Hollywood pinta cuadros falsos
Muchas pel¨ªculas de los grandes estudios requieren la recreaci¨®n de obras de arte que chocan con las exigencias de artistas y herederos
Hollywood necesita obras falsas para sus pel¨ªculas. Las necesita George Clooney cuando filma The Monuments Man o Ed Harris cuando recrea la vida de Jackson Pollock. Pero es una tarea complicada. Los derechos de imagen y de reproducci¨®n est¨¢n muy regulados y muchas veces es un calvario conseguirlos. O bien no se ceden o bien se exigen unas cifras inabordables incluso para una gran producci¨®n americana.
Antes no era tan complicado generar esta obra ¡°falsa¡±, pero desde mediados de los a?os noventa del siglo pasado las cosas cambiaron, y mucho. Una denuncia y una queja fueron el detonante de esta transformaci¨®n. El ingeniero y artista futurista estadounidense Lebbeus Woods (1940-2012) demand¨® al director Terry Gilliam por haber copiado, tal cual, uno de sus m¨¢s famosos dibujos: Neomechanical Tower (Upper) Chamber. Quien tenga memoria cin¨¦fila recordar¨¢ que en la pel¨ªcula de 1996 titulada 12 Monos Bruce Willis es duramente interrogado en un escenario claustrof¨®bico, que calca el boceto de Woods. M¨¢s tarde, la justicia dar¨ªa la raz¨®n al artista.
Un a?o despu¨¦s, en 1997, suceder¨ªa el segundo incidente. En una de las tramas centrales en El abogado del diablo, con Al Pacino y Keanu Reeves, un relieve de m¨¢rmol cobra vida entre lo demoniaco y lo sexual. La pieza es una r¨¦plica de la escultura (Ex Nihilo Tympanum, que muestra el surgir de la vida desde el caos) que Frederick Hart proyect¨® en la fachada de la Catedral Nacional de Washington. Warner Brothers, distribuidora del filme, tuvo que rehacer la escena para reducir las similitudes y tambi¨¦n, aqu¨ª estaba el problema, el contenido er¨®tico.
A partir de estos dos sucesos, que recogen la revista Vanity Fair y artnet.com, conseguir los derechos de reproducci¨®n de ciertas obras de arte es muchas veces lo m¨¢s cercano a una pesadilla.
En 1996, el pintor Julian Schnabel quer¨ªa recrear la vida de un artista con el que coincidi¨® en los a?os ochenta, cuando la carrera de ambos despuntaba: Jean-Michel Basquiat (1960-1988). Pidi¨® permiso para utilizar im¨¢genes de sus cuadros. El legado del artista (eso que los estadounidenses llaman estate), que est¨¢ f¨¦rreamente controlado por su padre y sus hijas, no se lo dio. Bueno s¨ª, pero a cambio de una cantidad de dinero tan elevada que hac¨ªa inviable la pel¨ªcula. Se lleg¨® a una extra?a soluci¨®n de consenso. Se permitir¨ªa crear una serie de pinturas ¡°al estilo de¡± Basquiat siempre y cuando no se parecieran demasiado a cuadros reales o bien el estilo no fuera muy veraz. Para asegurarse de que cumpl¨ªan lo pactado, un abogado supervisaba todas las obras. Y si le parec¨ªan demasiado pr¨®ximas al original imped¨ªa usarlas.
Pero el mayor problema lleg¨® con Picasso. Schnabel pretend¨ªa reproducir El Guernica. ¡°Es enorme y por entonces la pel¨ªcula ya estaba en marcha, y no podr¨ªa ser una impresi¨®n sobre papel porque Julian quer¨ªa una pintura¡±, cuenta el director de producci¨®n del filme Dan Leigh a Vanity Fair. ¡°Y la familia Picasso, o el estate, nunca hab¨ªan recibido una petici¨®n para reproducir el cuadro, o sea, para copiar una pintura en pintura. ?Ese era el gran problema! B¨¢sicamente se trataba de una falsificaci¨®n¡±.
Al final, la familia accedi¨® a que se pintara una copia (en la que el propio Schnabel particip¨®), pero con un requisito irrenunciable. Una vez filmada, la tela deber¨ªa ser destruida y la productora se compromet¨ªa a mandar un v¨ªdeo que lo acreditara. Embadurnaron el gigantesco ¨®leo con la pintura que les hab¨ªa sobrado ¡ªpreviamente mezclada en un enorme barril¡ª y la extendieron sobre la cara del lienzo que mostraba la imagen, y cuando a¨²n estaba h¨²meda enrollaron la tela. Nadie, aunque se lo propusiera, podr¨ªa restaurarla nunca.
Tribulaciones parecidas vivi¨® el rodaje de La joven de la perla, protagonizada por Scarlett Johansson. El filme recreaba el trabajo y el genio del pintor barroco Johannes Vermeer (1632-1675). Al equipo de producci¨®n se le encargaron 75 cuadros. Y decidieron subcontratarlos a copistas chinos. La idea fue un desastre. En uno de los lienzos, La joven con un vaso de vino, cambiaron el rostro occidental por uno oriental, le dieron aire de beoda, confundieron la perspectiva e incluso le pintaron las u?as.
D¨¢ndole vueltas a una soluci¨®n, el equipo cre¨® una t¨¦cnica digital que se basaba en encolar, con un barniz casero, una reproducci¨®n en papel sobre un lienzo y filmarlo usando diferentes tratamientos digitales de texturas. En este caso, el equipo s¨ª logr¨® el permiso del Museo Mauritshuis para reproducir La joven de la perla, aunque decidi¨® no utilizar la infinidad de bocetos que hab¨ªan pintado y que simulaban el proceso de creaci¨®n de la obra por Vermeer. El prop¨®sito era mantener la tensi¨®n de la imagen en el espectador hasta el final, que es cuando se desvelar¨ªa el cuadro ¨ªntegro.
Un desaf¨ªo diferente fue ¡°falsificar¡± los cientos de obras que aparecen en la pel¨ªcula dirigida por George Clooney The Monuments Men. La historia de ese grupo de soldados (y civiles) aliados que al t¨¦rmino de la Segunda Guerra mundial tuvieron el encargo de recuperar la ingente cantidad de obras expoliadas y robadas por la Alemania nazi. No fue f¨¢cil ni recuperar las piezas ni rodar la pel¨ªcula. ¡°M¨¢s importante que las obras en s¨ª fueron los marcos¡±, relata a Vanity Fair el director de producci¨®n del filme James D. Bissell. ¡°Cuando miras a ese gran escondrijo de arte [recreado con tecnolog¨ªa 3D] y ves un enorme mont¨®n de marcos apilados, necesitas que sean de calidad para que est¨¦n en relaci¨®n con las obras a las que pertenecen¡±.
En esta ocasi¨®n se recurri¨® a los archivos digitales de alta resoluci¨®n que existen de bastantes de las pinturas recuperadas por los Monuments Men. Muchas de estas im¨¢genes se imprimieron sobre lienzos o maderas, luego, con t¨¦cnicas artesanales, se envejecieron y, m¨¢s tarde, se a?adieron efectos de craquelado. Sin duda, en la pel¨ªcula hay una obra de arte que exigi¨® m¨¢s que ninguna. El altar de Gante (La adoraci¨®n del cordero m¨ªstico), pieza maestra de la pintura flamenca de los hermanos Hubert y Jan Van Eyck, no fue ajeno a los problemas. El equipo tuvo que solucionar la reacci¨®n adversa de ciertos pigmentos con los esmaltes. Y a la vez reproducir, a mano, el singular enmarcado de la obra.
M¨¢s f¨¢cil lo tuvo Ed Harris cuando rod¨® Pollock en 2000. El equipo de dise?adores aprendi¨® a crear pollocks. En concreto, 125. Ese fue el n¨²mero de telas que consiguieron pintar al estilo del artista expresionista americano. Excepcionalmente contaron con la ayuda de la Fundaci¨®n Pollock-Krasner, que cuida el legado del pintor. De hecho, consiguieron los permisos para reproducir cualquier obra de su cat¨¢logo. Lo que hizo Harris fue contratar a algunos de los mejores directores art¨ªsticos de Nueva York y estudiaron juntos las pel¨ªculas y fotos de Hans Namuth y Paul Falkenberg que muestran c¨®mo el artista crea sus famosos drippings usando desde los botes de pintura a los mangos de los pinceles. En vez de copiar, recrear; funcion¨®.
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