Un mundo en cuatro piezas
El dramaturgo analiza algunos de sus montajes teatrales
Cartas de amor a Stalin
Esta obra es una fantas¨ªa sobre el desigual combate que sostuvieron Mija¨ªl Bulg¨¢kov y el dictador sovi¨¦tico. En mi obra, Bulg¨¢kov se convierte en escritor para un solo lector. Desesperado por la censura que condena sus obras, deja de escribir para la gente y se entrega a redactar cartas en que reclama al tirano su libertad. No recibiendo respuesta, llegar¨¢ a escribir sus cartas al dictado de un Stalin fantasmal, temido y deseado, que lo visita. Finalmente, ser¨¢ el fantasma mismo el que escriba las cartas de Bulg¨¢kov. La obra trata, desde luego, de la compleja relaci¨®n entre el arte y el poder, pero creo que su asunto ¨²ltimo es una pregunta que me hago cada d¨ªa, como escritor y como ser humano aspirante a libertad: ?qui¨¦n escribe mis palabras? La foto es del montaje ateniense, actualmente en escena.
Himmelweg
Escrib¨ª Himmelweg, mi pieza m¨¢s veces representada, al conocer un episodio terrible y misterioso de la Segunda Guerra Mundial. La obra empieza dando la palabra a un delegado de la Cruz Roja que, tras visitar un campo de exterminio, redacta un informe en que afirma haber visto una ciudad normal. Lo que en realidad ha visto es una puesta en escena dirigida por el Comandante del campo. Creo que Himmelweg, adem¨¢s de la invisibilidad del horror, trata la experiencia, nada infrecuente, de tener que hacer teatro para sobrevivir. Esta foto del Teatro Nacional de Noruega recoge un gesto tr¨¢gico que resume la obra: Gottfried, el jud¨ªo elegido por el Comandante como ayudante de direcci¨®n de su espect¨¢culo, acaricia a su hija con una mano amorosa que es, al tiempo, la de un ventr¨ªlocuo manipulando un mu?eco. La ni?a tiene, por cierto, un mu?eco entre las manos.
El chico de la ¨²ltima fila
Este texto, que tambi¨¦n pudo titularse Los n¨²meros imaginarios, es una puesta en escena de la escritura. Un adolescente, Claudio, encuentra en ella un modo de resistir al mundo. El espect¨¢culo sucede en la mente del muchacho, un solitario cuyas ¨²nicas fuerzas son las del creador: observaci¨®n e imaginaci¨®n. Pero m¨¢s all¨¢ del viaje de Claudio, creo que la obra trata de una doble necesidad que tiene todo ser humano: imaginar la vida de los otros e imaginarse ¨¦l mismo como otro distinto de quien es. Porque la vida nunca basta. Pienso que eso es lo que en el fondo afirma el maestro de Claudio, Germ¨¢n, cuando le dice que sin cuentos la vida no vale nada. Escrib¨ª la obra ¡ªque algo tiene que ver con mi experiencia como profesor de instituto¡ª para la compa?¨ªa UR, a cuyo montaje corresponde esta fotograf¨ªa.
La lengua en pedazos
Es el primer texto que, adem¨¢s de escribir, yo mismo he puesto en escena. Lo he hecho con una compa?¨ªa que llamamos La Loca de la Casa, tal como dicen que Teresa de Jes¨²s nombraba la imaginaci¨®n. Al igual que otras piezas m¨ªas, tiene forma de duelo en que se enfrentan dos personajes que, m¨¢s que antagonistas, son cada uno el fantasma ¡ªel doble, el ¨¢ngel demonio¡ª del otro. M¨¢s all¨¢ de las oposiciones hombre?/ mujer y guardi¨¢n de la Iglesia?/ monja desobediente, el Inquisidor es el sue?o ¡ªla pesadilla de Teresa tanto como esta lo es de aquel¡ª. Finalmente, cada uno es un ser humano que lucha consigo mismo a la b¨²squeda de sentido, esto es, a la b¨²squeda de una respuesta a la pregunta ?por qu¨¦ vivir? La lengua es el espacio de ese combate al cabo del cual quedar¨¢ dividida, herida, definitivamente abierta.
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