Conocimiento 2.0
Conocer es a la vez un acto creativo que da origen a algo nuevo y una recombinaci¨®n de elementos que ya exist¨ªan
Las pol¨¦micas acerca de la propiedad intelectual se refieren a un hecho de una gran complejidad e implican problemas econ¨®micos y jur¨ªdicos a los que no es f¨¢cil dar una respuesta rotunda. Pero tal vez no est¨¦ de m¨¢s comenzar por el principio y saber de qu¨¦ estamos hablando cuando hablamos de conocimiento porque hay muchas propuestas cuya rotundidad es debida a que apenas se ha reflexionado sobre su naturaleza.
Lo que hace Internet es potenciar enormemente la capacidad generativa, p¨²blica y abierta, que es una propiedad general de nuestro conocimiento. Una Red basada en "contenidos generados por los usuarios" desdibuja la distancia entre creadores y consumidores. Las virtualidades de un sistema semejante se deben al hecho de que no filtra las contribuciones de una audiencia amplia y variada. Si actuara de otra manera, dejar¨ªa de satisfacer las expectativas de los usuarios y perder¨ªa su potencialidad. El problema consiste en c¨®mo hacer compatible la protecci¨®n de los creadores con el hecho de que una cultura libre tiene que estar lo menos controlada posible por los que crearon, es decir, por el pasado. No hay un sistema generativo sin una cierta falta de control.
Tenemos que aclarar en qu¨¦ consiste el conocimiento si es que queremos protegerlo. Y las dos propiedades m¨¢s elementales del conocimiento podr¨ªan formularse de la siguiente manera: casi nada es absolutamente original y casi nada carece absolutamente de originalidad. Conocer es un acto creativo, que da origen a algo nuevo y, al mismo tiempo, una recombinaci¨®n de elementos que ya exist¨ªan. No hay lo uno sin lo otro y quien no entienda ambas propiedades no podr¨¢ ofrecer ninguna soluci¨®n razonable a los problemas que plantea la propiedad intelectual, la democratizaci¨®n del saber o la protecci¨®n de la creatividad. ?C¨®mo se puede explicar esta paradoja?
Que casi nada es absolutamente original quiere decir que el conocimiento es por lo general una recombinaci¨®n. Las creaciones humanas no salen de la nada, ni las obras de arte ni las explicaciones cient¨ªficas. Todas presuponen, en mayor o menor medida, elementos que ya existen. Con esto no quiero minusvalorar la creatividad humana sino mostrar sus l¨ªmites. Recombinar es una actividad que exige no poco ingenio. Generalmente una recombinaci¨®n es una creaci¨®n porque expresa la capacidad individual de relacionar elementos que nadie hab¨ªa relacionado hasta ahora o no de este modo. El ejemplo m¨¢s claro de esta limitaci¨®n de nuestra capacidad de innovar es que cuando inventamos nuevos monstruos, esos aliens se parecen demasiado a criaturas conocidas (como puede comprobarse en el universo cinematogr¨¢fico, poblado de extra?os que, en el fondo, nos resultan muy familiares). Los monstruos son demasiado humanos. Es normal que as¨ª suceda porque algo absolutamente extra?o no ser¨ªa reconocible como tal. Si algo fuera completamente inaudito no podr¨ªamos o¨ªrlo. La creatividad generalmente no existe m¨¢s que como modesta variaci¨®n, pese al tono inaugural con que se presenta.
La frontera entre la apropiaci¨®n indebida y la variaci¨®n creadora ser¨¢ siempre una cuesti¨®n disputada
El otro aspecto parad¨®jico de nuestro conocimiento es que casi nada carece completamente de originalidad. Si antes dec¨ªa que crear de la nada no es humanamente posible, ahora afirmo que copiar es, en el fondo, igualmente imposible. (La reproducci¨®n de m¨²sica, por ejemplo, no ser¨ªa un caso de copia, sino de reproducci¨®n de originales, que es algo bien distinto). Toda persona reinterpreta el conocimiento o aplica las normas recibidas de un modo original e impredecible. Hasta el individuo menos dotado es un peque?o creador, aunque solo sea porque su copia representa una versi¨®n peor de lo copiado y aqu¨ª su impronta personal se pone de manifiesto a trav¨¦s de sus limitaciones a la hora de copiar.
Con esto no estoy defendiendo, por supuesto, a quien copia para hacer un negocio o aprobar un examen, sino que llamo la atenci¨®n sobre el hecho de que no hay creaci¨®n sin recombinaci¨®n, ni autenticidad sin una cierta imitaci¨®n. El conocimiento es ambas cosas, recombinaci¨®n y creatividad. En la medida en que el conocimiento es creaci¨®n de una individualidad, resulta incomunicable (y aqu¨ª limita con la l¨ªrica o con lo m¨ªstico, como dir¨ªa Wittgenstein); en la medida en que es recombinaci¨®n, nos permite comunicar remitiendo a lo que todos de alguna manera ya sab¨ªan. El conocimiento no puede ser m¨¢s que libre, p¨²blico y compartido. Una vez que el conocimiento es formulado, se encuentra a disposici¨®n de cualquiera en orden a una futura recombinaci¨®n y creaci¨®n, es decir, para dar lugar a nuevos conocimientos.
Pensemos en cu¨¢l es la raz¨®n que nos lleva a compartir nuestro conocimiento con otros, a hacerlo p¨²blico y comunicarlo. Quien sabe o ha creado algo generalmente suele estar interesado en darlo a conocer y la Red ha posibilitado esa difusi¨®n de una manera f¨¢cil, instant¨¢nea y con un crecimiento exponencial. Esto no justifica ciertas formas de apropiaci¨®n, como el plagio; pone de manifiesto que el conocimiento resulta posible porque hay tradiciones o comunidades de aprendizaje, y est¨¢ para ser compartido. La frontera entre la apropiaci¨®n indebida y la variaci¨®n creadora ser¨¢ siempre una cuesti¨®n disputada y que habr¨¢ que volver a trazar, tambi¨¦n en funci¨®n de las nuevas posibilidades tecnol¨®gicas.
Todo lo cual nos permite concluir que tenemos que aprender a sobrellevar una cierta anarqu¨ªa epistemol¨®gica. Es cierto que asistimos a una profusi¨®n legislativa en torno al copyright, las patentes y la propiedad intelectual, al tiempo que aumentan las restricciones de acceso, la vigilancia electr¨®nica y las sanciones legales para distribuir informaci¨®n sin autorizaci¨®n. No me cabe ninguna duda de que tenemos que seguir avanzando en esta direcci¨®n, pero me gustar¨ªa advertir las limitaciones de las reglas en todo cuanto tiene que ver con el conocimiento, su promoci¨®n y protecci¨®n.
Es limitada la capacidad de proteger el conocimiento sin da?ar al mismo tiempo su car¨¢cter de bien p¨²blico
En primer lugar, la promoci¨®n regulada del conocimiento es algo que solo resulta eficaz en un nivel muy elemental. No hay reglas cuyo cumplimiento asegure la generaci¨®n de conocimiento, del mismo modo que la innovaci¨®n no resulta autom¨¢ticamente de su planificaci¨®n (m¨¢s bien al contrario). Ni siquiera los sistemas educativos mejores intencionados producen siempre el resultado pretendido. La educaci¨®n requiere espacios poco reglamentados; nuestros mejores descubrimientos han tenido lugar en entornos desordenados.
Tambi¨¦n es limitada la capacidad de proteger el conocimiento sin da?ar al mismo tiempo su car¨¢cter de bien p¨²blico. Sin una cierta anarqu¨ªa informativa, normativa y pol¨ªtica resultar¨ªa imposible la sociedad abierta y democr¨¢tica en la que vivimos. En el caso concreto de Internet, anarqu¨ªa significa que la Red est¨¢ en principio abierta a cualquier uso (y abuso), como ocurre con todo sistema de inteligencia distribuida.
Si alguna propiedad hace de Internet un instrumento fabuloso de conocimiento es el hecho de que corresponde y potencia el car¨¢cter ca¨®tico de nuestro modo de conocer. En el fondo no estamos ante un problema tecnol¨®gico, sino ante un dilema general de la condici¨®n humana: el equilibrio entre creatividad y control. Cualquier tecnolog¨ªa plantea nuevos desaf¨ªos y nos obliga a formular una nueva articulaci¨®n de dos principios que nunca van a terminar de llevarse demasiado bien
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