Elena Poniatowska, una Sancho Panza para los sin tierra
La escritora y periodista mexicana recuerda a Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez en su discurso con el que recibe el premio Cervantes
Contar¡ contar¡ contar¡ Eso hace Elena Poniatowska desde hace 60 a?os. Y eso mismo hace tras subir cinco escalones, dar siete pasos, otros ocho escalones, dos pasos y un escal¨®n m¨¢s, para convertirse en la primera mujer en subir al p¨²lpito del paraninfo de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares para dar su discurso de aceptaci¨®n del 38? Premio Cervantes de Literatura. Y rompe doblemente la tradici¨®n: su traje aut¨®ctono y sus palabras, donde m¨¢s que el autor de El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha o el mismo Quijote, anduvo Sancho Panza.
Una periodista de a pie encaramada en lo m¨¢s alto de las letras en espa?ol. Y haciendo gala de su mexicanidad: aut¨®ctono vestido rojo de adornos amarillos con un fald¨®n rematado en encaje blanco y como pendientes el recuerdo y la magia de los pescaditos de oro que hac¨ªa y deshac¨ªa el coronel Aureliano Buend¨ªa al final de sus d¨ªas, por la gracia de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez. ¡°Antes de Gabo ¨¦ramos los condenados de la Tierra. Pero con sus Cien a?os de soledad le dio alas a Am¨¦rica Latina. Y es ese gran vuelo el que hoy nos envuelve y hace que nos crezcan flores en la cabeza¡±.
Con voz nerviosa record¨® a las tres mujeres que la precedieron
Contar¡ contar¡ contar... Es el verbo preferido de Elena Poniatowska. Es su verbo natural. Y eso hace para contar un trocito de zonas en sombra de Am¨¦rica Latina. Con el asombro ante el silencio y el olvido vivido por las mujeres y los m¨¢s pobres y quienes deben migrar en busca de mejores oportunidades. ¡°Ni?os, mujeres, ancianos, presos, dolientes y estudiantes caminan al lado de esta reportera que busca, como lo ped¨ªa Mar¨ªa Zambrano, ¡®ir m¨¢s all¨¢ de la propia vida, estar en las otras vidas¡±.
Con voz nerviosa empieza por recordar a las tres mujeres que la precedieron. Es la cuarta en ser distinguida con este premio ¡ªfrente a los 35 hombres que lo han ganado¡ª pero la primera en subir al p¨²lpito. Ana Mar¨ªa Matute estaba en silla de ruedas, Mar¨ªa Zambrano no pudo asistir y Dulce Mar¨ªa Loynaz envi¨® a una persona para que la representara. Tres mar¨ªas ¡°zarandeadas por sus circunstancias¡±. Y junto a ellas nombres de mujeres que van desde Sor Juana In¨¦s de la Cruz, pasando por Tina Modotti o Frida Kahlo, hasta las de Ciudad Ju¨¢rez asesinadas. Asombro ante el silencio y lo que falta por hacer por las ellas.
Soy una escritora que no puede hablar de molinos porque ya no los hay.
La escritora, en cambio, un poco m¨¢s protegida por alg¨²n dios mexicano que la convirti¨® en la quinta ganadora mexicana de este galard¨®n, tras Octavio Paz, Carlos Fuentes, Sergio Pitol y Jos¨¦ Emilio Pacheco.
La Am¨¦rica ind¨ªgena y desfavorecida representada por una mexicana culta de origen polaco. Evoca su alegre asombro por el idioma espa?ol que empez¨® a descubrir a los diez a?os cuando su familia se traslad¨® a M¨¦xico. El de una ni?a que pas¨® de decir merci, en Par¨ªs, a maravillarse en un idioma nuevo que la obligaba a jugar con la lengua con palabras como ¡°gracias¡±, ¡°parangaricutirimicuaro¡± o ¡°Xochitlquetzal¡±.
Entran en su contar sus compatriotas porque quienes le dieron la ¡°llave para abrir M¨¦xico fueron los mexicanos en la calle¡±. Su voz recrea una cuadro realista mexicano ¡°con personajes de a pie como los que don Quijote y su fiel escudero encuentran en su camino, un barbero, un cuidador de cabras¡¡±. Su voz pone el color al cuadro de un continente donde la cultura es casi desde?ada y el ¨ªndice de analfabetismo es muy alto, la pobreza aumenta y los gobiernos no prestan mucha atenci¨®n a los pobres. Pero ella aprendi¨® el castellano ¡°antes de que los Estados Unidos pretendieran tragarse a todo el continente, la resistencia ind¨ªgena alz¨® escudos de oro y penachos de plumas de quetzal y los levant¨® muy alto cuando las mujeres de Chiapas, antes humilladas y furtivas, declararon en 1994 que quer¨ªan escoger ellas a su hombre, mirarlo a los ojos, tener los hijos que deseaban y no ser cambiadas por una garrafa de alcohol. Deseaban tener los mismos derechos de los hombres¡±.
El poder financiero manda no solo en M¨¦xico sino en el mundo.
Y deja claro, recuerda, que la voz de los mexicanos, el tono de sus compatriotas, sus diminutivos, su humildad y sus modales ¡°no es para hacerse menos ni por esconderse sino porque es parte de su naturaleza¡±. Que no se confundan, viene a decir, no es lo mismo manso que menso.
En la tierra de Miguel de Cervantes est¨¢ una mujer de 82 a?os tan sensible como combativa. ?Rebelde? Que dice las cosas y reivindica la igualdad y derechos y deberes para todos. Una periodista que empez¨® a darse cuenta de la realidad en 1954 cuando la contrataron en el peri¨®dico mexicano Excelsior. Desde entonces, casi medio centenar de libros period¨ªsticos, ensayos, novelas y biograf¨ªas. Desde grandes reportajes y cr¨®nicas como La noche de Tlatelolco y Las soldaderas, hasta El universo o nada, la biograf¨ªa novelada de su marido, Guillermo Haro; pasando por novelas como La piel del cielo y Hasta no verte, Jes¨²s m¨ªo.
No apareci¨® cabalgando como Sancho Panza pero lo record¨®, se compar¨® a ¨¦l: ¡°Soy una Sancho Panza femenina. (¡) Una escritora que no puede hablar de molinos porque ya no los hay y en cambio lo hace de los andariegos comunes y corrientes que cargan su bolsa del mandado, su pico o su pala, duermen a la buena ventura y conf¨ªan en una cronista impulsiva que retiene lo que le cuentan¡±.
El Rey ensalz¨® la Humanidad como centro de gravedad de su obra
Y le han contado mucho. Porque ella ha preguntado a¨²n m¨¢s. Es su otro verbo. Y se?alar, tambi¨¦n. Se?alar que el ¡°el poder financiero manda no solo en M¨¦xico sino en el mundo. Los que lo resisten, montados en Rocinante y seguidos por Sancho Panza son cada vez menos¡±. Por eso se siente orgullosa de andar junto a los ¡°ilusos, los destartalados, los candorosos¡±.
La vida se escribe todos los d¨ªas. Recuerda. Recalca.
Poniatowska, creadora de una obra que conjuga diferentes registros para ver la vida. El resultado, seg¨²n el jurado del Cervantes, es ¡°una brillante trayectoria literaria en diversos g¨¦neros, de manera particular en la narrativa y en su dedicaci¨®n ejemplar al periodismo. Su obra destaca por su firme compromiso con la historia contempor¨¢nea. Autora de obras emblem¨¢ticas que describen el siglo XX desde una proyecci¨®n internacional e integradora. Elena Poniatowska constituye una de las voces m¨¢s poderosas de la literatura en espa?ol de estos d¨ªas¡±.
La voz de los sin voz
"Antes de Gabo ¨¦ramos los condenados de la Tierra. Pero con sus Cien a?os de soledad dio a las a Am¨¦rica Latina. Y es ese gran vuelo el que hoy nos envuelve y hace que nos crezcan flores en la cabeza".
"Ni?os, mujeres, ancianos, presos dolientes y estudiantes caminan al lado de esta reportera que busca, como lo ped¨ªa Mar¨ªa Zambrano,'ir m¨¢s all¨¢ de la propia vida, estar en las otras vidas".
"Soy una Sancho Panza femenina. (¡) Una escritora que no puede hablar de molinos porque ya no los hay y en cambio lo hace de los andariegos comunes y corrientes que cargan su bolsa del mandado, su pico o su pala, duermen a la buena ventura y conf¨ªan en una cronista impulsiva que retiene lo que le cuentan".
Por eso subi¨® 14 escalones y dio nueve pasos para contar todo lo que cont¨®. Baja y se sienta en un sill¨®n delante de la mesa presidida por el Rey y la Reina de Espa?a. Elena Poniatowska, periodista y escritora, nacida princesa, hija de un descendiente directo, ¡°no tan directo¡±, del ¨²ltimo rey de Polonia y de una mexicana de origen franc¨¦s, escucha juiciosa. Lo que dir¨¢ primero el ministro de Cultura, Jos¨¦ Ignacio Wert: ¡°Porque la escritora que ha insuflado vida literaria al testimonio de la gente com¨²n comienza su carrera preguntando y desarrollando el m¨¢s fino o¨ªdo, el arte de escuchar¡±. Dice que es una narradora singular en muchos sentidos al traspasar las fronteras convencionales de los g¨¦neros. ¡°Que recorre como h¨¦roe el camino de la realidad y la ficci¨®n¡±.
Aplausos. Ella ahora escucha al Rey lo que dice de ella. ?l dice que ella advierte que en su narrativa la frontera entre la realidad y la ficci¨®n es muy fina, borrosa. Entre la cr¨®nica y la novela. Ella asiente con la cabeza. ¡°Nuestra galardonada aproxima la realidad a nuestras propias vidas. Invita al lector a adoptar una visi¨®n y lo estimula para vivir un compromiso con el ser humano¡±.
El Rey dice que la Humanidad es el centro de gravedad de la obra de la escritora mexicana. ¡°La necesidad de poner voz a los desfavorecidos, de poner en evidencia las contradicciones del progreso, de denunciar la discriminaci¨®n social y toda clase de injusticias¡±.
Aplausos. Elena Poniatowska se pone de pie. Espera que salgan todos. La saludan. Busca con la mirada a sus tres hijos en el paraninfo. Y al patio sale la abuela a cuyo encuentro van siete de los nueve nietos que la han acompa?ado desde M¨¦xico.
Una hora y cinco minutos ha durado todo. Ha dejado claro la conjugaci¨®n de un verbo multiforme.
Yo veo
T¨² preguntas
?l escribe
Ella, Elena Poniatowska, cuenta. Cuenta lo que sucede a su alrededor y m¨¢s all¨¢. Ese es su verbo.
Todos los ganadores del Cervantes
2012. Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald
2011. Nicanor Parra
2010. Ana Mar¨ªa Matute
2009. Jos¨¦ Emilio Pacheco
2008. Juan Mars¨¦
2007. Juan Gelman
2006. Antonio Gamoneda
2005. Sergio Pitol
2004. Rafael S¨¢nchez Ferlosio
2003. Gonzalo Rojas
2002. Jos¨¦ Jim¨¦nez Lozano
2001. ?lvaro Mutis
2000. Francisco Umbral
1999. Jorge Edwards
1998. Jos¨¦ Hierro
1997. Guillermo Cabrera Infante
1996. Jos¨¦ Garc¨ªa Nieto
1995. Camilo Jos¨¦ Cela
1994. Mario Vargas Llosa
1993. Miguel Delibes
1992. Dulce Mar¨ªa Loynaz
1991. Francisco Ayala
1990. Adolfo Bioy Casares
1989. Augusto Roa Bastos
1988. Mar¨ªa Zambrano
1987. Carlos Fuentes
1986. Antonio Buero Vallejo
1985. Gonzalo Torrente Ballester
1984. Ernesto S¨¢bato
1983. Rafael Alberti
1982. Luis Rosales
1981. Octavio Paz
1980. Juan Carlos Onetti
1979. Jorge Luis Borges
1979. Gerardo Diego
1978. D¨¢maso Alonso
1977. Alejo Carpentier
1976. Jorge Guill¨¦n
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.