Los miura, en el laberinto
Fue una tarde encapotada y descolorida por la lluvia y el fr¨ªo, y tristona y silente por los toros
No fue uno de esos domingos de Resurrecci¨®n que refulgen m¨¢s que el sol, en los que la Maestranza engalanada abre sus puertas al gent¨ªo, presumida y pizpireta ella, y se pavonea cual chiquilla hermosa a pesar de sus a?os. No fue el domingo de ayer el estallido de la primavera; m¨¢s bien, una tarde encapotada y descolorida por la lluvia y el fr¨ªo, y tristona y silente por el mal juego de los toros.
Era, ciertamente, una tarde extra?a y esperanzada a un tiempo, porque, si bien ni miuras ni toreros ten¨ªan aqu¨ª su sitio, se mantiene viva la ilusi¨®n de una corrida inolvidable, como ya ocurriera el a?o pasado.
Miura / Escribano y Luque, mano a mano
Toros de Miura, bien presentados, mansos, descastados, blandos y sin clase.
Manuel Escribano: media tendida _aviso_ y siete descabellos (palmas); dos pinchazos y media tendida (silencio); estocada (ovaci¨®n).
Daniel Luque: estocada (silencio); estocada (silencio); casi entera (palmas).
Plaza de la Maestranza. 20 de abril. Domingo de Resurrecci¨®n. Inauguraci¨®n de la temporada. Casi lleno.
Pero, ay, la leyenda de Miura tiene su raz¨®n de ser, y el toro Datilero de 2013, que propici¨® el triunfo de Escribano fue una gota de noble bravura en un oc¨¦ano de mansedumbre, soser¨ªa, falta de clase y dificultad, que es lo que de verdad caracteriza a este hierro de leyenda.
Nada fue posible ayer porque los toros no ofrecieron opciones, porque su f¨ªsico temeroso no encerraba m¨¢s que quintales de vulgaridad. Ni uno solo destac¨®; ni uno solo evidenci¨® parentesco, aunque fuera lejano con el recordado Datilero; ni uno solo acudi¨® ni a los caballos ni a los enga?os con un m¨ªnimo de bravura, nobleza, recorrido o fijeza. Es decir, los miuras volvieron a su sitio y es cierto que lo ocurrido el a?o pasado fue un asunto de casualidad que cualquiera sabe cu¨¢ndo volver¨¢ a repetirse.
A pesar de ello, hubo de todo: viento, lluvia, fr¨ªo, entrega, arrojo, disposici¨®n, toreo vulgar, banderillas para no recordar, un par de pares de Curro Robles al sexto para el recuerdo y alguna pincelada de buenos lances. Y hasta un espont¨¢neo, que no lleg¨® a tocar toro y se gan¨® una buena tunda por su mala cabeza. Y hubo, sobre todo, la seriedad y el respeto que impone la ganader¨ªa de Miura. Porque no es lo mismo, ya que El Juli y Morante, se han empe?ado en comparar, lidiar toretes en M¨¢laga elegidos con mimo por tu equipo de veedores en ganader¨ªas de c¨®modo post¨ªn, que los toros te lo elijan Eduardo y Antonio Miura en su finca de Zahariche. ?Vaya que no es lo mismo¡!
Quede constancia, por tanto, de la consideraci¨®n que merecen los toreros actuantes en Sevilla, que no triunfaron, pero dejaron la estela de la verg¨¹enza torera, que es una condici¨®n de figura.
No estuvo bien Escribano. Fue todo disposici¨®n, valor y entrega, pero no luci¨® en ning¨²n momento. Recibi¨® a sus tres toros de rodillas en los medios y fue arrollado sin consecuencias por el tercero, que le perdon¨® la cornada. Banderille¨® a los tres, y no puso ni un solo par medianamente aceptable. Aguant¨® lo inaguantable sentado en el estribo para colocar banderillas al quiebro y se qued¨® sin salida en el quinto. Valor sin cuento, pero no m¨¢s. Clav¨® siempre a toro pasado y con toscas maneras. Poco se le puede criticar su labor con capote y muleta. Lo intent¨® sin ¨¦xito por las escasas condiciones de sus descastados oponentes.
Mejor imagen ofreci¨® Daniel Luque, y suyos fueron dos preciosos lances a la ver¨®nica al segundo de la tarde. Se le vio m¨¢s experimentado, m¨¢s suelto, y lo intent¨® de veras en todo momento, pero sus buenas intenciones no encontraron colaborador posible,
En fin, que despu¨¦s de una Semana Santa calurosa, lleg¨® un domingo fresco, invernal y lluvioso; y lo que es peor, toros guapetones, pero cansinos de car¨¢cter y burdos para el toreo de hoy. De cualquier modo, lo ocurrido en Sevilla fue m¨¢s puro y m¨¢s legal que el teatro que El Juli y Morante montaron en M¨¢laga.
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