Desbarajusticia
Lo m¨¢s lamentable del desbarajuste que ha causado la nueva legislaci¨®n sobre justicia universal es la sospecha de que nuestros gobernantes no utilizan la prudencia exigible en estos casos
Lo m¨¢s lamentable del desbarajuste que ha causado la nueva legislaci¨®n sobre justicia universal no es tanto la imposibilidad de los profesionales con larga experiencia pr¨¢ctica para ponerse de acuerdo, ni el conflicto entre las diversas autoridades competentes y la consiguiente impunidad de la alta delincuencia internacional, sino la sospecha de que nuestros gobernantes no utilizan la prudencia exigible en estos casos. Esa prudencia que te lleva, antes de someter un decreto al simp¨¢tico rodillo de tu mayor¨ªa absoluta, a tratar de estudiar y esclarecer las condiciones y consecuencias de la aplicaci¨®n real. La autoridad num¨¦rica en el Parlamento por m¨¢s que sea real y reconocida no siempre puede eludir la consulta con los profesionales.
Pero la deriva de la justicia en esta legislatura ha abierto una herida a¨²n mayor en la sociedad. Es una grieta que amenaza ruina y que apunta directamente a la sospecha colectiva de que la aplicaci¨®n de la ley es blanda con el poderoso y cruel con el d¨¦bil. Lo vemos a diario con la persecuci¨®n a cualquiera que entorpezca las ejecuciones bancarias, los desahucios, a quien participe en protestas o se signifique en el rechazo a las pol¨ªticas m¨¢s antisolidarias. Se han dictado condenas que son de una dureza dif¨ªcilmente explicable salvo que persigan amedrentar. Hay multas cuyas cuant¨ªas rozan el rid¨ªculo si uno compara las consecuencias de participar en una protesta con, por ejemplo, la estafa continuada a cientos de ahorradores.
En estos d¨ªas se resuelve el recurso de dos personas que por participar en un piquete huelguista en Granada fueron condenados a tres a?os de prisi¨®n. La ausencia de violencia en aquel acto no resulta atenuante para que la deriva judicial se encargue de enviar ese escarmiento al resto de la sociedad. El Gobierno, contestado en sus pol¨ªticas de enorme dureza social, en lugar de escuchar ha preferido acallar, que son dos distintos caminos para llegar a un mismo silencio. El aviso para viandantes ha calado profundo durante este tercio de varas y los medios no est¨¢n alerta frente a esta domesticaci¨®n por v¨ªa del castigo judicial. La mayor¨ªa silenciosa va a terminar por serlo de verdad, pero no por acatar con comprensi¨®n las ¨®rdenes del poder, sino por el miedo a la criminalizaci¨®n y la multa desmesurada.
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