Nuestro mis¨¢ntropo
Estupendo 'Mis¨¢ntropo', de siempre y de ahora, adaptado y dirigido por Miguel del Arco Israel Elejalde, un Alceste casi barojiano, encabeza un reparto en el que todos brillan
Qu¨¦ gusto da ver el Espa?ol rebosante de p¨²blico entusiasta, como en los buenos tiempos, gracias a la entrega y el talento de la compa?¨ªa Kamikaze. Y con un Mis¨¢ntropo que sacude, que divierte y conmueve, que tiene la intensidad y el ritmo de un gran partido con un gran equipo, donde todos juegan el mismo juego, se pasan la pelota cuando toca y controlan su zona del ¨¢rea, a las ¨®rdenes de ese gran entrenador que es Miguel del Arco, responsable de la versi¨®n y la puesta. Claves del juego: intensidad, velocidad, claridad, entusiasmo. Pienso en una final de Copa o una gran partida de billar cl¨¢sico, donde las carambolas producen chispazos el¨¦ctricos. Estamos en la trasera de una discoteca, el metaf¨®rico y muy real callej¨®n de la basura. Eduardo Moreno firma una escenograf¨ªa realista (muro de argamasa, salidas de humo, luces altas y fr¨ªas; incluso las ca?er¨ªas tienen su funci¨®n), pero que tambi¨¦n acoge puntos de fuga, esos momentos en los que la oscuridad hace crecer fosforescencias on¨ªricas (estupendas proyecciones de Rod¨®n y Valenzuela), y las voces se alejan y todo se ralentiza, como en las grandes borracheras: una escenograf¨ªa que hubiera encajado por igual en un espect¨¢culo de Ostermeier y en el National brit¨¢nico. Hay que aplaudir igualmente la cuidad¨ªsima banda sonora, con m¨²sica original de Arnau Vil¨¤ e incrustaciones de lujo como la ranchera ¡®Cansado coraz¨®n¡¯ a cargo de Asier Etxeandia.
Del Arco ha optado por la concentraci¨®n de acciones y personajes (quedan en siete, a cargo de siete magn¨ªficos int¨¦rpretes). Todo sucede (estalla, mejor dicho) en tiempo real, dos horas de una tensa madrugada, mientras en la disco, en rotundo fuera de campo, tiene lugar una de las m¨¢s vacuas fiestas de la historia. Esa apuesta le da a la pieza una sensaci¨®n de urgencia, una muy apropiada sobredosis de agobio y frivolidad, pero tantos sucesos requerir¨ªan, quiz¨¢s, algo m¨¢s de tiempo: el agolpamiento emborrona algunos trazos y hace que la revelaci¨®n de las cartas de Celimena resulte, por acumulada, poco cre¨ªble.
Pocos Alcestes he visto tan esencialmente espa?oles como el que dibuja, con gran poder¨ªo, Israel Elejalde
He titulado ¡°Nuestro mis¨¢ntropo¡± porque pocos Alcestes he visto tan esencialmente espa?oles como el que dibuja, con gran poder¨ªo, Israel Elejalde. Las esencias son cenagosas por naturaleza, pero hablo en t¨¦rminos de tradici¨®n literaria: la barba, la furia, el asco, la tristeza y la hidalgu¨ªa me hicieron pensar en un antih¨¦roe regeneracionista, una versi¨®n actual del Andr¨¦s Hurtado de El ¨¢rbol de la ciencia, por ejemplo. Pesimismo barojiano y dolor cernudiano: ah¨ª est¨¢ el hermos¨ªsimo momento, de alto vuelo, en que recita, bajo la escalera, contra la pared, empapado en agua sucia, ¡®Si el hombre pudiera decir lo que ama¡¯. Y tambi¨¦n le veo un trasluz calderoniano: un hombre de honor, absolutista de la verdad hasta rozar el fanatismo, atormentado, amargo. Se le notan a Elejalde sus a?os de formaci¨®n con G¨®mez y en el Cl¨¢sico, y el dominio del humor a fuego lento desarrollado con Del Arco (cuando ha de decirle la verdad a Oronte), o los perfectos quiebros de tono, como el ataque de celos, que pod¨ªa acabar fatal y se remata con un estallido gracioso por desmesurado. Su equilibrio entre tragedia y comedia, su tortura y su vulnerabilidad profunda me record¨® a otro gran Alceste: el de Jordi Boixaderas dirigido por Lavaudant, en el TNC, en 2011.
Celimena es B¨¢rbara Lennie. Cuando la vi por primera vez, en el hall del Lara, haciendo el Tr¨ªo en mi bemol, pens¨¦ y escrib¨ª que estaba muy cerca de ese gran personaje, complejo, a ratos inapresable, capaz de lo mejor y lo peor, y aqu¨ª lo sirve perfecto, redondo, con toda la sensualidad, toda la inteligencia y toda la contradicci¨®n de esa mujer esclava en lo p¨²blico y libre en lo privado. Gran iron¨ªa de la pieza: ese hombre que no soporta el fingimiento se enamora perdidamente de su m¨¢s luminosa encarnaci¨®n. Hay en Celimena algo muy shakespeariano (la voluntad de juego de Rosalinda, el sarcasmo de Beatriz), y B¨¢rbara Lennie lo clava: ah¨ª est¨¢n sus escenas de alto voltaje con Alceste y su enfrentamiento con Arsino¨¦, que igualmente borda Manuela Paso, una Arsino¨¦ quiz¨¢ m¨¢s jesu¨ªtica que en el original: Del Arco ha afilado sus aristas y su fulgor sulf¨²rico en detrimento (un poco) de su patetismo, pero funciona de maravilla.
Filinto es el no menos admirable Ra¨²l Prieto, plet¨®rico de naturalidad. Acostumbrados a verle en personajes duros y hoscos, recupera aqu¨ª el gran timing de comedia de Veraneantes (aquella partida de golf con, justamente, Israel Elejalde), y muestra a un aut¨¦ntico amigo, sincero, burl¨®n y a la vez entristecido por el destino que le intuye a Alceste, al que conoce (y al que escucha) de maravilla: sabe que est¨¢ condenado desde el principio, que anhela ser rechazado para sentirse ¨²nico y para que esa sociedad que tanto detesta reconozca su singularidad. Prieto tiene otra preciosa escena, mano a mano con la delicad¨ªsima Miriam Montilla, que encarna a su esposa, la honesta Eliante: qu¨¦ bien levantan la distancia y la melancol¨ªa de esa pareja, y lo mucho que quieren a Alceste y desean que alg¨²n d¨ªa pueda volver, calmado y purificado, de su exilio autoimpuesto. Crist¨®bal Su¨¢rez convierte a Orante, poetastro en el original, en un rockero de pacotilla y lam¨¦, muy bien observado, gracios¨ªsimo sin caer ni un segundo en lo farsesco. No es un bobo al uso: el debate con Alceste est¨¢ muy bien servido y razonado. Tambi¨¦n hemos visto y padecido a muchos Clitandros, pero no con la condensaci¨®n de vulgaridad, ferocidad y astucia, a lo Bob Hoskins, de Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez, que brilla sobremanera en la escena de pimp¨®n verbal con Orante, tan bien pautada como la partida de golf que cit¨¦ antes. Estamos ante un Mis¨¢ntropo de siempre y de ahora mismo: el destilado de dardos de la formidable adaptaci¨®n atrapa las dianas de lo que m¨¢s nos pesa y nos indigna. Del Arco tiene muchas horas de vuelo, mucho ojo y mucho o¨ªdo, y eso redunda en pleno esp¨ªritu molieresco: sentimientos eternos para reflejar el presente. Uno de los mejores montajes de la temporada. Y hay que aplaudir tambi¨¦n a Carmen Machi y a Javier Guti¨¦rrez en Los M¨¢cbez, de Andr¨¦s Lima (Mar¨ªa Guerrero), y a Kiti Manver, a la que por fin he podido ver (dan la funci¨®n los s¨¢bados, a las cinco de la tarde) en Las heridas del viento, en el hall del Lara. En breve se lo cuento.
Mis¨¢ntropo. De Moli¨¨re. Adaptaci¨®n y direcci¨®n: Miguel del Arco. Int¨¦rpretes: Israel Elejalde, B¨¢rbara Lennie, Ra¨²l Prieto, Manuela Paso, Miriam Montilla, Crist¨®bal Su¨¢rez y Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez. Teatro Espa?ol. Madrid. Hasta el 22 de junio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.