph Pulitzer la compr¨® en una subasta en Suiza organizada por el r¨¦gimen para recaudar fondos en la antesala de la II Guerra Mundial. Y en 1964 decidi¨® donarla al Museo de Arte de Saint Louis, donde permanece desde entonces. En el peque?o cartel junto al lienzo no se hace menci¨®n alguna al rastro nazi.
No se trata, sin embargo, de un caso aislado. Este museo en el medio oeste de Estados Unidos dispone de otras ocho obras que fueron decomisadas por el Tercer Reich. Y en el conjunto de EE UU se estima que hay decenas de miles de pinturas y esculturas con el mismo oscuro origen. Del total de nueve, al margen del Matisse ¡ªpor el que un joven Pulitzer, que estaba de luna de miel en Europa, pag¨® 2.400 d¨®lares, una cent¨¦sima parte de su valor actual¡ª, destacan cuatro lienzos de pintores expresionistas alemanes. Dos obras de Ernst Ludwig Kirchner y una de Karl Schmidt-Rottluff fueron dejadas como herencia al museo en 1983 por el multimillonario Morton May, que las hab¨ªa adquirido de marchantes de arte. Y en 1955 la instituci¨®n compr¨® a un coleccionista neoyorquino dos piezas que hab¨ªan sido confiscadas por los nazis, una de ellas de Max Beckmann.
¡°Lo m¨¢s justo ser¨ªa devolverlas a sus propietarios originales¡±, opina Madison. Pero esa no parece ser ni mucho m¨¢s la intenci¨®n de la pinacoteca de Saint Louis, que alberga una notable colecci¨®n de obras de arte europeo de finales del siglo XIX y principios del XX. ¡°Fueron ventas legales y leg¨ªtimas. No se ha hablado de devolver las obras. Eran propiedad del Gobierno alem¨¢n y fueron vendidas por el Gobierno alem¨¢n¡±, esgrime por tel¨¦fono Matthew Hathaway, portavoz del museo. ¡°Tampoco ha habido nunca una solicitud¡±, a?ade, lo que sorprende si se tiene en cuenta el lamento, en declaraciones al diario Saint Louis Dispatch, del director de la instituci¨®n alemana que ostentaba el Matisse por el escaso retorno del arte saqueado.
De las nueve piezas, seis fueron sustra¨ªdas de museos p¨²blicos ¡ªde ah¨ª que se hable de la propiedad gubernamental¡ª y tres de personas jud¨ªas. En este ¨²ltimo caso, asegura Hathaway, las piezas llegaron a Saint Louis ¡ªuna en 1961 y las otras dos en 2006¡ª tras haber sido antes devueltas a sus propietarios individuales una vez terminada la contienda, por lo que ya hab¨ªan sido restituidos.
Es un matiz legal significativo. Las confiscaciones de obras de individuos por parte de los nazis se suelen considerar ¡°propiedad robada¡±, mientras las sacadas de museos y colecciones p¨²blicas ¡°no han sido sujetas a restituci¨®n¡±, seg¨²n explica Jonathan Petropoulos, profesor de historia europea en la Universidad Claremont McKenna y ex director de investigaci¨®n de la Comisi¨®n Presidencial de Activos del Holocausto en EE UU. ¡°Aunque ahora algunos cuestionan esa decisi¨®n, tras la guerra los aliados consideraron legalmente vinculante la ley aprobada por los nazis en 1938 que consideraba la venta de 'arte degenerado' como una acci¨®n de un estado soberano¡±, apunta.
El objetivo de los nazis era ¡°intercambiar esas obras por otras m¨¢s cl¨¢sicas que deseaban¡± para el gran museo que Adolf Hitler planeaba construir en la ciudad austriaca de Linz, y ¡°sino venderlas en subastas o en el mercado privado¡± para financiarse, se?ala, por su parte, James Van Dyke, profesor de historia del arte en la Universidad de Misuri, el estado en el que se ubica Saint Louis. Las obras se repartieron por el mundo y EE UU fue de los principales destinos. ¡°El arte sigue al dinero. Y con Estados Unidos como el pa¨ªs m¨¢s rico tras la guerra, muchas obras saqueadas llegaron aqu¨ª, a museos y colecciones privadas¡±, agrega Petropoulos.
No existe, por eso, ninguna cifra concreta sobre cu¨¢ntas obras fueron confiscadas ni cu¨¢ntas desembarcaron en EE UU. Solo hay estimaciones muy gen¨¦ricas, que hablan de alrededor de 600.000 piezas robadas por los nazis entre 1933 y 1945, y de unas 100.000 que a¨²n no han sido devueltas a sus propietarios originales. Aunque de vez en cuando surgen sorpresas, como en noviembre pasado con el caso del anciano de Munich que atesoraba 1.500 obras decomisadas. En EE UU, calcula el investigador, se han devuelto entre 500 y 5.000, aunque existen amplias divergencias en la actitud de los museos al respecto.
¡°Algunos han devuelto obras de una manera admirable, pero otros lo han hecho muy dif¨ªcil para los demandantes¡±, sostiene Petropoulos, quien critica, por ejemplo, la posici¨®n del MoMA de Nueva York respecto a una demanda hecha por la familia del pintor alem¨¢n George Grosz. Sus hijos llevan a?os tratando de recuperar tres obras porque aseguran que su padre fue obligado a venderlas por ser jud¨ªo, pero en 2011 la justicia dio la raz¨®n al MoMA alegando que hab¨ªa caducado una cl¨¢usula de prescripci¨®n y que faltaban evidencias.
Para el profesor invocar estos argumentos t¨¦cnicos ¡°va en contra del esp¨ªritu¡± de los Principios de Washington firmados en 1998 a favor de la recuperaci¨®n de activos y piezas saqueadas durante el nazismo y la II Guerra Mundial a v¨ªctimas del Holocausto. Pese a la inflexibilidad de muchos museos y de carecer en EE UU de una comisi¨®n p¨²blica en este asunto, este experto subraya que la justicia estadounidense es menos tolerante que la europea y no ampara los casos de compras de buena fe ¡ªpor ejemplo, que uno no sab¨ªa que un cuadro hab¨ªa sido robado por los nazis¡ª, por lo que el marco legal, considera, es en general m¨¢s favorable a las demandas de restituci¨®n. A¨²n as¨ª, decenas de miles de obras confiscadas, como el Matisse, permanecen en Estados Unidos, con muy pocos visos de volver a sus propietarios originales.
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