Elogio de la alta sociedad
El Metropolitan de Nueva York celebra el legado de Charles James La muestra convierte al casi olvidado modista en el nombre m¨¢s deseado del negocio
Mientras la mitad de su poblaci¨®n ya (mal)vive en el umbral de la pobreza (seg¨²n denuncia un reciente informe consistorial del Center for Economic Opportunity), Nueva York se afana en jalear los fantasmas de las antiguas reinas de Park Avenue. Sucede desde el jueves pasado en el Metropolitan Museum of Art, el popular Met, instituci¨®n a la que conducen invariablemente los miles de tulipanes reci¨¦n plantados por todo el Upper East Side: sigan las flechas delatoras del viejo glamur patricio estadounidense hasta su epicentro, la exposici¨®n Charles James: beyond fashion, lo ¨²ltimo en exorcismos de alta sociedad.
Que la magna exposici¨®n anual del Costume Institute ¡ªel ¨¢rea que el Met consagra a la historia del vestir¡ª est¨¦ dedicada a un nombre tan desconocido por los extra?os a la moda como apenas reconocido entre los propios tiene su aquel. Considerado el primer couturier estadounidense, referido como inspiraci¨®n incluso por Balenciaga, James resurge oportunamente para inaugurar la remozada ala indumentaria del museo, rebautizada Anna Wintour Costume Institute en honor de su principal benefactora, al menos en t¨¦rminos medi¨¢ticos.
Bajo la advocaci¨®n de la muy influyente jefa del Vogue USA y directora art¨ªstica del emporio editorial Cond¨¦ Nast, el lugar se quiere ahora m¨¢s ¡°chic y aspiracional¡±, guardi¨¢n de la tradici¨®n fashion genuinamente americana pero comprometido con la modernidad. Y nadie mejor que Charles James para hacerlo saber, con su cat¨¢logo de vestidos elitistas cortados a la medida de aquellas esposas de magnates y swans que fascinaron a Truman Capote (Babe Paley, Gloria Guinness, C. Z. Guest, Lee Radziwill, Mona Bismarck) y cuya relevancia atemporal se encarga de evidenciar la muestra, sobre todo por lo que respecta a su t¨¦cnica.
Del angloamericano James (1906-1978) se ha escrito mucho aunque haya trascendido poco, quiz¨¢ porque su lugar siempre ha estado antes en las enciclopedias que en las revistas al uso (que tanto despreci¨® en vida, por mucho que contribuyera a su iconograf¨ªa con las sesiones fotogr¨¢ficas de calado surrealista que tramaba con su amigo y mentor Cecil Beaton). Pr¨¢cticamente autodidacta, algunos historiadores del vestir ni siquiera le echan demasiada cuenta: ¡°Pretend¨ªa darle un razonamiento serio a los elementos estructurales de sus vestidos, pero si se estudia en profundidad se descubre que lo ¨²nico que hac¨ªa era apilar capas y capas de tejido hasta que consegu¨ªa la forma y la densidad necesarias¡±, escupi¨® el mism¨ªsimo Richard Martin, el que fuera profesor de arte del Fashion Institute of Technology de Nueva York y colaborador hasta su muerte de Harold Koda, comisario jefe del Costume Institute y principal responsable junto a Jan Glier Reeder de la actual exposici¨®n, que define como ¡°una s¨ªntesis de confecci¨®n, arte, matem¨¢tica y ciencia¡±. Efectivamente, m¨¢s all¨¢ de la moda.
La exposici¨®n sirve para inaugurar el nuevo ala del Costume Institute
Con planteamiento de retrospectiva, la muestra recorre la larga aunque escurrida en producci¨®n carrera del olvidado y temperamental genio, desde sus rebeldes comienzos como sombrerero en 1926 hasta su muerte (amargado, arruinado y adicto al speed al refugio de su habitaci¨®n-estudio en el hotel Chelsea) a finales de los a?os 70, a trav¨¦s de 65 de sus creaciones m¨¢s emblem¨¢ticas. Las joyas de la colecci¨®n son 15 vestidos-esculturas de apariencia dram¨¢tica concebidos para el baile y el romance de las damas de sociedad de los a?os treinta, cuarenta y cincuenta, en especial el fascinante ¡°vestido paraguas¡± (el ¨²nico que se conserva de su breve etapa inicial europea) de 1938, erigido sobre una estructura de grogu¨¦ r¨ªgido en sustituci¨®n del t¨ªpico armaz¨®n de ballenas vertical, muestra seminal de su caracter¨ªstico m¨¦todo anat¨®mico; y el voluminoso ¡°vestido-tr¨¦bol de cuatro hojas¡±, ¡°cuatro kilos y medio de sat¨¦n y terciopelo¡± y, sin embargo, liger¨ªsimo en su ondulante movimiento, encargo de la esposa de William Randolph Hearst, Austine, para lucir en el baile presidencial de Eisenhower en 1953 que no pudo entregar a tiempo.
A tama?as creaciones, sin embargo, les han salido unos serios competidores en el espacio donde lucen: las c¨¢maras robot a los pies de los trajes que escanean sus detalles m¨¢s ¨ªntimos. Simulaciones animadas en 3D de la construcci¨®n de las piezas completan el inteligente uso tecnol¨®gico. El alarde hi-tech es uno de los principales reclamos de las dos nuevas salas del Anna Wintour Costume Institute (un par de a?os de trabajo de remodelaci¨®n, incluyendo la biblioteca Irene Lewisohn y las zonas no p¨²blicas como el laboratorio de conservaci¨®n, casi 30 millones de euros de coste), en el piso inferior del Met, donde se completa el recorrido con una bater¨ªa de sus dise?os m¨¢s pragm¨¢ticos y una panor¨¢mica personal salpicada de bocetos, trabajos escult¨®ricos, cartas y fotograf¨ªas.
El productor Harvey Weinstein ha anunciado que resucitar¨¢ la marca
Abierta hasta el 10 de agosto, la exposici¨®n no ser¨¢ lo ¨²ltimo que sepamos del resucitado couturier: al calor de la excitaci¨®n que se ha generado ¡ªampuloso baile inaugural mediante¡ª, el magnate cinematogr¨¢fico Harvey Weinstein acaba de anunciar que planea hacerse con la licencia Charles James para reactivar la marca bajo la supervisi¨®n creativa de su esposa, Georgina Chapman (cofundadora Marchesa y campeona de la alfombra roja). ¡°El nombre de Charles James debe ser tan familiar y estar al mismo nivel que los de Chanel, Dior y Oscar de la Renta¡±, expone el laureado productor en su comunicado al respecto. Bonito argumento si no se temiera lo peor: en 2007 ya intent¨® hacer lo propio con el m¨¢s popular Halston, ali¨¢ndose con Sarah Jessica Parker, una resurreci¨®n que termin¨® y¨¦ndose al garete solo cuatro a?os m¨¢s tarde.
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