El misterio del amor persa
Descubr¨ª Persian love, de Holger Czukay, en un elep¨¦ de 1979 que el jovial bajista de Can denomin¨® Movies, es decir, Pel¨ªculas. Un tema tot¨¦mico para m¨ª, que desde entonces no he dejado de pinchar en todos los programas de radio que he presentado. Siempre racionado: la intuici¨®n me sugiere que no conviene desgastar las joyas raras. Eh, tampoco jugu¨¦ a la exclusividad: en d¨ªas preInternet, lo copi¨¦ para desconocidos que dec¨ªan necesitarlo como sinton¨ªa radiof¨®nica o para ambientar un cortometraje.
Persian love es todo un hito en la apropiaci¨®n de m¨²sicas ajenas y en la prehistoria del sampleo (cuando la manipulaci¨®n de cintas se hac¨ªa con tijera y cello adhesivo). Hab¨ªa precedentes, en los laboratorios de los compositores contempor¨¢neos o en el estudio jamaicano de Lee Perry, pero Czukay trabaj¨® a partir de una grabaci¨®n iran¨ª captada con su radio de onda corta, sincronizando luego sus aportaciones instrumentales con las voces persas. Suena org¨¢nico, aunque sea un falso encuentro.
Hay respeto¡ e intimidad. Fascina desde la primera escucha: sobre un lecho de teclados, despega una voz masculina que va ascendiendo en intensidad hasta alcanzar el ¨¦xtasis; responde una sensual cantante. Suena lejano un instrumento oriental, todo puntuado por filigranas de la guitarra de Czukay, acelerada hasta que parece africana; pasa una imp¨¢vida r¨¢faga de Bach.
Los chicos listos pusieron la oreja. Pudo ser sincronicidad pero hacia 1979 usaron similares t¨¦cnicas aquellos francotiradores de Sheffield llamados Cabaret Voltaire y, m¨¢s visiblemente, David Bowie y Talking Heads: en Lodger estaba Yassasin, un raro reggae turco; en Fear of music, piezas anticipatorias como I, Zimbra o Drugs.
Detr¨¢s de ambos elep¨¦s estaba Brian Eno, que explorar¨ªa a fondo ese territorio con David Byrne en el formidable My life in the bush of ghost (1981).Y luego, el diluvio. La tecnolog¨ªa digital facilit¨® el sampleo; la world music nos saturar¨ªa de mixturas.
Sin embargo, el papel pionero de Holger Czukay apenas fue reconocido; su Movies desapareci¨® del mercado y tard¨® en ser reeditado. Y persist¨ªa el misterio sobre la grabaci¨®n que sirvi¨® de base. ?C¨®mo es que la discogr¨¢fica original no reivindic¨® sus derechos?
Tengo una sospecha: no hab¨ªa discogr¨¢fica. Lo que Czukay capt¨® era seguramente un fragmento de una serie de programas que emiti¨® la Radio Nacional iran¨ª a partir de 1956, conocidos conjuntamente como Golha-ye Javidan, o Flores de la poes¨ªa y la canci¨®n persas.
Los Golha fueron un poderoso instrumento de conservaci¨®n y difusi¨®n de la cultura cl¨¢sica iran¨ª: trenzaban comentarios eruditos con recitados y piezas musicales. Se cont¨® con los mejores compositores, cantantes e instrumentistas, reforzados por acad¨¦micos e historiadores. Obviamente, hab¨ªa detr¨¢s una intenci¨®n pol¨ªtica: el sha Reza Pahlevi invocaba las a?ejas glorias persas.
En 1979 lleg¨® Jomeini y mand¨® parar. Odiaba la m¨²sica, punto.
Hagamos una elipsis piadosa. En 1979 lleg¨® Jomeini y mand¨® parar. Odiaba la m¨²sica, punto. Las mujeres no pod¨ªan cantar en p¨²blico. Y basta de evocar a poetas persas, que aquellos eran tiempos de herej¨ªas y / o relajamiento moral. Buena parte de los creadores de los Golha emigraron o se retiraron. Una diva como Hayedeh muri¨® prematuramente en San Francisco. Algunos veteranos languidecen en Teher¨¢n: hay conmovedoras grabaciones clandestinas de Golpa (Akbar Golpayegani) y Ali Rostamian cantando en un patio ante admiradores j¨®venes, como si fuera una reuni¨®n de cabales flamencos.
El tenaz exilio iran¨ª lleva d¨¦cadas reconstruyendo la cultura que barrieron los ayatol¨¢s. Subrepticiamente, se recuperaron muchas grabaciones de los Golha, antes de que alg¨²n barbudo decidiera eliminarlos.
Los programas rescatados ahora se difunden por la Red. Est¨¢n disponibles en emisoras online, se venden en compactos; llegaron a comercializar un iPod que aseguraba contener mil horas de grabaciones. Su catalogaci¨®n y digitalizaci¨®n corre a cargo de instituciones como la British Library, que financia la fant¨¢stica labor de la estudiosa Jane Lewishon. Ocasionalmente, encuentras grabaciones de Golha en fundaciones mon¨¢rquicas, que tambi¨¦n quieren venderte libros costosos sobre la emperatriz Farah Diba. Y hasta ah¨ª no llego.
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